martes, 30 de marzo de 2010

Los Lobos y Carneros del Castrismo

 

La atrocidades cometidas contra las Damas de Blanco y su grupo de apoyo en La Habana, durante este séptimo aniversario de la Primavera Negra, es una infamia que se viene repitiendo desde los primeros días de enero de 1959, porque para el régimen y sus partidarios las calles son de Fidel y las cárceles y la muerte  para los opositores.

El castrismo y sus métodos han sobrevivido en parte por la debilidad moral de un amplio sector de la sociedad, una mayoría silenciosa que aunque consciente de lo injusto y el fracaso del proyecto, acata sus mandatos o finge aceptarlos.

Entre ellos se encuentran los que prefieren no ver ni escuchar. Los que cumplen el oficio de sordos y ciegos. No importa lo que sucede en la casa vecina, lo que le ocurrió al amigo de la infancia, al compañero de trabajo o al familiar. No actúan en su contra, pueden hasta compadecerse, pero se distancian con un lapidario "se lo buscó".

Pero no hay dudas que la columna vertebral del despotismo insular son sus fuerzas armadas. Los cuerpos armados sirvieron en las guerras mercenarias, exportaron la subversión imperialista que patrocinó el castrismo por décadas y en su momento sustituyeron a las elites del ministerio del Interior, que en la opinión de muchos era el principal  sostén del régimen.  Ambas fuerzas se han complementado y el resultado han sido décadas de terror, miseria y opresión.

De esta ecuación no se pueden excluir los funcionarios. Los que implementan las políticas administrativas del gobierno, estructuran las relaciones internacionales en base al chantaje y el soborno, y la nomenclatura intelectual que  arropa con talento asalariado las acciones más vergonzosas de la jerarquía. Entre estos últimos se destacan los que integran el aparato de propaganda del régimen, periodistas, escritores y artistas, que con sus inventivas confunden e intimidan a una parte de la población y desinforman al mundo exterior.

También están los cómplices con rostros, los que respaldan la dictadura a sangre y fuego. Hacen el trabajo sucio. Atemorizan, usan la violencia. Represores de oficio. Esbirros de corazón. Imparten las órdenes e interpretan a la perfección la voluntad de sus superiores,  y si estas no llegan a tiempo, no dudan en aplicar la fuerza para la que están entrenados. Morder, desgarrar es su vocación de fe.

 

Pero lo que más repercute en el control absoluto de la sociedad cubana, por su capacidad de intimidación, son las turbas divinas de la opresión. Sin ser un pilar fundamental, atemorizan a los ciudadanos y ejercen influencia en la opinión pública mundial.  Ellos han asumido la doble moral como práctica de vida. En esa sumisión activa, gritan, predican, vejan y hasta matan para lograr sobrevivir sin rasguño alguno la opresión que también les agobia, continuando así  una existencia de corral que  les equipara a carneros, pero con colmillos de lobos.

Esos cómplices anónimos, esa multitud sin identidad, que cambia de sujetos según las circunstancias, la localidad y el tiempo, pero que siempre esta dispuesta a aplastar y destruir a todo aquel que defiende su derechos de vivir a su manera y de rendirle culto y obra a sus convicciones, son quienes visten al régimen con una legitimidad que no es genuina porque es consecuencia del miedo colectivo, de un oportunismo ramplón que concluye que es mejor ser victimario que victima. Aguantar a cualquier precio es su consigna, al igual que aquellos que no lo hagan, deben ser execrado porque rompen el equilibrio de la sumisión.

Esa masa anónima, de número variable, de rostros comunes, con el compromiso de hacer miserable la vida de los otros, es la carne, músculo y hueso del totalitarismo. Ellos son mas importantes para la imagen pública del régimen que el burócrata que administra, que los oficiales que comandan las tropas, coordinan la represión o dirigen una prisión. Sin ellos  no estarían Fidel y Raúl Castro, Ramiro Valdés o Ramón Machado Ventura.  Esa masa mezquina mata físyca y moralmente. Para ellos no hay fronteras en el abuso. Esa es la principal herencia del totalitarismo cubano.

