lunes, 27 de septiembre de 2010

CHAVEZ, ¡ESE HOMBRE ESTA LOCO!

 

Es de suponer que cuando Hugo Chávez supo que Castro había dicho que el modelo cubano estaba en bancarrota debió haber gritado ¡Ese hombre esta loco!, porque  en realidad el Máximo le serruchó el piso al comandante como  se dice en Venezuela, en una palabra, lo dejó sin escaleras, colgado de la brocha.

El mandatario venezolano, que enfrenta elecciones este mes, la ha prometido a sus nacionales el mar de la felicidad cubano, un arquetipo de desarrollo que el propio Castro ha dicho que ya no  puede ser navegado ni por los propios isleños.

Cierto que el viejo dictador no perdió tiempo e intentó rectificar, pero el tiro le salio por la culata porque el periodista Jeffrey Goldberg y la académica Julia Sweig, no se dejaron intimidar por el comandante y ratificaron que Castro había dicho "el modelo cubano no funciona ni siquiera para nosotros".

Las declaraciones de Castro le dieron la vuelta al mundo porque era el reconocimiento explicito de un fracaso de mas de cinco décadas que a sangre y fuego se trató de exportar e imponer en otros países, y que por su cumplimiento un sector del pueblo de Cuba se sacrificó y la otra parte fue sacrificada.

Lo dicho por Castro no fue reproducido en la isla por los medios nacionales. Paradójicamente el censor había sido censurado y los que en Cuba  se enteraron de sus manifestaciones, fueron los que escuchan la radio extranjera o tienen acceso a publicaciones de igual origen.

Sus confesiones no eran políticamente correctas, así que  la población conoció la rectificación de Fidel Castro cuando fue publicada en Granma y Juventud Rebelde, que por dos días ignoraron  lo que había dicho a la revista The Atlantic.

 Los  titulares de los libelos del régimen, una vez más acusaron de sus errores y desgracias al mundo exterior. Ambos medios informativos titulaban que Fidel Castro de nuevo había tenido que enfrentarse a la manipulación mediática y al aparato publicitario del imperialismo que había intentado tergiversar sus respuestas.

Ahora bien no debemos engañarnos y en honor a la verdad hay una parte del modelo castrista que le ha  sido extremadamente exitosa a sus promotores y es la que sin dudas Hugo Chávez ansia instaurar en Venezuela,  y es la que esta relacionado con el control político que el poder central ejerce sobre toda la sociedad.

Hugo Chávez a quien muchos de sus rivales y enemigos subestiman, ha ido imponiendo de manera escalonada y selectiva los aspectos del modelo político cubano que le posibiliten conservar el poder.

Chávez y sus asesores cubanos y los que no lo son, están consciente que los tiempos han cambiado. La prisa, y así se dice en Venezuela, solo deja cansancio, por lo que el mandatario va lento pero aplastante en el oficio de imponer una formula política que adecua las normas cubanas a su país y la época.

No se impone la censura, no se confiscan los medios. Se quitan las concesiones, se persigue y acosan a los periodistas y propietarios de medio, se les obliga al exilio para no ir a prisión, se niegan pautas publicitarias y se crean numerosos medios de prensa oficiales. El plan es la asfixia lenta hasta su extinción, el resultado final es el mismo de Cuba, la censura total.

No se persigue a los ricos por serlos sino por ser independientes. Chávez ha creado una clase denominada la boli burguesía, partidarios suyos con capacidad empresarial que se han enriquecido vertiginosamente y que reciben todos los privilegios que un estado centralizado puede conceder.

La distribución de los bienes, de las riquezas pasa a ser potestad del estado. El control de la moneda, del comercio exterior y hasta del abastecimiento del país es una función que se politiza y pasa al rango de que quién asuma el modelo recibe la zanahoria, y el que lo enfrenté el garrote.

La sociedad civil aunque sigue firme en su empeño de no dejarse aplastar, es acosada y cada día más limitada en el ejercicio de sus libertades, porque enfrenta organismos paralelos de claro carácter gubernamental que practican la violencia sin que reciban por parte de las autoridades las sanciones pertinentes.

La educación es un objetivo fundamental. Demonizar, cuestionar y ahogar la educación privada es un objetivo no menos importante que destruir los valores que promueve la Iglesia, lo que hace necesario atacar a los conductores de ésta.

Los partidos políticos no han sido prohibidos y todavía se producen comicios plurales, pero los controles de la maquinaria electoral están en sus manos, incluyendo la cedulación y el Consejo Nacional Electoral. Cientos de miles extranjeros, incluyendo miles de cubanos, tienen cédulas para votar en los comicios.

