lunes, 3 de enero de 2011

Violencia y no violencia en Cuba

 

 

Las estrategias utilizadas por la oposición contra el régimen cubano han sufrido una severa metamorfosis durante estas cinco largas décadas; no obstante, a pesar de los cambios, los rumbos originales del accionar político se mantienen. Los descontentos con el derrotero que tomaba la Revolución, que en su mayoría provenían de esas mismas filas, intentaron por medios políticos no violentos impedir el establecimiento de una nueva dictadura. La protesta del presidente Manuel Urrutia Lleo, las denuncias del comandante Pedro Luis Díaz Lanz y la carta denuncia del comandante Húber Matos son hitos entre los muchos esfuerzos no violentos y cívicos por impedir el control totalitario, que concluyeron públicamente ese año con el rechazo de los dirigentes de la CTC a la titulada candidatura unitaria que otorgaba una representación inmerecida a la minoría marxista.
Los centros universitarios fueron escenarios de protestas pacíficas contra el comunismo. Pedro Luis Boitel intentó mantener la independencia de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU); otro tanto hizo en Las Villas Porfirio Ramírez, hasta que no tuvo otra alternativa que partir a las montañas para más tarde ser fusilado. Los estudiantes que protestaron pacíficamente en el Parque Central, dirigidos por Alberto Muller y Manuel Salvat, lo hicieron contra el comunismo y no contra la Revolución.
Las credenciales cívicas, entre otros, de José Ignacio Rasco, Antonio José Varona, Roberto Agramonte, Luis Conte Agüero y José Miró Cardona, los primeros dirigentes de la oposición en 1959, son indiscutibles, y si en un momento decidieron asumir otro método de lucha fue consecuencia de que el espacio para el tipo de confrontación que preferían, la electoral, había sido eliminado.
La Iglesia Católica cubana emitió numerosas pastorales que criticaban el rumbo del gobierno. Monseñor Eduardo Boza Masvidal fue particularmente firme en la defensa de la libertad religiosa. La respuesta gubernamental fue la deportación de más de 100 sacerdotes y la persecución abierta o encubierta de los fieles.
El régimen, según transcurría el tiempo, estableció un control sobre toda la sociedad que impidió cualquier acción política y social independiente. La violencia ejercida por el Estado impulsó a la oposición a la violencia. La sociedad se asfixiaba y como supremo derecho, señalado en el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ``Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión''.
Un aspecto marginal, pero a tener en cuenta, era que entre las tradiciones cubanas más lamentables estaba la lucha armada. La primera reacción de la oposición, incluyendo la de los partidos políticos al golpe militar del general Fulgencio Batista, fueron los atentados personales, sabotajes y la lucha guerrillera y terrorista que dirigió Fidel Castro. Un epítome de esa tradición.
La lucha fue dura y cruenta. Murieron cubanos de ambas vertientes ideológicas. Montañas y llanos conocieron, como nunca antes en nuestra historia republicana, la confrontación armada. La lucha en la clandestinidad fue dolorosa. El paredón, los atentados personales, muertos en combate, desaparecidos, la cárcel y el exilio.
El régimen logró imponer su voluntad a sangre y fuego. El país se dividió. El ciudadano se convenció de que el nuevo orden era inmutable. La percepción de un estado omnipotente y omnipresente impregnó la conciencia individual y colectiva. El fatalismo de que todo estaba preescrito y diseñado caló muchas mentes.
La intensidad de la confrontación disminuyó y aunque la pax castrista extendió su sombra por todo el país, nunca pudo extirpar de raíz la voluntad de cambio de un grupo de irredentos, que dentro o fuera de la isla, continuó luchando de diferentes formas, aunque siempre primó la violenta, particularmente desde el exterior.
A partir de finales de la década de los 70 en Cuba surgió y se fortaleció con los años un activismo que en principio se identificó con el respeto a los derechos humanos pero que ha evolucionado hasta reclamar reivindicaciones políticas que se fueron radicalizando en el marco de la no violencia.
Por otra parte en el exterior, aunque hay organizaciones que favorecen la confrontación armada, siempre han operado otras agrupaciones que rechazan la violencia y creen en otras vías para resolver el drama nacional.
Por todo lo antes expuesto se puede afirmar que la oposición al castrismo es plural ideológica y políticamente, diversa en sus orígenes, diferentes las estrategias y distinta la historia personal de cada uno de sus actores que aunque genera muchas contradicciones coinciden en el más importante objetivo: derrocar el totalitarismo

 



Pedro Corzo

El miedo, siempre el miedo

 

En una ocasión, hace mucho tiempo, el destacado economista cubano José ``Pepe'' Illán expresó en el programa La Peña Azul, que dirigía el doctor Salvador Lew: ``En 1959 nos debatíamos entre el miedo y la esperanza, pero solo un año después la esperanza murió, y solo quedó el miedo''. ¿Qué ocurrió en Cuba para que un individuo y su corte pudieran asumir el control del país sin que aparentemente existiera una organización con capacidad suficiente para imponer un nuevo sistema, y menos aún para sostener por décadas un gobierno repleto de contradicciones teóricas y prácticas donde la única coherencia ha radicado en su capacidad para conservar el poder político por medio de la represión, aun a costa de incumplir la utopía que decía inspirarlo?
No faltan quienes consideran que el pueblo había agotado sus expectativas políticas y que al haber perdido la confianza en sus líderes tradicionales, solo estaba a la espera del momento oportuno para expresar con extrema sensibilidad y fuerza la frustración que había reprimido por años.
Otros insisten que lo que acontece en la isla es producto de la profunda vocación imperialista de sus habitantes, que siempre están en la procura de coyunturas políticas que les permitan proyectarse internacionalmente, aunque para ello tengan que involucrar en sus debates internos a naciones extranjeras y correr el riesgo de que la soberanía resulte lesionada.
También cabe la pregunta por qué una isla que gozaba de niveles de desarrollo económico y social superiores a los de la mayoría de las repúblicas americanas, fue escenario de una revolución extremista con masivo apoyo popular, cuando en otros países del hemisferio donde la pobreza, discriminación e injusticias eran más flagrantes, no se produjeron acontecimientos semejantes, máxime cuando muchos de estos países sufrieron la desestabilización insurreccional que auspició el gobierno castro-comunista.
No pocos --y entre éstos se encuentran fundamentalmente personas comprometidas con el proceso insurreccional que a posteriori se rebelaron-- afirman que el golpe militar del general Fulgencio Batista fue una especie de agente catalizador que engendró fuerzas políticas que desestabilizaron la sociedad, provocando junto a la crisis institucional la conciencia pública de que la sociedad demandaba una cura a fondo que erradicase las angustias ético-morales que periódicamente la afligían.
Hay quienes a lo anterior agregan que la sociedad cubana, gracias a los progresos obtenidos, gozaba de una población relativamente educada y consciente de sus derechos y que tendía por esos motivos a procurar una mayor justicia para los desposeídos, por lo que la insatisfacción se hacía más aguda y perentoria.
tros consideran que la corriente extremista coincidió con que en la comunidad nacional estaba haciendo acto de presencia un liderazgo emergente de franco carácter progresista, que aunque no compartía los abusos en los que siempre incurrió la Revolución, no dudó en sumarse a ésta con la convicción de que el rumbo y la velocidad política podrían ser reducidos en el momento que lo creyesen conveniente.
Pecado de ingenuidad y soberbia, se dice hoy, porque la Revolución los manipuló tanto en cuanto fueron útiles por su fidelidad sin cuestionamiento.
Es difícil racionalizar por qué en 1959 muchos ciudadanos de un civismo activo y comprometido no denunciaron los juicios al estilo del que se efectuó contra Sosa Blanco, el doble proceso judicial a los pilotos, los fusilamientos sin proceso judicial adecuado, el golpe de Estado contra el presidente Manuel Urrutia, que dirigió el propio Fidel Castro, el encarcelamiento del comandante Húber Matos y otras muchas barbaridades que no tenían justificación alguna y presagiaban lo que vendría después.
Pero especulación aparte hay una dolorosa realidad. La sociedad civil ha sido destruida. La economía esta en bancarrota. La represión abierta y descarnada, junto al control económico del país que convirtieron al gobierno en benefactor o inquisidor según el caso, fueron los factores que determinaron el establecimiento de un régimen totalitario que se ha extendido por más de cinco décadas.
La dictadura ha parido un ciudadano depredador del entorno y del prójimo. Sujetos que disfrutan la cosecha de víctimas que subsisten en un perenne ambiente de miedo, inseguridad y dudas. Individuos sin compromisos sociales que en sus empeños egoístas, hagan imposible la reconstrucción del país.
Por eso lo peor de esta herencia totalitaria no es el desastre económico, ni los sueños robados y ni aun las vidas perdidas, sino el robo cometido contra el futuro de la nación al corromper a un amplio sector de la ciudadanía.
Refundar el país será costoso en todas las instancias. Será un trabajo duro y arduo que demandará el concurso de todos los que tengan la voluntad y el coraje suficiente para levantar a Cuba desde sus ruinas.