 

Pedro Corzo








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domingo, 21 de marzo de 2010

CLAMOR DEL SILENCIO

 

 

 

La prisión es agobiante bajo cualquier gobierno, pero cuando se cumple cárcel en condiciones como las que caracterizan a un régimen como el cubano se transita en la angustia. El sistema es destructivo. La familia tiene que estar unida por lazos muy firmes para sobrevivir. Los amigos son reprimidos por las fuerzas policiales, e intimidados por las sociales.

 

El prisionero tiene que  poseer  unas reservas morales muy fuertes para  soportar el aislamiento, un virtual dejar de existir porque se hace real la vieja expresión de la muerte en vida. Las comunicaciones con el mundo exterior son escasas y controladas por las autoridades, y si a eso sumamos la censura sistemática a todo tipo de información,  se constituye un muro invisible que oprime hasta la asfixia.

 

Por lo anterior una huelga de hambre en una prisión totalitaria es una acción dramática que puede fácilmente concluir en tragedia. Una elección particularmente peligrosa en cualquier situación, es posiblemente catastrófica cuando tiene lugar en un estado donde no hay opinión pública, donde las denuncias al interior del país no pasan de ser un heroico susurro que vence el miedo que muchos comparten.

 

La solidaridad con el desafecto implica peligros. Represión, pérdida de empleos. Marginación. El respaldo a un huelguista implica cruzar la frontera y pasar al bando de los reprimidos, de los odiados.

 

El control de la información al interior del país es amplio y profundo. Se conoce solo lo que el gobierno quiere, se comenta en público lo que las autoridades permiten y la versión oficial, si es que existe de lo que ocurre, se sustenta en el descrédito del huelguista.

 

El mundo exterior por mucho tiempo no conocía lo que ocurría en las prisiones cubanas. En el presente la dictadura no puede esconder todos sus sucios secretos. El monopolio que ejerce sobre la información tiene fisuras,  y al fin las personas han empezado a ver y escuchar lo que ocurre en la isla de los hermanos Castro.

 

Una huelga de hambre bajo el castrismo tiene dimensiones  homéricas. Es un paso que puede ser fatal y definitivo en todos los ordenes: se puede morir, quedar invalido, lisiado de por vida o lo que es peor, perder el respeto de tus compañeros si dejas el calvario antes que se asuma una postura en común, o tus propios amigos te lo exijan.

 

Las huelgas de hambre son sin dudas un instrumento de protesta, una estrategia, una acción para llamar la atención, un reclamo de  respeto a tus derechos, un medio de presión para lograr un objetivo determinado, como dirían los militares, una táctica en la que no vas a usar todos tus recursos. El objetivo puede ser llamar la atención, lograr un propósito, consciente de que no debes empeñar la vida.

 

Sin embargo una huelga de hambre puede convertirse en el ultimo combate de la existencia por una decisión conciente que se puede tomar en el desarrollo de la misma, o simplemente porque tu cuerpo no soportó la fatiga de la batalla.

 

También hay quienes hacen una huelga de hambre con la intención precisa de echar la batalla final. De darlo todo por sus convicciones, Pedro Luis Boitel fue uno de ellos. En su última huelga no quiso informar a las autoridades. Escogió su manera de morir.

 

El heroísmo de Orlando Zapata Tamayo, su férrea voluntad, las muchas huelgas que realizó, también parecen indicar que escogió concientemente la ruta de la inmolación, del sacrificio supremo por sus ideales. El clamor de su cuerpo ha conmovido al mundo y ante esas convicciones no hay dictadura que valga, el individuo se impone al poder por grande que este sea.

 

Todo parece indicar que ellos y muchos otros partieron a la huelga consciente de que seria su final. Eligieron morir así. Fue su grito personal, un corajudo grito de silencio al sistema, un estoy preso pero aun así no has podido vencerme, aniquilarme, lo único que me queda son los huesos y la piel y los voy a dejar en esta vía por mi propia voluntad y sin tu intervención. Un acto de total y absoluta independencia.

