lunes, 19 de octubre de 2009

CUBA: MEDIACION O NUEVA TRAICION


 

 

Las crisis políticas cubanas tienen una fuerte tendencia a la internacionalización y no es difícil establecer cuales son los determinismos históricos y geográficos que compulsan esa situación por muy domésticos que sean los conflictos.

 

Las oposiciones políticas cubanas a los distintos regímenes de fuerza que se han producido en la Isla, sin excluir la dictadura de los Castro, han sufrido históricamente el ingerencismo de factores extranacionales que se han abrogado la facultad de negociar con el "Poder" reivindicaciones que satisfagan sus intereses; ignorando y hasta rechazando los reclamos de la parte de la nación que se encuentra sojuzgada. Los factores internacionales que han participado en la crisis siempre han procurado un entendimiento, un ajuste de cuenta sin mayores trascendencias, en desmedro de los verdaderos intereses de la nación caribeña.

 

La historia de Cuba compila una serie de intervención-mediación que no han solucionado problema alguno, sino que sólo los han aletargado, para que con el curso de los años resurjan con energías más destructoras y avasallantes. Ejemplo de estas situaciones fue el desconocimiento por parte de EEUU. y España del derecho de los independentistas cubanos a participar en la firma de los Tratados de París con las consecuencias sicológicas y políticas que de esto derivaba y la política de mediación de EE.UU. en los finales de la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado en 1933, de donde saldría todopoderoso el dictador Fulgencio Batista, padre político del tirano Fidel Castro.

 

Es innegable que este mediacionismo ha creado en ciertos sectores políticos cubanos históricos y actuantes, una clara o nebulosa dependencia y un sentimiento subyacente de que tarde o temprano alguien le apoyará en los compromisos políticos que ha asumido, por lo que consideramos indudable la responsabilidad de esos mismos sectores en la constitución de una espiral mediacionista de intereses foráneos en conjunción con factores nacionales.

 

Este apoyo externo le posibilita, según el caso, evadir compromisos, catapultarse en la lucha por el poder o mantenimiento del mismo, al sostenerse en un aliado poderoso, y esto lo ejemplifica el dictador Castro con su sumisa actitud de dependencia de la extinta Unión Soviética, mientras ésta le garantizó un omnímodo poder; y también el de ciertos sectores de la oposición política cubana, que sustentan aún su estrategia en las consideraciones de Washington y no son capaces de desarrollar proyectos propios, independientes a poderes extranjeros.

 

La internacionalización del conflicto cubano preocupa, no porque otras naciones colaboren en la búsqueda de soluciones, sino porque cada vez que el pueblo de la Isla se aboca a la solución de sus tragedias se producen mediaciones o intervenciones que tienden a procurar un entendimiento con el Poder, desconociendo las genuinas aspiraciones de la nación y lamentablemente, hemos podido percibir que la historia tiende a repetirse en este caso, pues los EE.UU. están deseosos de arrancar del dictador antillano la promesa de democratizar al régimen; ya que en la óptica política estadounidense, al parecer, solo el castrismo puede garantizar una cierta estabilidad política; de cierta manera Rusia, heredera política de la URSS, conserva con La Habana cierta relación especial, la base de Lourdes es una reminiscencia imperial, y algunos de nuestros "hermanos" latinoamericanos procuran mantener a Castro en el poder, porque les sirve como vector de amenazas interpuestas contra EE.UU. y símbolo de los extremos a que puede llegar América Latina si Washington no es más justo en su política exterior.

 

Preocupa que muy pocos factores internacionales tomen en cuenta, en sus propuestas de una democratización de Cuba, a la oposición democrática cubana que se encuentra en la Isla agrupada en diversos movimientos contestatarios que sufren la criminal represión de la dictadura o las fuerzas opositoras del destierro, y por eso nos alarmamos ante los nuevos mediacionistas que solo quieren ver a través de los ojos de Castro los cambios que deben producirse en la Isla.

 

Pedro Corzo

Enero 2002