Pedro Corzo

La Tala de los Robles.

La Tala de los Robles.


Fueron pinos nuevos como hubiera dicho José Martí, pero el sacrificio continuado, la entrega a una causa que defendieron hasta el último aliento los transformó en robles, en símbolos de una resistencia que ha superado toda expectativa e infinidad de vicisitudes.

Los robles están cayendo. Hace años que la oscuridad se viene cerniendo sobre un bosque de hombres y mujeres que en los mejores momentos de sus vidas escogieron el camino más difícil, que como es sabido es el del deber.

La guadaña esta haciendo una cruda cosecha de muerte e inexorablemente, según transcurran los días, ya no son años, serán más los que integraran el pasado, aunque los que sobrevivan quieran seguirlos viendo en presente.

Más de medio siglo de confrontación, tenacidad y perseverancia han impuesto un precio. Nunca imaginaron los que estrenaron la adolescencia en la lucha contra el totalitarismo y sobrevivieron sus brutalidades, que el proceso iba a ser tan despiadado y cruento. La realidad contrarió sus sueños y esperanzas. No importaron sacrificios ni esfuerzos. El resultado les superó la vida.

La vida la recorrieron conscientes del camino que les correspondían. La adversidad fue vencida por las convicciones. Cierto que tomaron el descanso de la familia, los hijos y los nietos, pero nunca dejaron la ruta. Permanecieron comprometidos. No fueron seducidos por una existencia en las que sus obligaciones con la tierra en la que habían nacido, no estuvieran presentes.

Las frustraciones y los desencantos no impidieron que continuaran hasta el último suspiro mirando el sol de frente y exigiendo para los demás lo que anhelaban para ellos. Escogieron su destino y la manera de vivir,  una condición que demanda una entereza moral extrema.

Fue Cronos, no la dictadura y sus feroces esbirros, quien venció a hombres como Gustavo "El Coronel" Rodríguez Pulido,  Reinaldo "El Chino" Aquit Manrique, José "Pepe" Fernández Vera o Rigoberto "El Látigo" Acosta y los muchísimos que le precedieron y los innumerables que seguirán sus pasos.

 

Gustavo Rodríguez Pulido, era un cubano sin tachas. Su sentido de la amistad y la fidelidad a la familia, se igualaba con sus deberes con la Patria. En el Presidio, en Venezuela después, y en Estados Unidos mas tarde, siempre trabajó a favor de la libertad de Cuba y los cubanos. El determinó cuando morir, enfrentó el final de frente, sin claudicar, como hizo siempre en vida.

Reinaldo Aquit estaba hecho de la madera de los héroes y mártires. Luchó contra la dictadura y vio morir en el paredón a varios de sus compañeros. Uno de los caídos fue su hermano Diosdado, asesinado en el presidio de Isla de Pinos.

En el exilio no le ganó el descanso y menos el retiro. Estudió, trabajó. Paralelo a la vida de hogar continuó la lucha por la democracia en Cuba. Constituyó agrupaciones contrarias al castrismo y fueron solidarios con todos los que asumieron la confrontación como medio para derrocar la dictadura.

Rigoberto Acosta fue un campesino sin estudios, que supo defender sus derechos con más coraje que el mejor de los letrados. Enfrentó simulacros de fusilamientos, cumplió largos años de cárcel y practicó con sus compañeros de cautiverios una fraternidad ilimitada.

La crueldad del enemigo no endureció su alma. Atendía a los amigos enfermos, era capaz de alimentarlos, de velar sus sueños, y cuidarlos como el más comprometido de los enfermeros.
 
Su lucha contra el castrocomunismo no se circunscribía a Cuba, por lo que no dudó en viajar a Nicaragua para con las armas en las manos combatir el sandinocomunismo. Viajó a escondidas, sin ayuda de ningún gobierno y siempre pagó el precio por defender sus ideales.

La primera quebradura del corazón de Rigoberto Acosta tuvo lugar en Nicaragua. Allí le falló por primera vez un corazón que le quedó chico a la grandeza de su alma.

"Pepe" Fernández Vera, fue pionero en la lucha contra el castrismo. Un conversador infatigable, porfiado hasta agotar a sus rivales. Seguro de si mismo. Firme en sus convicciones. Dotado de una memoria prodigiosa y de una simpatía contagiosa. Sus "guajiros" no tenían defectos y los alzados del Escambray eran los hombres más valientes que habían nacido en Cuba.

Después de estar preso muchos años,  fue desplazado a los Pueblos Cautivos. Jamás se dio por vencido y la muerte para derribarlo tuvo que tomarlo por sorpresa.

Muchos robles han caído. Eusebio Peñalver, Mario Chanes de Armas, Rafael Cabezas, el infatigable Rolando Borges. Muchos han partido. La muerte les ganó la partida pero no el decoro. ¿Quien será el próximo en partir sin haber sido nunca vencido?


Fueron pinos nuevos como hubiera dicho José Martí, pero el sacrificio continuado, la entrega a una causa que defendieron hasta el último aliento los transformó en robles, en símbolos de una resistencia que ha superado toda expectativa e infinidad de vicisitudes.