 

Rechazar alimentos por un periodo corto de tiempo, dice Amado Rodríguez, 29 días en huelga de hambre, exige disciplina, concentración y la convicción suficiente para no ceder ante los reclamos del cuerpo, pero cuando la decisión se extiende y se suman los días y las debilidades, y solo queda el recurso de las fuerzas morales para enfrentar las demandas de una humanidad que se derrumba, es cuando en verdad el  huelguista se percata que tiene que nutrirse de su espíritu, viajar hasta los mas profundo de su ser para desgajarse de todo aquello que se ha vuelto lastre porque su objetivo en ese momento es  darse a la causa, transformarse en la luz que marcara el derrotero de los que podrán materializar los ideales.

 

Han sido muchas de 1959 a la fecha las huelgas de hambres que han realizado los presos en Cuba. Huelgas individuales y colectivas, como una en La Cabaña, 1968, en la que se involucraron mas de ochocientos prisioneros políticos.  Algunas huelgas incluían no beber agua, como la que relató el ya fallecido, Jorge Rodríguez Muro. Recuerdo todavía su relato, fue en la cárcel de Remedios, la desesperación de una sed de siete días, sin atención medica de ningún tipo,  que venció porque el enemigo satisfizo sus demandas.

 

El Dr. Alberto Fibla González, ex prisionero político cubano, que además de médico también participó en varias huelgas de hambre refiere en el libro Cuba y Castrismo Huelgas de Hambre en el Presidio Político, de José Antonio Albertini: "Una huelga de hambre es un proceso terrible. Un huelguista está agonizando después del vigésimo día sin ingerir alimentos. El hambre es insoportable. Comienza con esa sensación de vacío que todos conocemos. Más tarde, poco a poco, van faltando las fuerzas. La debilidad progresa y se adueña del cuerpo dolorosamente. Aparecen los vómitos que deshidratan, al mismo tiempo que se experimenta frialdad, palidez y sudoración pegajosa. La vista merma de día en día y se convierte en una nube que distorsiona paredes y rejas. Las piernas parecen despegarse del cuerpo. La continuidad del proceso fabrica un inválido de piernas rígidas e insensibles. La piel se va aplastando contra el hueso, como si fuera a fundirse con él. Esto que digo no es más que el preludio obligado que conduce, si la postura se mantiene, a una muerte lenta y angustiosa".

 

Es justo que citemos los al menos 12 prisioneros políticos cubanos que han perecido en huelgas de hambre: Roberto López Chávez, Luis Álvarez Ríos,  Francisco Aguirre Vidarrueta, Carmelo Cuadra Hernández, Pedro Luis Boitel,  Enrique García Cuevas,  Olegario Charlot Spileta, José Barrios Pedré, Reinaldo Cordero Izquierdo, Santiago Roche Valle, Nicolás González Regueiro, Orlando Zapata Tamayo,

Lamentablemente las huelgas de hambres se han llevado a muchos compañeros, pero muchos más han quedado quebrantados de por vida, de una forma u otra la ruda prisión cubana ha dejado sus huellas, pero a veces se aprecian mas en aquellos que con un coraje ejemplar asumieron el derecho divino de morir a su manera, pero que por diversas razones y motivos sobrevivieron a su empeño de partir como querían.

 

 

Pedro Corzo

Marzo 2009








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martes, 9 de marzo de 2010

ESCLAVOS DEL PODER

 

Los vínculos que existen entre los gobiernos de Cuba y Venezuela no tienen precedentes en otros países del hemisferio americano, y solo es posible apreciarlos, salvando las diferencias, en las relaciones que sostuvieron Italia y Alemania en el período previó a la Segunda Guerra Mundial y durante el propio conflicto.

Adolfo Hitler sentía veneración por Benito Mussolini. El dictador alemán después de entrevistarse con su par italiano llegó a decir que El Duce era en su opinión el hombre más importante y relevante que había nacido en los últimos mil años, una subordinación que tiene muchas semejanzas con la que Hugo Chávez práctica con Fidel Castro.

Sin embargo, Mussolini sentía un profundo desprecio por Hitler, le criticaba fuertemente y hasta entre sus mas allegado calificaba al líder alemán de histérico con inclinación al  homosexualismo. Hasta el presente ignoramos la opinión personal que tiene el déspota cubano sobre el caudillo venezolano. Las apariencias aparentan una amistad sólida de ambas partes, pero recordemos que las "apariencias a veces engañan".

