domingo, 31 de enero de 2010

Los Pueblos Cautivos

 

 

La idea era que estuviéramos en esa escuela el mayor tiempo posible para que así los maestros tuvieran más tiempo para inculcarnos las ideas comunistas. Romelia García. Desplazada forzosa a los doce años.

El primer desplazamiento forzoso de campesinos en Cuba, después de la Reconcentración del general español Valeriano Weyler -durante la Guerra de Independencia- que se tiene conocimiento, se produjo en la cordillera de los Órganos, Pinar del Río.
 
Eran en su inmensa mayoría campesinos que vivían en pequeños poblados rurales o en el campo. Militares del régimen de Fidel Castro los habían sacado por la fuerza de sus hogares. Procedían de las zonas de Rancho Mundito, Mil Cumbres, San Diego de Tapia y otras áreas de la provincia más occidental de Cuba.

Estos lugareños fueron desalojados y sus pocos bienes confiscados, incluyendo sus viviendas, conducidos con escolta militar hasta el municipio de San Cristóbal y obligados a construir un poblado que se llamó "Los Pinos".
 
En septiembre de 1960 siendo el comandante Félix Torres jefe de operaciones del Escambray, montañas situadas en el centro de la isla, donde se había desarrollado un fuerte núcleo guerrillero contra el castrismo, el gobierno ordenó el desalojo forzoso de familias de la zona y de áreas rurales de la provincia de Matanzas, teniendo estas personas que abandonar sus viviendas y propiedades.

Meses después se produjeron nuevos desplazamientos forzosos de campesinos para impedir que continuaran apoyando a los insurgentes. Otros centenares de familias fueron deportadas. Sus tierras y propiedades se entregaron a campesinos partidarios del comunismo.
 
En 1963 el gobierno repitió el desplazamiento obligado de campesinos para disminuir el apoyo que recibían los alzados que ya estaban muy diezmados. En esta ocasión cerca de 500 familias fueron separadas por decisión de las autoridades.
 
Las mujeres y los niños quedaron en sus casas y los hombres ubicados en genuinos campos de concentración que controlaba la Seguridad del Estado, como "La Sierrita", "La Campana", y "El Condado", que estaban ubicadas en zonas donde operaban los alzados en armas.

Después de varios meses de reclusión sin haber sido procesados, la mayoría de estos campesinos fueron trasladados para la región de Guane, Pinar del Río, y ubicados en las prisiones Sandino 1, Sandino 2 y Sandino 3.
 
Este proceso criminal intensificó su violencia y en el transcurso de los años 1963 y 1964 fueron miles los prisioneros, entre hombres y mujeres, que integraron estas familias apresadas que mantenían en la zona del Escambray.
 
Un día las autoridades decidieron conducir las mujeres y sus hijos para el reparto Miramar, La Habana, donde fueron ubicadas en casas confiscada a personas que se habían ido del país y que el régimen había convertido en albergues que llegaron a cobijar mas de medio centenar de refugiados cada una. Los hombres permanecían en el extremo occidente la provincia pinareña.
 
En 1966 el régimen ejecutó un nuevo proceso de reubicación de estas familias que tenían órdenes expresas de no regresar a sus lugares de origen. Las familias fueron de nuevo desarraigadas para ser confinadas en Morón Pina, Las Clavellinas, Manimutuabo, entre otras localidades de la antigua provincia de Camagüey. Los hombres que estaban en "Sandino" pudieron entonces reunirse con sus mujeres e hijos en los poblados que les habían sido asignados.
 
En 1971 una vez más fueron expulsadas del Escambray familias campesinas. Mil doscientos hombres que residían en la región montañosa y sus alrededores, fueron conducidos a la fuerza a la Cárcel de Fajardo en San Cristóbal y a las prisiones de Sandino 1, 2, y 3, en Pinar del Río. Esta decisión del gobierno tuvo lugar 5 años después de haber concluido las operaciones militares en la región.
 
Las autoridades declararon públicamente que el desalojo se producía porque los hijos de los que habían colaborado con los alzados no podían convivir con los revolucionarios. La mayoría de los desplazados eran residentes de pequeños pueblos y caseríos del Escambray.
 
Según investigación realizada por el expreso político y sacerdote, Salvador Subirat, el régimen fundó con millares de desplazados a la fuerza al menos 21 pueblos cautivos, entre ellos Briones Montoto, Ramón López Peña, Pina, Las Clavellinas, Miraflores,
 
En 1977 se produjo otro desplazamiento forzoso. Casi doce años después de haber terminado la lucha guerrillera en las montañas del Escambray.

Los familiares de los que había sido deportados años antes fueron conducidos para Pinar del Río, donde sus esposos o parientes masculinos, habían construido precarias viviendas para poder albergar a su prole, de la que habían estado separados por decisión gubernamental desde hacia varios años sin que hubiera mediado un delito o una sanción judicial.
Pedro Corzo
Enero 2010





LAS BRIGADAS JHONSON

 

Este calificativo no identificaba una fuerza especial del gobierno de Estados Unidos, entrenada, preparada y avituallada para actuar contra el régimen cubano. No fue que se gestara durante el gobierno del presidente Lyndon B. Johnson otra expedición contra la dictadura de los Castro, en la que Washington había depositado tanta confianza que la había identificado con el nombre de quien presidía la nación en aquel momento.