Los robles están cayendo. Hace años que la oscuridad se viene cerniendo sobre un bosque de hombres y mujeres que en los mejores momentos de sus vidas escogieron el camino más difícil, que como es sabido es el del deber.

La guadaña esta haciendo una cruda cosecha de muerte e inexorablemente, según transcurran los días, ya no son años, serán más los que integraran el pasado, aunque los que sobrevivan quieran seguirlos viendo en presente.

Más de medio siglo de confrontación, tenacidad y perseverancia han impuesto un precio. Nunca imaginaron los que estrenaron la adolescencia en la lucha contra el totalitarismo y sobrevivieron sus brutalidades, que el proceso iba a ser tan despiadado y cruento. La realidad contrarió sus sueños y esperanzas. No importaron sacrificios ni esfuerzos. El resultado les superó la vida.

La vida la recorrieron conscientes del camino que les correspondían. La adversidad fue vencida por las convicciones. Cierto que tomaron el descanso de la familia, los hijos y los nietos, pero nunca dejaron la ruta. Permanecieron comprometidos. No fueron seducidos por una existencia en las que sus obligaciones con la tierra en la que habían nacido, no estuvieran presentes.

Las frustraciones y los desencantos no impidieron que continuaran hasta el último suspiro mirando el sol de frente y exigiendo para los demás lo que anhelaban para ellos. Escogieron su destino y la manera de vivir,  una condición que demanda una entereza moral extrema.

Fue Cronos, no la dictadura y sus feroces esbirros, quien venció a hombres como Gustavo "El Coronel" Rodríguez Pulido,  Reinaldo "El Chino" Aquit Manrique, José "Pepe" Fernández Vera o Rigoberto "El Látigo" Acosta y los muchísimos que le precedieron y los innumerables que seguirán sus pasos.

 

Gustavo Rodríguez Pulido, era un cubano sin tachas. Su sentido de la amistad y la fidelidad a la familia, se igualaba con sus deberes con la Patria. En el Presidio, en Venezuela después, y en Estados Unidos mas tarde, siempre trabajó a favor de la libertad de Cuba y los cubanos. El determinó cuando morir, enfrentó el final de frente, sin claudicar, como hizo siempre en vida.

Reinaldo Aquit estaba hecho de la madera de los héroes y mártires. Luchó contra la dictadura y vio morir en el paredón a varios de sus compañeros. Uno de los caídos fue su hermano Diosdado, asesinado en el presidio de Isla de Pinos.

En el exilio no le ganó el descanso y menos el retiro. Estudió, trabajó. Paralelo a la vida de hogar continuó la lucha por la democracia en Cuba. Constituyó agrupaciones contrarias al castrismo y fueron solidarios con todos los que asumieron la confrontación como medio para derrocar la dictadura.

Rigoberto Acosta fue un campesino sin estudios, que supo defender sus derechos con más coraje que el mejor de los letrados. Enfrentó simulacros de fusilamientos, cumplió largos años de cárcel y practicó con sus compañeros de cautiverios una fraternidad ilimitada.

La crueldad del enemigo no endureció su alma. Atendía a los amigos enfermos, era capaz de alimentarlos, de velar sus sueños, y cuidarlos como el más comprometido de los enfermeros.
 
Su lucha contra el castrocomunismo no se circunscribía a Cuba, por lo que no dudó en viajar a Nicaragua para con las armas en las manos combatir el sandinocomunismo. Viajó a escondidas, sin ayuda de ningún gobierno y siempre pagó el precio por defender sus ideales.

La primera quebradura del corazón de Rigoberto Acosta tuvo lugar en Nicaragua. Allí le falló por primera vez un corazón que le quedó chico a la grandeza de su alma.

"Pepe" Fernández Vera, fue pionero en la lucha contra el castrismo. Un conversador infatigable, porfiado hasta agotar a sus rivales. Seguro de si mismo. Firme en sus convicciones. Dotado de una memoria prodigiosa y de una simpatía contagiosa. Sus "guajiros" no tenían defectos y los alzados del Escambray eran los hombres más valientes que habían nacido en Cuba.

Después de estar preso muchos años,  fue desplazado a los Pueblos Cautivos. Jamás se dio por vencido y la muerte para derribarlo tuvo que tomarlo por sorpresa.

Muchos robles han caído. Eusebio Peñalver, Mario Chanes de Armas, Rafael Cabezas, el infatigable Rolando Borges. Muchos han partido. La muerte les ganó la partida pero no el decoro. ¿Quien será el próximo en partir sin haber sido nunca vencido?



Pedro Corzo
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Cell.(305) 498 1714



domingo, 24 de octubre de 2010

El Precio del Deber

 

Hay dirigentes políticos con capacidad para ver a distancia y ensamblar la información que reciben, lo que les posibilita adelantarse a los acontecimientos y conocer las intenciones mas ocultas de sus adversarios.

 

Entre esos políticos con habilidad para interpretar las señales de sus adversarios se encuentra Alejandro Peña Esclusa, un ingeniero venezolano que hoy se encuentra encarcelado en su país, después que el gobierno del presidente Hugo Chávez montara una burda operación para justificar su arresto.

 

Peña Esclusa, sin descuidar lo que acontecía en Venezuela, sin perder tiempo en maniobras dilatorias, propició una fórmula para enfrentar el chavismo que siempre percibió como una fuerza política de carácter totalitario asociada a organizaciones internacionales contrarias a la democracia.

 

El dirigente político venezolano, a diferencia de la percepción que tenían otros dirigentes, empresarios y medios de comunicación nacionales estaba  convencido que el intento de golpe de estado de Hugo Chávez no  tenia precedentes en el país, que estaba dirigido contra el sistema y no contra un gobierno en particular, por esa razón cuando se celebraron los comicios de 1998, se presentó como candidato a la presidencia con el compromiso  de denunciar la firme alianza entre el comandante golpista, Fidel Castro y el Foro de Sao Paulo.

 

Esta organización, resultado de la estrecha colaboración de Fidel Castro y Luis Inacio Lula da Silva, busca establecer en todo el hemisferio regimenes de carácter populista inspirados en el marxismo. Intentan reciclar el socialismo real, ofrecer una nueva imagen pero con los mismos nervios y huesos del totalitarismo más rancio. Peña Esclusa se percató de esa realidad y denunció el peligro que encerraba para las democracias el Foro de Sao Paulo y los Foros Sociales.

 

Chávez, un hombre sin ideologías ni escrúpulos, que ambiciona el poder absoluto y que lamentablemente ha sido subestimado por sus adversarios, escogió conscientemente el Foro de Sao Paulo porque era la única organización capaz de proveerle la solidaridad activa de todos los que tienen una vocación autoritaria, a la vez era el instrumento apropiado para extender su influencia en todo el continente cuando alcanzara el poder.

 

Al triunfo de Hugo Chávez y aun antes que se hablara del denominado Socialismo del Siglo XXI, Peña Esclusa intuyó que el flamante mandatario necesitaba un piso teórico, porque el Foro no iba más allá de una plataforma política  para la toma del poder.