El germano nunca imaginó lo que sentía realmente el italiano por él y la verdad histórica es que siempre le admiró, y le prestó,  durante la segunda gran guerra,  un apoyo político y militar que la parte italiana nunca compensó. Sin dudas que aquella relación fue muy peculiar,  ya que el Poderoso, Hitler, dependía emocionalmente de un dictador débil política y militarmente como Benito Mussolini.

Aquí encontramos otra analogía entre Fidel Castro y Hugo Chávez. Es Venezuela quien subsidia al régimen de La Habana, pero es Caracas la que parece estar sometida a la voluntad de dictador antillano. Fidel Castro y lo que él significa ha seducido al presidente venezolano de manera vergonzosa. Las referencias constantes de Chávez al dictador cubano, y el hecho de representar las acciones y decisiones de Castro como si hubieran sido ejecutados por una divinidad, demuestran su incapacidad para actuar en base a sus propios razonamientos e ideología.

La fascinación que siente  Hugo Chávez ante Castro es tan enfermiza como la que padeció Adolfo Hitler en relación a Mussolini.

Alemania como consecuencia de la incapacidad de Mussolini, se vio obligada a ocupar Italia en 1943,  lo que permitió al dictador conservar el poder por un breve periodo de tiempo.  El Reich envío inútilmente a la península decenas de miles de toneladas de armas y grandes cantidades de combustible que nunca fueron usados por las fuerzas italianas. Mas aun, cuando El Duce fue depuesto y arrestado,  Hitler ordenó un rescate digno de una película de aventuras, bajo el comando de Otto Skorzeni. Poco después le inventó en el norte de Italia, la  República  de Salo, una ficción que le permitió a Mussolini imaginar que seguía gobernando, pero que no le hizo cambiar el sentimiento de desprecio que sentía por su aliado nazi.

Es interesante y si se hace referencias a las semejanzas, también hay que destacar las diferencias, El Duce nunca se sometió a Hitler, de la manera en que lo hace Chávez con Castro.

Mussolini estaba consciente que para que él y su régimen sobrevivieran tenían que aceptar la arrogancia y el poder alemán, pero en el caso cubano venezolano no es así, es el régimen de La Habana y no el de Caracas el dependiente. Cuba no puede sobrevivir con sus propios recursos y necesita los subsidios de Venezuela,  pero son los cubanos los que con los bienes venezolanos han hecho acto de presencia en ese país de manera hegemónica.

El gobierno de Venezuela ha permitido  prácticamente una invasión de funcionarios cubanos, civiles y militares, que según los entendidos, controlan la mayor parte de la administración, y ejercen influencia y un relativo control sobre las fuerzas de seguridad pública y los organismos armados del estado.

Desde Cuba han llegado a Venezuela miles de personas, algunos especialistas o técnicos en  ciertas  ramas del conocimiento, pero la mayoría son asesores o instructores en el dudoso oficio de imponer métodos que permitan implementar en el país sudamericano un régimen con la capacidad de sobrevivencia del cubano.

El presidente Hugo Chávez, a pesar de que el régimen de La Habana solo ha sido eficiente en la consumación  del control de la información y la expresión ciudadana, junto a la constitución de una fuerza política y de espionaje de excelencia,  ha supeditado a la autoridad de los Castro la soberanía de su país y tomado a Cuba como modelo de gobierno a seguir.

En un esfuerzo de objetividad es muy difícil identificar cabalmente a Hugo Chávez y Fidel Castro con  cualquiera de los dos déspotas fascistas, aunque repetimos que hay semejanzas entre los cuatros, pero mas allá de esas similitudes hay una verdad ajena a cualquier especulación y es que Mussolini aceptó la ingerencia alemana por el poder con que contaba ese país, pero Chávez aprueba la cubana por una subordinación a  Fidel Castro que linda con la humillación. Si lo hace por devoción o conveniencia es otra pregunta que no cambia la opinión que cada uno podemos hacernos del gobernante que deshonra la espada de Bolívar. 

En fin, la relación Hugo Chávez y Fidel Castro, tendrán semejanzas y diferencias a las que sostuvieron Benito Mussolini y Adolfo Hitler, pero hay una constante invariable entre estos cuatro apocalípticos jinetes,  y es que gustan del Poder por encima de todo lo demás y que para conseguirlo y conservarlo,  son capaces de cualquier cosa.