Las elecciones existen, pero solo un milagro puede hacer posible que la oposición triunfe. Se necesita una participación masiva para que se respete la voluntad popular.

Las pautas que determinan el delito político se hacen tan amplias que se empieza a condenar por pensar, el denominado crimental de George Orwel. Se montan conspiraciones y atentados, incluyendo magnicidios,  que sirve como pretextos para encarcelar y perseguir como ha sido el caso del ingeniero Alejandro Peña Esclusa, y otros muchos más, que se encuentra en prisión por pensar libremente y reclamar respeto a sus derechos.




jueves, 16 de septiembre de 2010

Una Provocación Anunciada

 

La dictadura cubana siempre se ha nutrido de las crisis que genera,  o aquellas que por sus actuaciones provoca. El régimen no soporta una gráfica plana, sin accidentes. Una de las características del gobierno de La Habana es su agresividad. Los Castro no acostumbran a reaccionar sino a provocar a enemigos y adversarios. Estar a la ofensiva les ha sido altamente productivo, y no tienen porque cambiar la estrategia.

Para las autoridades de la isla es fundamental una acción protagónica en el ejercicio del gobierno, una constante  irregularidad, un acontecer que interrumpa la rutina para así evitar el acomodamiento o anquilosamiento de los factores que sostienen la estructura de mando.

Las crisis atemorizan a la nomenclatura. Impide veleidades que agudicen diferencias, y lo que sería nefasto,  una fractura del poder que conduciría inevitablemente al fin de lo que han construido por mas de cinco décadas y que  ha beneficiado solo a quienes detentan el poder.

Recordemos que en pleno proceso insurreccional el liderazgo de la revolución seleccionó el contrario sobre el cual iba a desarrollar una estrategia de sobrevivencia. Estados Unidos fue el elegido,  pero se aprecia a través de los años que no es el único. Todos los que no acaten sus mandatos y rechacen sus felonías, son enemigos a los que hay que destruir.

La muerte de Orlando Zapata Tamayo les ha robado la iniciativa y la ofensiva. Políticos, intelectuales y medios informativos en un número importante están actuando en contra de la dictadura. Las críticas son serias, firmes y no cesan. Dirigentes políticos de relevancia internacional, medios de prensa determinantes en la generación de la opinión pública y gobiernos que se han  balanceado entre la complicidad y el silencio,  han quebrado lanzas en su contra y demandan el fin de un sistema que niega todos los derechos.

La impunidad se les acaba y es de esperar que contraataquen con todos los medios que estimen conveniente. Tengamos presentes que el castrismo no busca dejar fuera de combate al contrario, sino eliminarlo de una vez por todas.

Un editorial del periódico Granma reseñaba "Arman alharaca también alrededor de las autodenominadas Damas de Blanco, quienes se prestan al juego enemigo y se sustentan con dólares salpicados de sangre cubana……………. cuya única sanción hasta hoy ha sido el repudio contundente y enérgico de nuestro pueblo en las calles". Sigue el editorial convocando a una marcha para el primero de Mayo donde "recibirán de nuestro pueblo y sus trabajadores una contundente e inequívoca respuesta del apoyo a la Revolución………..Más de medio siglo de combate permanente ha enseñado a nuestro pueblo que la vacilación es sinónimo de derrota".

El castrismo está consciente que no puede ceder un ápice por lo que  advierte a sus opositores, y los que están en el poder, pero imaginan  distanciarse de la ortodoxia castrista, que está dispuesto a luchar y pelear a como de lugar por sus intereses. La violencia no es para la dictadura un último recurso. Dosifican la violencia  y pueden fingir que parte de la cólera de un pueblo enfurecido.

Por otra parte, el régimen sabe que la oposición interna y externa cuenta con un amplio respaldo porque favorece un proceso pacifico hacia la democracia, sus métodos se rigen por la no violencia y la lucha cívica,  a pesar de las agresiones de que son objetos.

Un acto violento de opositores o disidentes le restaría simpatía y el apoyo con que cuentan, y provocar un acontecimiento así no es ajeno al cuantioso arsenal de tácticas de confrontación de la dictadura. Sería el pretexto ideal para una noche de San Bartolomé, como advirtiera el mismo periódico Granma cuando el incendio autoprovocado en el círculo infantil Le Van Than en La Habana, mayo de 1980.

Aquellos fueron los días de la embajada del Perú y los del  Mariel. El país estaba sacudido. Fueron tiempos de crisis en los que cualquier cosa podía ocurrir y un mensaje duro para los que pudieran querer pescar en río revuelto era conveniente.