Las Brigadas Johnson, no fueron otro producto de la Guerra Fría,  y menos aun una consecuencia del diferendo que existe entre Estados Unidos y Cuba desde hace más de medio siglo, fue una decisión del régimen cubano que se corresponde plenamente con la violación sistemática y permanente de los derechos de sus ciudadanos.

En 1965 en una de sus acostumbradas provocaciones, pero que confirmaba que era el amo y señor de Cuba,  Fidel Castro dijo que abriría un pequeño puerto pesquero en el norte de la provincia de Matanzas que recibiría embarcaciones en las que podrían salir los cubanos que así lo desearan. El reto fue aceptado y en menos de una semana una doscientas embarcaciones anclaban en Camarioca  para recoger a los cubanos que desesperaban por abandonar la isla.

El festín duro poco más de un mes, al cabo de los cuales Washington y La Habana acordaron un puente aéreo entre Varadero y Miami que sacaba como promedio de la isla unas 3,500 personas mensuales y que cuando concluyó en 1973 había transportado hacia Estados Unidos más de doscientas cincuenta y cinco mil personas.

Aquellos denominados "Vuelos de la Libertad", también conocido como el "Puente Aéreo", fueron paradójicamente la base sobre la que la dictadura estableció las Brigadas Johnson, un sistema de esclavitud que se extendió por años y que violentó los derechos de forma directa o indirecta a cientos de miles de cubanos.

Las Brigadas Johnson estaban integradas por hombres y mujeres solteros, o jefes de familia, que habían expresado su deseo de salir de Cuba y que habían cumplido ante las autoridades los trámites pertinentes. Los familiares que quedaban en las casas perdían sus empleos regulares y padecían en no pocas ocasiones el ostracismo de familias y amigos que no querían ser asociados con un traidor. Hubo muchos que siguieron siendo fieles al amor familiar y a la amistad, pero es imposible negar que el miedo venció y transformó los buenos sentimientos de muchas personas.

Como es conocido el gobierno de los Castro, aun lo hace,  siempre se ha reservado el derecho de conceder o nó la salida a sus ciudadanos, pero también la facultad de imponerles la penalidad que considerara pertinente a los que califica de traidores a la Patria. Una de esas penalidades eran los mítines de repudio, aquellas personas después de años de trabajar como esclavos, el día que les era permitido abandonar el país, sufrían un acto de repudio en el que  decenas de personas agolpadas en la puerta de la casa vejaban, ofendían y en muchos casos agredían de obra a los que partían. Siempre con la anuencia de las autoridades que le permitían a sus partidarios todos los excesos.

Entre aquellos hombres y mujeres -a las brigadas de trabajo integradas por mujeres que esperaban abandonar el país en muchos lugares el pueblos las llamaba las "Brigadas Jacquelin"-  estaba representada toda la sociedad cubana de la época. Profesionales, obreros, campesinos, amas de casa, estudiantes. Eran obligados a trabajar en  faenas ajenas a sus funciones habituales, en su mayoría en labores  agrícolas en jornadas que promediaban 14 o 16 horas diarias.

Estos individuos eran alojados obligatoriamente en barracones que se encontraban en pésimas condiciones sanitarias. Vigilados y controlados a cambio de que le reconocieran el derecho de salir del país, cumplían un castigo que fluctuaba entre los tres y cinco años.

Los alimentos eran pocos y malos. El trabajo duro, pero en cierta medida preparó a aquellas personas para enfrentar las vicisitudes de una vida en una sociedad diferente, con lengua distinta y con grandes posibilidades de no poder, por lo menos por un periodo de tiempo, trabajar en lo que estaban preparados.  Se les concedía un permiso cada trece días de trabajo continuó, Solo entonces les era permitido reunirse con los familiares que no habían sido castigados.

Los que por algún motivo, casi siempre por padecer alguna enfermedad severa o tener una edad avanzada,  no eran enviados a trabajar en el campo, eran asignados a recoger  basura, limpiar  calles o trabajar en los cementerios. No era difícil encontrarse un locutor radial o un abogado  de sepulturero. Los médicos podían ser enviados al campo o simplemente ubicados en algún lugar lejano de su casa y familia,  a realizar funciones para la que estaban sobre calificado.

En el momento de la salida eran confiscados los bienes de todos los miembros de la familia. Autos, casas, muebles, joyas y dinero. Los ahorros bancarios tenían que ser los mismos del día de la presentación de los documentos de salida, si ese dinero no estaba en el banco debía reponerse o la persona no podría abandonar el país. Los autos, si alguien  tenía, se debía entregar en perfectas condiciones. Los varones entre 15 a 26 años no podían dejar el país. No pocos funcionarios y profesionales después de haber estado castigado por años en el momento de la salida  eran informados que se les prohibía ese derecho  porque el gobierno consideraba que eso afectaba la seguridad de la revolución.