Pedro Corzo


De Boitel a Zapata Tamayo.


 

Orlando Zapata Tamayo hizo uso del derecho de todo individuo a elegir  su forma de vivir. Rechazó la doble moral, la hipocresía sistemática y la simulación que solo conduce a la abyección, a morir en cadenas que no es vivir.

Zapata, después de haber optado por ejercer su soberanía personal en la medida que le dictaban sus ideales, al igual que Pedro Luis Boitel y al menos una decena más de prisioneros políticos cubanos,  asumió otro derecho supremo, el de elegir la forma de morir.

Recurrir a una huelga de hambre para demandar derechos es una acción extrema. Muchos se oponen a una práctica que cuando no termina en tragedia, deja huellas irreparables en el individuo. Las lesiones heredadas son demoledoras y pueden arrastrarse por toda la existencia si se sobrevive.

Los motivos  que impulsan a un individuo a declararse en huelga de hambre deben ser muy graves y bien estudiadas sus secuelas, tanto en el orden moral como el corporal, porque es una decisión con grandes posibilidades de pasar del drama a la tragedia en menos de un suspiro. Las huelgas de hambre son funestas, aunque el desenlace no sea fatal.

Cuando Orlando Zapata Tamayo,  arribó a los  5 años y diez días de haber nacido,  no podía imaginar que en la prisión del Castillo del Príncipe,  La Habana, había fallecido, mayo de 1972,  Pedro Luis Boitel, un joven dirigente estudiantil que por 53 días había realizado una huelga de hambre.

Zapata Tamayo, albañil y plomero, cumplía una sanción de 36 años de cárcel cuando decidió en la prisión de Kilo 8,  Camaguey,  iniciar una huelga de hambre que terminó con su vida 83 días después. Zapata al igual que Pedro Luis,  se negó a recibir alimentos  en numerosas ocasiones durante su encarcelamiento. La huelga fue un recurso al que recurrió para reclamar sus derechos y el de sus compañeros de infortunio.

El militante del Movimiento Alternativa Republicana, encarcelado durante la denominada Primavera Negra de Cuba, marzo de 2003, acumuló en los numerosos procesos a que fue sometido una sanción de 36 años de cárcel, a pesar de que fue condenado en un primer proceso a tres años de prisión.

Zapata Tamayo al igual que Boitel, recibió severas golpizas y cumplió un doloroso periplo que le llevó a las cárceles castristas de mayor severidad entre ellas, Taco Taco,  Kilo 8, la prisión provincial de Holguín, entre otras, en algunas de ellas, como Guanajay que, en tiempos diferentes, compartió el doloroso espacio con Pedro Luis Boitel.

Al menos una docena de cubanos prisioneros políticos  han muerto como consecuencia de las huelgas de hambre realizadas en los calabozos castristas. La cifra exacta tal vez nunca se conozca,  las pesquisas que se han hecho al respecto, a pesar del esfuerzo y la seriedad de los investigadores, no han sido suficientes  porque el control sobre la información que ha ejercido la  dictadura es mucho más severo en los índices que pueden mostrar la crueldad extrema del sistema.

Hay quienes afirman que la huelga de hambre esta en la ruta del suicidio, pero es justo destacar que independientemente  a como se enjuicie, es una decisión que demanda fuertes convicciones. Es una vía dolorosa que lleva a una muerte inexorable, aunque sea  a plazos.

La huelga de hambre ha sido usada a través de la historia y en diferentes circunstancias como  un instrumento de lucha. Con ese tipo de  huelga se buscan beneficios, mejores condiciones de vida y también demostrarle al enemigo  que aunque se esté en la celda más oscura y en el rincón mas abyecto y olvidado del mundo, la dignidad no se ha perdido y se conserva el derecho supremo de usar el cuerpo como único escudo en una batalla final en que la vida es el único don a entregar.

Orlando Zapata Tamayo se dio por entero a Cuba. Regaló su vida, cuando muchos en la mezquindad de sus miserias callan y rinden culto a la dictadura, una vez mas, pero no muchas, es válidas aquella expresión de José Martí, "Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza terrible contra quienes roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres. Va un pueblo entero, va la dignidad humana"
 
Pedro Corzo
Febrero 2010