 

Necesitaba una teoría repletas de promesas que sedujera a las clases mas humildes, personas bien intencionadas pero con la brújula orientada hacia el rumbo equivocado y también en la que los resentidos tuvieran toda la posibilidad de ascender a las cúspides mas elevadas,  porque para construir el nuevo paraíso solo era necesaria la participación ciega de los conversos. La historia se repetía. Una vez mas el hombre común, escogía la piedra que le aplastaría.

Peña Esclusa recurrió a la denuncia. Trabajó intensamente por contrarrestar la influencia  del nuevo régimen y fundó la asociación cívica Fuerza Solidaria con el objetivo de promover el mejoramiento de las condiciones de vida de los venezolanos,  pero también con la intención de defender principios y valores como la libertad, la igualdad de oportunidades y la solidaridad.
El hoy prisionero político nunca dudó de la estrecha asociación entre Hugo Chávez y Fidel Castro. Mostró innumerables veces los vínculos del mandatario venezolano con las FARC y el narcotráfico, el intervencionismo del denominado régimen bolivariano en los asuntos internos de otros países, incluyendo el apoyo económico que presta a los candidatos próximos a su proyecto.
Consciente de la necesidad de enfrentar el expansionismo castrochavista, promovió la tesis que para defenderse de ese tipo de régimen y su capacidad de manipulación había que ir mas allá de las marchas y concentraciones que se pudieran hacer contra los gobierno derivados de Hugo Chávez,  fue enfático en afirmar que los actos políticos no eran suficientes, sino que también se requería  una respuesta filosófica y programática, una ideología sostenida en el derecho y el respeto a la dignidad humana.
Con la convicción de que para enfrentar el peligro totalitario la solidaridad internacional es fundamental, Peña Esclusa constituyó Uno America, con el fin de intercambiar información, crear una plataforma orientada a unir en la diversidad a los dirigentes políticos comprometidos con la libertad y la democracia, frente a la amenaza  que representan los mesiánicos lideres del Foro de Sao Paulo y el Socialismo del Siglo XXI, que a fin de cuentas, solo visten proyectos absolutistas y arbitrarios.




lunes, 18 de octubre de 2010

El espionaje cubano en Estados Unidos


 

El régimen cubano aunque ha hecho el papel de victima de Estados Unidos por más de cinco décadas, ha recurrido a numerosos y variados recursos para espiar, o al menos influenciar, en el gobierno y la clase dirigente de este país.

Aun antes de llegar al poder, los partidarios de Fidel Castro que militaban en el Movimiento 26 de Julio constituyeron  células en las ciudades más importantes de la Unión Americana que a la vez que apoyaban a los insurgentes, buscaban influenciar en los medios y la clase dirigente, particularmente en las Universidades.

Una parte de los que integraron las delegaciones del M-26 de Julio regresaron a la isla al triunfar la Revolución, pero un sector importante permaneció en Estados Unidos, sirviendo al castrismo mientras creyeron en el Proceso.

En ese periodo fundaron grupos de influencia que se pusieron a la tarea de defender en todas las instancias y de diferentes maneras el proceso revolucionario y en particular a Fidel Castro, que de hecho para los partidarios del dictador cubano eran una sola entidad.

Tan temprano como el 28 de septiembre de 1960 en un discurso a su regreso de Naciones Unidas el dictador cubano reconoció que se había creado en el país del norte grupos defensores de su proyecto, dijo,  "muchos ciudadanos norteamericanos, sobre todo hombres de pensamiento libre, escritores ilustres, gente honesta que han tenido el valor de expresar públicamente allá mismo sus simpatías por la Revolución Cubana a través de un Comité Pro Justo Trato para Cuba".

Agrupaciones similares a esta, con diferentes nombres pero iguales objetivos fueron creadas a lo largo y ancho del país, Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente John F. Kennedy, dirigió una de ellas. Las universidades y los sectores intelectuales siempre fueron objetivos priorizados.

Cuba fue punto de encuentro para los estadounidenses contrarios al sistema. Uno de los que participó en estos eventos fue Jack Barnes, que a su regreso a Estados Unidos se afilió a la Alianza de la Juventud Socialista y al Partido Socialista de los Trabajadores con el objetivo de seguir el ejemplo de Cuba y, como decía, hacer una revolución socialista en la tierra de Lincoln.

El Departamento de Estado de Estados Unidos publicó en el 2008, una hoja informativa en la que expone parte  la trayectoria del espionaje cubano y expone  ejemplos de las actividades de los agentes castristas. El informe demuestra que la Cuba totalitaria no es una víctima de Washington como pretende hacer notar constantemente, sino que  Estados Unidos ha sido blanco de intensas actividades de espionaje por parte del gobierno de La Habana. 
Algunas secciones del informe refieren:


Ana Belén Montes, analista de la Agencia de Inteligencia para la Defensa de Estados Unidos, confesó haber espiado para Cuba durante 16 años,  1985-2001, cuando fue arrestada. Entre otras informaciones Belén Montes suministró al gobierno cubano los nombres de cuatro funcionarios estadounidenses de inteligencia que trabajaban en Cuba y recopiló textos, documentos y materiales para entregarlos ilegalmente al gobierno de cubano.


Espías de la isla, conocidos como la Red Avispas, fueron declarados culpables o confesaron haber espiado o cometido delitos conexos. El grupo trató de infiltrar la sede del Comando del Sur de Estados Unidos. Uno fue condenado por haber entregado un mensaje al gobierno cubano que contribuyó a la muerte de cuatro aviadores de Hermanos al Rescate, cuyos naves fueron derribados en 1996 por aviones MIG cubanos en el espacio aéreo internacional.
Un funcionario de Inmigración estadounidense, Mariano Faget, pasó  información sensible a un socio comercial vinculado a la inteligencia de Cuba. Como consecuencia de  este caso, dos diplomáticos cubanos fueron expulsados de Estados Unidos por actividades de espionaje.
Durante un período de 15 años, de 1983 a 1998, 15 miembros de la misión cubana ante las Naciones Unidas fueron expulsados por actividades de espionaje, entre ellos tres que operaban en la Red Avispas que fue apresada en 1998.


Los espías cubanos también tuvieron éxito al penetrar la organización Hermanos al Rescate. El agente infiltrado en la agrupación radicada en Miami fue Juan Pablo Roque, un ex piloto de aviones MIG-23, que había desertado en 1992 y que logró convertirse en un informante pagado por el FBI.  


Roque desertó otra vez, pero en esta ocasión a Cuba, el mismo día del derribo del avión de Hermanos al Rescate en febrero de 1996. Manipulando los hechos el espía y traidor denunció en La Habana al grupo y lo acusó de planear ataques terroristas contra el país.
Un ejemplo similar es el caso de José Rafael Fernández Brenes, quien en 1988 abandonó un buque mercante cubano. De 1988 a 1991 trabajo en TV Martí, cuyas señales fueron interferidas desde su comienzo, debido en parte a la información sobre la frecuencia y especificaciones técnicas suministrada por Fernández Brenes.