Hoy los días son más duros  y si el maestro de los Castro, Adolfo Hitler, justificó la agresión a Polonia, con el simulado ataque a la emisora de Gliwitz, no es de dudar que sus aventajados discípulos, generen una acción en Cuba o en el exterior, que desacredite la imagen y propuestas de sus enemigos.

 

Pedro Corzo





El Silencio de los Cordero y el aullido de los Lobos

 

La muerte de Orlando Zapata Tamayo, los abusos a las Damas de Blanco y su grupo de apoyo, el posterior acoso a Reina Luisa Tamayo, madre del ultimo mártir del totalitarismo insular, es una infamia que se viene repitiendo desde los primeros días de enero de 1959, porque para el régimen y sus partidarios las calles son de Fidel y las cárceles y la muerte  para los opositores.

El castrismo y sus métodos han sobrevivido en parte por la debilidad moral de un amplio sector de la sociedad. Una mayoría silenciosa que aunque consciente de lo injusto y el fracaso del proyecto, acata sus mandatos o finge aceptarlos.

Entre ellos se encuentran los que prefieren no ver ni escuchar. Los que cumplen el oficio de sordos y ciegos. No importa lo que suceda en la casa vecina, lo que le ocurrió al amigo de la infancia, al compañero de trabajo o al familiar. Pueden no actuar en su contra, hasta compadecerse, pero se distancian con un lapidario "se lo buscó".

Pero no hay dudas que la columna vertebral del despotismo insular son las fuerzas armadas. Los cuerpos armados sirvieron en las guerras mercenarias, exportaron la subversión imperialista que patrocinó el castrismo por décadas y en su momento sustituyeron a las elites del ministerio del Interior, que en la opinión de muchos era el principal  sostén del régimen.  Ambas fuerzas siempre se han complementado y el resultado han sido décadas de terror, miseria y opresión.

De esta ecuación no se pueden excluir los funcionarios. Los que implementan las políticas administrativas del gobierno, estructuran las relaciones internacionales en base al chantaje y el soborno, y la nomenclatura intelectual que  arropa con talento asalariado las acciones más vergonzosas de la jerarquía. Entre estos últimos se destacan los que integran el aparato de propaganda del régimen, periodistas, escritores y artistas, que con sus inventivas confunden e intimidan a una parte de la población y desinforman al mundo exterior.

También están los cómplices con rostros, los que respaldan la dictadura a sangre y fuego. Hacen el trabajo sucio. Atemorizan, usan la violencia. Represores de oficio. Esbirros de corazón. Imparten las órdenes e interpretan a la perfección la voluntad de sus superiores,  y si estas no llegan a tiempo, no dudan en aplicar la fuerza para la que están entrenados. Morder, desgarrar, es su vocación de fe.

 

Pero lo que más repercute en el control absoluto de la sociedad cubana por su capacidad de intimidación, son las turbas divinas de la opresión. Sin ser un pilar fundamental amedrentan a los ciudadanos y ejercen influencia en la opinión pública mundial.  Ellos han asumido la doble moral como práctica de vida. En esa sumisión activa gritan, predican, vejan y hasta matan para lograr sobrevivir sin rasguño alguno la opresión que también les agobia continuando así  una existencia de corral que  les equipara a carneros, pero con colmillos de lobos.

Esos cómplices anónimos, esa multitud sin identidad que cambia de sujetos según las circunstancias, la localidad y el tiempo, pero que siempre esta dispuesta a aplastar y destruir a todo aquel que defiende su derechos de vivir a su manera y de rendirle culto y obra a sus convicciones, son quienes visten al régimen con una legitimidad que no es genuina porque es consecuencia del miedo colectivo, de un oportunismo ramplón que concluye que es mejor ser victimario que victima. Aguantar a cualquier precio es su consigna y aquellos que no lo hagan deben ser execrados porque rompen el equilibrio del sometimiento.

Esa masa anónima, de número variable, de rostros comunes, con el compromiso de hacer miserable la vida de los otros, es la carne, músculo y hueso del totalitarismo. Ellos son mas importantes para la imagen pública del régimen que el burócrata que administra, que los oficiales que comandan las tropas, coordinan la represión o dirigen una prisión. Sin ellos  no estarían Fidel y Raúl Castro, Ramiro Valdés o Ramón Machado Ventura.  Esa masa mezquina mata física y moralmente. Para ellos no hay fronteras en el abuso. Esa es la principal herencia del totalitarismo cubano.