Un  caso no presente en el informe es el del profesor universitario Carlos Álvarez,  doctor en Psicología Clínica y profesor asociado al Departamento de Estudios de Liderazgo y Política Educacional y su esposa, la sicoterapeuta especializada en tratamiento de grupo y coordinadora del programa de capacitación en el área social, Elsa Prieto. Ambos fueron acusados y condenados por espiar contra Estados Unidos a favor del gobierno de Cuba. Enviaban y recibían mensajes cifrados a la isla. Según la acusación Álvarez había espiado para Cuba desde 1977 y su esposa desde 1982.


Por ultimo y, por ahora,  el matrimonio compuesto por Walter y Gwendolyn Myers, espió por 30 años a favor del régimen de La Habana. Myers que trabajó por tres décadas en el Departamento de estados de Estados Unidos, aceptó junto su esposa la responsabilidad  de espiar para Cuba a cambio de una reducción de condena.

 

Pero antes de cerrar estos apuntes hay que valorar las declaraciones del teniente coronel Chris Simmons, un oficial de contrainteligencia del Ejército de Estados Unidos que declaró a The Miami Herald que entre 9 y 18 meses después del desmantelamiento de la red Avispa, 1998, el número de agentes y oficiales de inteligencia cubanos en el estado de La Florida había regresado a niveles anteriores a la captura de esa red.

Es una realidad que el espionaje practicado por el régimen castrista contra Estados Unidos demanda un trabajo mas amplio, pero de momento solo entregamos estos apuntes que permiten apreciar el nivel de ingerencia de Cuba que, para ser preciso, no solo se ha limitado a espiar, sino también a respaldar grupos violentos que practicaron el terrorismo como los Panteras Negras y Los Macheteros.



lunes, 27 de septiembre de 2010

CHAVEZ, ¡ESE HOMBRE ESTA LOCO!

 

Es de suponer que cuando Hugo Chávez supo que Castro había dicho que el modelo cubano estaba en bancarrota debió haber gritado ¡Ese hombre esta loco!, porque  en realidad el Máximo le serruchó el piso al comandante como  se dice en Venezuela, en una palabra, lo dejó sin escaleras, colgado de la brocha.

El mandatario venezolano, que enfrenta elecciones este mes, la ha prometido a sus nacionales el mar de la felicidad cubano, un arquetipo de desarrollo que el propio Castro ha dicho que ya no  puede ser navegado ni por los propios isleños.

Cierto que el viejo dictador no perdió tiempo e intentó rectificar, pero el tiro le salio por la culata porque el periodista Jeffrey Goldberg y la académica Julia Sweig, no se dejaron intimidar por el comandante y ratificaron que Castro había dicho "el modelo cubano no funciona ni siquiera para nosotros".

Las declaraciones de Castro le dieron la vuelta al mundo porque era el reconocimiento explicito de un fracaso de mas de cinco décadas que a sangre y fuego se trató de exportar e imponer en otros países, y que por su cumplimiento un sector del pueblo de Cuba se sacrificó y la otra parte fue sacrificada.

Lo dicho por Castro no fue reproducido en la isla por los medios nacionales. Paradójicamente el censor había sido censurado y los que en Cuba  se enteraron de sus manifestaciones, fueron los que escuchan la radio extranjera o tienen acceso a publicaciones de igual origen.

Sus confesiones no eran políticamente correctas, así que  la población conoció la rectificación de Fidel Castro cuando fue publicada en Granma y Juventud Rebelde, que por dos días ignoraron  lo que había dicho a la revista The Atlantic.

 Los  titulares de los libelos del régimen, una vez más acusaron de sus errores y desgracias al mundo exterior. Ambos medios informativos titulaban que Fidel Castro de nuevo había tenido que enfrentarse a la manipulación mediática y al aparato publicitario del imperialismo que había intentado tergiversar sus respuestas.

Ahora bien no debemos engañarnos y en honor a la verdad hay una parte del modelo castrista que le ha  sido extremadamente exitosa a sus promotores y es la que sin dudas Hugo Chávez ansia instaurar en Venezuela,  y es la que esta relacionado con el control político que el poder central ejerce sobre toda la sociedad.

Hugo Chávez a quien muchos de sus rivales y enemigos subestiman, ha ido imponiendo de manera escalonada y selectiva los aspectos del modelo político cubano que le posibiliten conservar el poder.

Chávez y sus asesores cubanos y los que no lo son, están consciente que los tiempos han cambiado. La prisa, y así se dice en Venezuela, solo deja cansancio, por lo que el mandatario va lento pero aplastante en el oficio de imponer una formula política que adecua las normas cubanas a su país y la época.

No se impone la censura, no se confiscan los medios. Se quitan las concesiones, se persigue y acosan a los periodistas y propietarios de medio, se les obliga al exilio para no ir a prisión, se niegan pautas publicitarias y se crean numerosos medios de prensa oficiales. El plan es la asfixia lenta hasta su extinción, el resultado final es el mismo de Cuba, la censura total.

No se persigue a los ricos por serlos sino por ser independientes. Chávez ha creado una clase denominada la boli burguesía, partidarios suyos con capacidad empresarial que se han enriquecido vertiginosamente y que reciben todos los privilegios que un estado centralizado puede conceder.

La distribución de los bienes, de las riquezas pasa a ser potestad del estado. El control de la moneda, del comercio exterior y hasta del abastecimiento del país es una función que se politiza y pasa al rango de que quién asuma el modelo recibe la zanahoria, y el que lo enfrenté el garrote.

La sociedad civil aunque sigue firme en su empeño de no dejarse aplastar, es acosada y cada día más limitada en el ejercicio de sus libertades, porque enfrenta organismos paralelos de claro carácter gubernamental que practican la violencia sin que reciban por parte de las autoridades las sanciones pertinentes.

La educación es un objetivo fundamental. Demonizar, cuestionar y ahogar la educación privada es un objetivo no menos importante que destruir los valores que promueve la Iglesia, lo que hace necesario atacar a los conductores de ésta.

Los partidos políticos no han sido prohibidos y todavía se producen comicios plurales, pero los controles de la maquinaria electoral están en sus manos, incluyendo la cedulación y el Consejo Nacional Electoral. Cientos de miles extranjeros, incluyendo miles de cubanos, tienen cédulas para votar en los comicios.

Las elecciones existen, pero solo un milagro puede hacer posible que la oposición triunfe. Se necesita una participación masiva para que se respete la voluntad popular.

Las pautas que determinan el delito político se hacen tan amplias que se empieza a condenar por pensar, el denominado crimental de George Orwel. Se montan conspiraciones y atentados, incluyendo magnicidios,  que sirve como pretextos para encarcelar y perseguir como ha sido el caso del ingeniero Alejandro Peña Esclusa, y otros muchos más, que se encuentra en prisión por pensar libremente y reclamar respeto a sus derechos.




jueves, 16 de septiembre de 2010

Una Provocación Anunciada

 

La dictadura cubana siempre se ha nutrido de las crisis que genera,  o aquellas que por sus actuaciones provoca. El régimen no soporta una gráfica plana, sin accidentes. Una de las características del gobierno de La Habana es su agresividad. Los Castro no acostumbran a reaccionar sino a provocar a enemigos y adversarios. Estar a la ofensiva les ha sido altamente productivo, y no tienen porque cambiar la estrategia.