 





El revisionismo Fidelista

 

EL REVISIONISMO  FIDELISTA

 

 

El modelo castrista, para identificar lo que Fidel Castro denomina como modelo cubano, siempre fue un fracaso. Nunca existió un modelo cubano, la economía de la isla con mínimas variantes siempre fue un clon de la soviética, la estructura política y militar se adecuó a la de la Madre Patria Socialista, al extremo que la propia constitución de 1976, aludía el compromiso de Cuba con la extinta Unión Soviética.

 

Castro apunta lo del fracaso, lo que desmintió posteriormente, como si el proyecto se hubiera desplomado por causas ajenas a la incapacidad  de los arquitectos. No admite errores de parte de los constructores. No hay arrepentimiento y menos aun reconocimientos de culpa. Simplemente acepta de manera festinada el fracaso del modelo pero sin asumir responsabilidades, como si sus acciones  en Cuba y otros muchos lugares del mundo no hubieran concluido en tragedias.

 

 No obstante si sus palabras pudieran ser escuchadas por los que defendieron con la vida el totalitarismo castrista y mataron para imponerlo, el revolcón alcanzaría el  grado diez en la escala Richter. Su afirmación deja sin fundamentos a todos los que han apoyado y promovido su proyecto, en particular a Hugo Chávez.

 

 El asesino de Ernesto Guevara debe estar dando gritos en el infierno; Arnaldo Ochoa se ha de estar cuestionando la validez de sus crímenes en Nicaragua, Angola y Etiopia; Manuel Piñeiro Losada, "Barbarrojas", sus esfuerzo por subvertir el continente a sangre y fuego y José Abhrantes se preguntará el por qué de los miles de fusilados, innumerables prisioneros políticos, torturados y desaparecidos que ha padecido el país durante todos estos años.

 

 

 

La voluntad de Castro de imponer "su modelo" en Cuba y su expansión al resto del hemisferio,  fue y continúa siendo costosa para todo el continente.

 

 Desde Turcio Lima, el Frente Farabundo Martí, el ELN colombiano y los Tupamaros uruguayos, solo por referir unos pocos ejemplos,  hasta llegar a Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, han defendido con violencia extrema el modelo que el dictador cubano impuso en la isla, como la meta fundamental de su quehacer político en sus respectivos países.

 

 Los zares vivos y muertos de la economía cubana también deben haber padecido la misma conmoción.  El Cordón de La Habana, la desecación de la Cienaga de Zapata, los F1 y F2, las fantásticas represas, las vacas enanas, las escuelas en el campo, una infinidad de proyectos fracasados que costaron sangre, sudor y lágrimas, cincuenta y un años después, el máximo líder afirma que no condujeron a ninguna parte.

 

 La economía cubana siempre ha sido dependiente. La isla no ha sido capaz de producir riquezas bajo la administración de los Castro. Los millonarios subsidios soviéticos, la masiva ayuda de Venezuela, los envíos monetarios de los exiliados se han ido por los vertederos del régimen, al igual que los millones de hombres y mujeres que creyeron en el trabajo voluntario, que apedrearon al prójimo, protagonizaron actos de repudio, sirvieron de carceleros y empuñaron fusiles para ejecutar a sus compatriotas.

 

 Los seguidores que le restan al castrismo, y en particular los que se comportaron como depredadores durante años de ceguera, deben estarse cuestionando su conducta.

 

 Ellos le dieron su vida entera, como dice su Zoe Valdez, así que es de suponer se pregunten, si les resta un átomo de cordura después de las manifestaciones de su dios, si valió la pena tanto sacrificio, tanto destruir la vida de los otros,  como han hecho por más de cinco décadas. 

 

La soberbia de Fidel Castro no le permitió ver que la URSS se desplomó a pesar de los cohetes balísticos intercontinentales y que si China comunista ha logrado sobrevivir,  ha sido por que ha impuesto junto al despotismo y ausencia de libertades públicas e individuales, el capitalismo más rapaz.

 

 Es importante destacar que durante la entrevista Fidel Castro no aludió a los derechos ciudadanos conculcados, simplemente fundamentó la invalidez de su modelo de gobierno en el fracaso económico del mismo, no como consecuencia de las limitaciones y derechos impuestos al individuo, lo que deja espacio para considerar, como dijo la analista Julia Sweig, que está dando su aprobación en particular para aquellos que puedan oponerse, a las reformas de carácter económico que debe iniciar Raúl Castro.

 

 De concesiones políticas cero, en ese aspecto los Castro consideran que su modelo ha sido todo un éxito.