Para las autoridades de la isla es fundamental una acción protagónica en el ejercicio del gobierno, una constante  irregularidad, un acontecer que interrumpa la rutina para así evitar el acomodamiento o anquilosamiento de los factores que sostienen la estructura de mando.

Las crisis atemorizan a la nomenclatura. Impide veleidades que agudicen diferencias, y lo que sería nefasto,  una fractura del poder que conduciría inevitablemente al fin de lo que han construido por mas de cinco décadas y que  ha beneficiado solo a quienes detentan el poder.

Recordemos que en pleno proceso insurreccional el liderazgo de la revolución seleccionó el contrario sobre el cual iba a desarrollar una estrategia de sobrevivencia. Estados Unidos fue el elegido,  pero se aprecia a través de los años que no es el único. Todos los que no acaten sus mandatos y rechacen sus felonías, son enemigos a los que hay que destruir.

La muerte de Orlando Zapata Tamayo les ha robado la iniciativa y la ofensiva. Políticos, intelectuales y medios informativos en un número importante están actuando en contra de la dictadura. Las críticas son serias, firmes y no cesan. Dirigentes políticos de relevancia internacional, medios de prensa determinantes en la generación de la opinión pública y gobiernos que se han  balanceado entre la complicidad y el silencio,  han quebrado lanzas en su contra y demandan el fin de un sistema que niega todos los derechos.

La impunidad se les acaba y es de esperar que contraataquen con todos los medios que estimen conveniente. Tengamos presentes que el castrismo no busca dejar fuera de combate al contrario, sino eliminarlo de una vez por todas.

Un editorial del periódico Granma reseñaba "Arman alharaca también alrededor de las autodenominadas Damas de Blanco, quienes se prestan al juego enemigo y se sustentan con dólares salpicados de sangre cubana……………. cuya única sanción hasta hoy ha sido el repudio contundente y enérgico de nuestro pueblo en las calles". Sigue el editorial convocando a una marcha para el primero de Mayo donde "recibirán de nuestro pueblo y sus trabajadores una contundente e inequívoca respuesta del apoyo a la Revolución………..Más de medio siglo de combate permanente ha enseñado a nuestro pueblo que la vacilación es sinónimo de derrota".

El castrismo está consciente que no puede ceder un ápice por lo que  advierte a sus opositores, y los que están en el poder, pero imaginan  distanciarse de la ortodoxia castrista, que está dispuesto a luchar y pelear a como de lugar por sus intereses. La violencia no es para la dictadura un último recurso. Dosifican la violencia  y pueden fingir que parte de la cólera de un pueblo enfurecido.

Por otra parte, el régimen sabe que la oposición interna y externa cuenta con un amplio respaldo porque favorece un proceso pacifico hacia la democracia, sus métodos se rigen por la no violencia y la lucha cívica,  a pesar de las agresiones de que son objetos.

Un acto violento de opositores o disidentes le restaría simpatía y el apoyo con que cuentan, y provocar un acontecimiento así no es ajeno al cuantioso arsenal de tácticas de confrontación de la dictadura. Sería el pretexto ideal para una noche de San Bartolomé, como advirtiera el mismo periódico Granma cuando el incendio autoprovocado en el círculo infantil Le Van Than en La Habana, mayo de 1980.

Aquellos fueron los días de la embajada del Perú y los del  Mariel. El país estaba sacudido. Fueron tiempos de crisis en los que cualquier cosa podía ocurrir y un mensaje duro para los que pudieran querer pescar en río revuelto era conveniente.

Hoy los días son más duros  y si el maestro de los Castro, Adolfo Hitler, justificó la agresión a Polonia, con el simulado ataque a la emisora de Gliwitz, no es de dudar que sus aventajados discípulos, generen una acción en Cuba o en el exterior, que desacredite la imagen y propuestas de sus enemigos.

 

Pedro Corzo





El Silencio de los Cordero y el aullido de los Lobos

 

La muerte de Orlando Zapata Tamayo, los abusos a las Damas de Blanco y su grupo de apoyo, el posterior acoso a Reina Luisa Tamayo, madre del ultimo mártir del totalitarismo insular, es una infamia que se viene repitiendo desde los primeros días de enero de 1959, porque para el régimen y sus partidarios las calles son de Fidel y las cárceles y la muerte  para los opositores.

El castrismo y sus métodos han sobrevivido en parte por la debilidad moral de un amplio sector de la sociedad. Una mayoría silenciosa que aunque consciente de lo injusto y el fracaso del proyecto, acata sus mandatos o finge aceptarlos.

Entre ellos se encuentran los que prefieren no ver ni escuchar. Los que cumplen el oficio de sordos y ciegos. No importa lo que suceda en la casa vecina, lo que le ocurrió al amigo de la infancia, al compañero de trabajo o al familiar. Pueden no actuar en su contra, hasta compadecerse, pero se distancian con un lapidario "se lo buscó".

Pero no hay dudas que la columna vertebral del despotismo insular son las fuerzas armadas. Los cuerpos armados sirvieron en las guerras mercenarias, exportaron la subversión imperialista que patrocinó el castrismo por décadas y en su momento sustituyeron a las elites del ministerio del Interior, que en la opinión de muchos era el principal  sostén del régimen.  Ambas fuerzas siempre se han complementado y el resultado han sido décadas de terror, miseria y opresión.

De esta ecuación no se pueden excluir los funcionarios. Los que implementan las políticas administrativas del gobierno, estructuran las relaciones internacionales en base al chantaje y el soborno, y la nomenclatura intelectual que  arropa con talento asalariado las acciones más vergonzosas de la jerarquía. Entre estos últimos se destacan los que integran el aparato de propaganda del régimen, periodistas, escritores y artistas, que con sus inventivas confunden e intimidan a una parte de la población y desinforman al mundo exterior.

También están los cómplices con rostros, los que respaldan la dictadura a sangre y fuego. Hacen el trabajo sucio. Atemorizan, usan la violencia. Represores de oficio. Esbirros de corazón. Imparten las órdenes e interpretan a la perfección la voluntad de sus superiores,  y si estas no llegan a tiempo, no dudan en aplicar la fuerza para la que están entrenados. Morder, desgarrar, es su vocación de fe.

 

Pero lo que más repercute en el control absoluto de la sociedad cubana por su capacidad de intimidación, son las turbas divinas de la opresión. Sin ser un pilar fundamental amedrentan a los ciudadanos y ejercen influencia en la opinión pública mundial.  Ellos han asumido la doble moral como práctica de vida. En esa sumisión activa gritan, predican, vejan y hasta matan para lograr sobrevivir sin rasguño alguno la opresión que también les agobia continuando así  una existencia de corral que  les equipara a carneros, pero con colmillos de lobos.

Esos cómplices anónimos, esa multitud sin identidad que cambia de sujetos según las circunstancias, la localidad y el tiempo, pero que siempre esta dispuesta a aplastar y destruir a todo aquel que defiende su derechos de vivir a su manera y de rendirle culto y obra a sus convicciones, son quienes visten al régimen con una legitimidad que no es genuina porque es consecuencia del miedo colectivo, de un oportunismo ramplón que concluye que es mejor ser victimario que victima. Aguantar a cualquier precio es su consigna y aquellos que no lo hagan deben ser execrados porque rompen el equilibrio del sometimiento.

Esa masa anónima, de número variable, de rostros comunes, con el compromiso de hacer miserable la vida de los otros, es la carne, músculo y hueso del totalitarismo. Ellos son mas importantes para la imagen pública del régimen que el burócrata que administra, que los oficiales que comandan las tropas, coordinan la represión o dirigen una prisión. Sin ellos  no estarían Fidel y Raúl Castro, Ramiro Valdés o Ramón Machado Ventura.  Esa masa mezquina mata física y moralmente. Para ellos no hay fronteras en el abuso. Esa es la principal herencia del totalitarismo cubano.

 





El revisionismo Fidelista

 

EL REVISIONISMO  FIDELISTA

 

 

El modelo castrista, para identificar lo que Fidel Castro denomina como modelo cubano, siempre fue un fracaso. Nunca existió un modelo cubano, la economía de la isla con mínimas variantes siempre fue un clon de la soviética, la estructura política y militar se adecuó a la de la Madre Patria Socialista, al extremo que la propia constitución de 1976, aludía el compromiso de Cuba con la extinta Unión Soviética.

 

Castro apunta lo del fracaso, lo que desmintió posteriormente, como si el proyecto se hubiera desplomado por causas ajenas a la incapacidad  de los arquitectos. No admite errores de parte de los constructores. No hay arrepentimiento y menos aun reconocimientos de culpa. Simplemente acepta de manera festinada el fracaso del modelo pero sin asumir responsabilidades, como si sus acciones  en Cuba y otros muchos lugares del mundo no hubieran concluido en tragedias.

 

 No obstante si sus palabras pudieran ser escuchadas por los que defendieron con la vida el totalitarismo castrista y mataron para imponerlo, el revolcón alcanzaría el  grado diez en la escala Richter. Su afirmación deja sin fundamentos a todos los que han apoyado y promovido su proyecto, en particular a Hugo Chávez.

 

 El asesino de Ernesto Guevara debe estar dando gritos en el infierno; Arnaldo Ochoa se ha de estar cuestionando la validez de sus crímenes en Nicaragua, Angola y Etiopia; Manuel Piñeiro Losada, "Barbarrojas", sus esfuerzo por subvertir el continente a sangre y fuego y José Abhrantes se preguntará el por qué de los miles de fusilados, innumerables prisioneros políticos, torturados y desaparecidos que ha padecido el país durante todos estos años.

 

 

 

La voluntad de Castro de imponer "su modelo" en Cuba y su expansión al resto del hemisferio,  fue y continúa siendo costosa para todo el continente.

 

 Desde Turcio Lima, el Frente Farabundo Martí, el ELN colombiano y los Tupamaros uruguayos, solo por referir unos pocos ejemplos,  hasta llegar a Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, han defendido con violencia extrema el modelo que el dictador cubano impuso en la isla, como la meta fundamental de su quehacer político en sus respectivos países.

 

 Los zares vivos y muertos de la economía cubana también deben haber padecido la misma conmoción.  El Cordón de La Habana, la desecación de la Cienaga de Zapata, los F1 y F2, las fantásticas represas, las vacas enanas, las escuelas en el campo, una infinidad de proyectos fracasados que costaron sangre, sudor y lágrimas, cincuenta y un años después, el máximo líder afirma que no condujeron a ninguna parte.

 

 La economía cubana siempre ha sido dependiente. La isla no ha sido capaz de producir riquezas bajo la administración de los Castro. Los millonarios subsidios soviéticos, la masiva ayuda de Venezuela, los envíos monetarios de los exiliados se han ido por los vertederos del régimen, al igual que los millones de hombres y mujeres que creyeron en el trabajo voluntario, que apedrearon al prójimo, protagonizaron actos de repudio, sirvieron de carceleros y empuñaron fusiles para ejecutar a sus compatriotas.

 

 Los seguidores que le restan al castrismo, y en particular los que se comportaron como depredadores durante años de ceguera, deben estarse cuestionando su conducta.

 

 Ellos le dieron su vida entera, como dice su Zoe Valdez, así que es de suponer se pregunten, si les resta un átomo de cordura después de las manifestaciones de su dios, si valió la pena tanto sacrificio, tanto destruir la vida de los otros,  como han hecho por más de cinco décadas. 

 

La soberbia de Fidel Castro no le permitió ver que la URSS se desplomó a pesar de los cohetes balísticos intercontinentales y que si China comunista ha logrado sobrevivir,  ha sido por que ha impuesto junto al despotismo y ausencia de libertades públicas e individuales, el capitalismo más rapaz.

 

 Es importante destacar que durante la entrevista Fidel Castro no aludió a los derechos ciudadanos conculcados, simplemente fundamentó la invalidez de su modelo de gobierno en el fracaso económico del mismo, no como consecuencia de las limitaciones y derechos impuestos al individuo, lo que deja espacio para considerar, como dijo la analista Julia Sweig, que está dando su aprobación en particular para aquellos que puedan oponerse, a las reformas de carácter económico que debe iniciar Raúl Castro.

 

 De concesiones políticas cero, en ese aspecto los Castro consideran que su modelo ha sido todo un éxito.





domingo, 22 de agosto de 2010

LAS CARAS DE LULA


 

Luis Inacio Lula de Silva,  esta llegando al final de su mandato. Su presidencia ha sido un éxito no solo en lo que respecta al desarrollo interno de Brasil, sino también en la proyección del gigante sudamericano en el escenario mundial.

 

La historia del mandatario brasileño tiene mucho del Príncipe y Mendigo. De limpiabotas, obrero industrial, dirigente sindical,  fundó el Partido de los Trabajadores (PT), 1980,  un grupo compuesto por dirigentes gremiales,  ex guerrilleros,  intelectuales de izquierda y hasta personalidades provenientes de la Teología de la Liberación.

En 1990 junto a Fidel Castro organizó el Foro de Sao Paulo que pretende y lo ha logrado con éxito, reorganizar los partidos políticos y movimientos de la izquierda latinoamericana que habían resultado  muy afectados con el derrumbe del bloque comunista europeo.

El Foro, -es un aparato que  reúne organizaciones democráticas como el Partido de la Revolución Mexicana y el Frente Amplio de Uruguay, dirigentes políticos como Hugo Chávez y Evo Morales, también organizaciones de  narcoguerrilleros y terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -,  tiene como fin tomar el poder político en todos los países del hemisferio y refundar las naciones en base a los proyectos que auspicien sus dirigentes.

Si la gestión política de Lula da Silva ha sorprendido por una orientación económica que respeta las normas capitalistas, mayor asombro ha causado que con sus credenciales socialistas y en un periodo en el que América sufre una epidemia de reformas constitucionales que legitiman el despotismo electoral haya rechazado, a pesar de contar  con un amplio apoyo popular, la posibilidad de una segunda reelección.

Lula da Silva, sin el histerismo de sus aliados,  ha confrontado con éxito a Estados Unidos, le ha hecho conocer  cuales son sus intereses y que no cejara en su empeño porque estos se concreten. Ha buscado aliado fuera del continente y en los foros internacionales enfatiza sus diferencias con Washington, a la vez que insiste en lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y fortalecer la moneda nacional en detrimento del debilitado dólar. Hasta aquí un nacionalismo valido y respetable.

Pero el  mandatario brasileño tiene dos caras. Ha practicado la política de la manzana, blanco por dentro y rojo por fuera, en lo que respecta a su actitud ante los gobiernos populistas de izquierda que padece el continente. Es totalmente indulgente con sus camaradas del Foro de Sao Paulo,  que no cesan de tomar las medidas necesarias para instaurar dictaduras unipersonales con el misticismo del inexplicable socialismo del Siglo XXI.

Su silencio cómplice  ante los abusos de poder en que ha incurrido Hugo Chávez, los desmanes del presidente boliviano Evo Morales, el despotismo del ecuatoriano Rafael Correa y las manipulaciones de Daniel Ortega en Nicaragua, no se corresponde con la imagen de hombre tolerante y respetuoso de las ideas ajenas, que muestra a los gobiernos de los países mas desarrollados.  Lula solo enfrenta a sus aliados ideológicos, cuando estos afectan los intereses de Brasil, mientras tanto acepta sin protestar  las depredaciones contra los demócratas que en el marco de sus fronteras realizan sus homólogos de la Alianza Bolivariana de Las Américas.

La conducta de Da Silva en relación a Honduras ha sido escandalosa. Otro ejemplo de su doble moral es  su intensa labor personal a favor del ingreso de Cuba al Grupo de Rió y sus esfuerzo porque America Latina instrumente una Posición Común hacia Cuba, pero en este caso absolutamente complaciente. El presidente brasileño que ha viajado a Cuba en varias ocasiones,  nunca se ha interesado en promover una transición a la democracia en la isla. Presente en la memoria está la reunión con los Castro el mismo día de la muerte de Orlando Zapata Tamayo.

Lula ha actuado con extremo cinismo en sus relaciones con los demócratas del continente. Ha estado actuando como el policía "bueno" de la izquierda política del hemisferio, mientras Chávez y comparsa,  cumplen con el rol de "malo", pero que a fin de cuentas todos, Da Silva incluido,  quieren lo mismos: El poder para imponer sus convicciones.




URIBE, SANTOS Y EL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI

 

 

Juan Manuel Santos asumió la primera magistratura de Colombia, lo que sin dudas es un serio revés para el populismo de izquierda que en los últimos años se ha impuesto en el panorama político latinoamericano.

Cierto que antes de la toma de posesión de Santos,  Roberto Piñera había llegado al Palacio de la Moneda en Chile y Laura Chinchilla, sucedía en Costa Rica a Oscar Arias. Un voto de continuidad como apuntan analistas, similar al que acaba de tener lugar en Colombia.

Santos, el político que interpretó el concepto de la seguridad democrática de Álvaro Uribe, es la representación más genuina de los factores políticos, sociales y económicos que rechazan el modelo que impulsa en el continente el presidente venezolano Hugo Chávez.

El flamante mandatario, quien debe conocer mejor que cualquier otra persona los aciertos y errores de la gestión de Uribe, podría ser la mejor contrafigura del Socialismos del Siglo XXI, si decide proyectar sus ideas y gestiones al hemisferio, contrario a lo que hizo el mandatario saliente durante sus ocho años de gobierno.

Uribe, fue el mejor intérprete de las necesidades que encaraba su país en momentos que asumió el poder. La exaltación del presidente Santos al mandatario saliente, hace justicia a la labor que desempeñó Álvaro Uribe.

Uribe  que asumió la presidencia de Colombia en el 2002, hizo honor a su compromiso de neutralizar o destruir las guerrillas y las agrupaciones paramilitares que habían perdido sus objetivos originales cuando se asociaron al narcotráfico. Demoler esos grupos terroristas ocupó la mayor parte de su tiempo, pero también tuvo la habilidad de mejorar la economía del país y cambiar la imagen que muchos tenían de Colombia.  

Durante su gestión Uribe obtuvo éxitos indiscutibles. Cierto que se pueden encontrar sombras en su legado, pero ha entregado el poder después de ocho años de gobierno con una popularidad del 80 por ciento, cifras sin precedentes en el país, lo que significa que una amplia mayoría de sus  conciudadanos tienen en alta estima su gestión y consideran que cumplió en gran medida las promesas.

Procuró de todas las maneras posibles resolver el conflicto interno y fortalecer la democracia colombiana para lo que no dudó recurrir al apoyo de Washington y bombardear territorio ecuatoriano donde acampaban grupos terroristas de las FARC. También asumió la responsabilidad de enfrentar a Hugo Chávez cuando se percató que este era un aliado de las guerrillas y no un mediador en el conflicto.

Por otra parte demandó apoyo internacional para que los falsos insurgentes fueran calificados de terroristas y exigió el cese de la impunidad con la que operaban en varios países, pero en cambio nunca cuestionó aquellos gobiernos  que violaban los derechos de sus ciudadanos.

Con Chávez tuvo numerosos enfrentamientos que aunque provocados por el venezolano, siempre encontró a Uribe dispuesto a la conciliación, sin que tomara en cuenta los abusos y depredaciones que tenían lugar al otro lado de la frontera. De Cuba, de los hermanos Castro, de una dictadura de cincuenta y un año ni una referencia, a pesar de que en la isla residen terroristas de las FARC y el ELN. Su sentido de solidaridad fue de una sola vía.

A pesar del aislacionismo para evitar crisis que afectaran su proyecto central, siempre fue rechazado en alguna medida por los mandatarios asociados al presidente Chávez, que promueven políticas populistas o abiertamente socialistas. Un ejemplo es que en su segunda toma de posesión, faltaron cinco mandatarios afines al chavismo, el propio presidente Hugo Chávez, el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, el de Bolivia, Evo Morales, el argentino Néstor Kirchner y el uruguayo Tabaré Vázquez.

Santos debe tener presente que los enemigos de la democracia saben concertarse para generar desestabilización y caos. Son conscientes que su proyecto demanda expansión para sobrevivir. Actúan en base a intereses comunes, y a pesar de diferencias y encontronazos, son capaces de actuar con una estrategia de conjunto.

El continente necesita líderes democráticos con una visión integral capaces de resolver problemas domésticos y externos. Santos podría ser un factor clave en lograr la profundización de la democracia en América Latina. El hemisferio necesita líderes capaces de defender su país como lo hizo Álvaro Uribe, pero también que comprendan que la verdadera paz se consigue cuando el vecindario está tranquilo y que un quehacer ajeno a lo que ocurre en el entorno es cometer suicidio