Los famosos Vuelos de la Libertad,  fueron costeados en su totalidad por Estados Unidos y cancelados por el régimen de Cuba,  duraron ocho años pero las Brigadas Johnson le sobrevivieron. Muchos meses después de terminados los vuelos,  miles de personas continuaban trabajando en labores ajenas a su profesión y cuando dejaron esas tareas por el convencimiento de que no podrían salir del país,  siguieron estigmatizados y con sus derechos disminuidos en un país que no reconoce los derechos de sus propios partidarios.

 

Pedro Corzo

Enero 2010





lunes, 4 de enero de 2010

El Mundo Nuevo del Castrismo

 

 

Recuerdo que en el ya lejano 1959, en una modesta casa de la ciudad de Santa Clara  nos reunimos un grupo de estudiantes para ofrecerles una fiesta de despedidas a dos amigos que partían hacia Estados Unidos. La mayoría de los jóvenes allí reunidos no considerábamos   el festejo como un acto político porque  en nuestra opinión era simplemente una familia  que se disponía a iniciar una nueva vida.

 

Pero a los pocos minutos más de un centenar de personas nos despertó y abrimos  los ojos ante la nueva realidad que vivía el país. Gritos de gusanos, váyanse todos, ustedes son basura  cargaron el ambiente. De las ofensivas palabras aquella turba enfurecida pasó a la acción y hubo más de una cabeza rota al ritmo que marcaban los también destruidos  instrumentos musicales de la banda que había amenizado el festejo.

 

Con el pasar del tiempo las cosas se complicaron más. No se podía escuchar música americana, Glenn Miller, era pecado mortal. Una casa de donde se escaparan los acordes de Bill Halley y sus Cometas, o de Elvis Presley, era un antro de perdición que tenía que ser exorcizado con el violento actuar del hombre nuevo. Hubo que dejar de celebrar las ya frecuentes despedidas ante la violencia e impunidad con la que actuaban  los titulados Jóvenes Rebeldes, sin embargo  a las turbas divinas no le faltaron cabezas que romper ni pelo que cortar. Su sed justiciera era hábil en descubrir un enemigo de pelo largo o de un vestir que faltase a las perturbadas normas de la nueva sociedad.

 

El tiempo mandó y nuestra generación cumplió  el imperativo de diversas maneras: Clandestinaje y  policía política,  alzamientos y las milicias,  exilio, cárcel y paredón .El país fue sesgado por la guadaña del odio y la intolerancia. Muy pocos pudieron agacharse lo suficiente para no ser advertidos. Eran los tiempos sagrados de "Con la Revolución todo, Contra la Revoluciona nada." No había medias tintas, asumían el papel de Torquemada o Savaranola. Sin remordimientos. Profilácticamente. El que se iba era un traidor, el  que conspirara debía ser ejecutado.

 

Así fueron marchando las cosas. El egoísmo revolucionario prendió en los conversos y en los oportunistas. Salvo contadas excepciones la mentalidad del  hombre nuevo se hacía eco de la consigna oficial de aislar a los descontentos y aplastar a los contrarrevolucionarios. La unidad familiar sufrió. A mas de uno le escuchamos con pavor  "yo no creo ni en mi madre, si hace contrarrevolución yo mismo la fusilo".

 

La delación asumió características de epidemia. El preso se convertía en una no persona que solo podía ser visitado por sus padres, esposas e hijos. El familiar de un fusilado era un apestado que no merecía ser asistido  porque su pariente había traicionado  la Revolución. Los bienes de los presos eran confiscados. Sus parientes podían ser concentrados en áreas inhóspitas y remotas  con la misión de colonizar esas regiones.

 

Desde la aurora revolucionaria el término antisocial se  uso para  identificar a las personas desafectas a la Revolución. El calificativo era suficiente para que un individuo fuese purgado y separados de sus familiares y amigos, como si padeciera una enfermedad contagiosa. Primero el Servicio Militar Obligatorio, mas tarde  la Unidad Militar de Ayuda a la Producción, UMAP,  simultáneamente las Brigadas Jhonson  o las Jacqueline, donde según el caso ubicaban a las personas que se suponía eran contrarias al proceso, o habían presentado documentos para abandonar el país.

 

Las cartas que provenían del extranjero no eran contestadas. Un familiar fuera del país era un lastre en el justo empeño de hacer carrera en la Revolución. Eran tiempos en que las convicciones o la vileza, según el caso,  primaban sobre los sentimientos. Tener una creencia religiosa o estar asociado a alguna organización fraternal convertía al individuo en desafecto de la Revolución y de ahí al infierno, el camino era muy corto.

Han  transcurrido cincuenta y un años del castrismo en el poder. La herencia del totalitarismo es sumamente dolorosa. Primero robó la esperanza de un futuro mejor de una parte considerable de la población, mas tarde ejecutó, encarceló y obligó al exilio  a un número importante de ciudadanos. Después subvirtió el orden político hemisférico causando más muertes y conflictos. Envió a miles de sus partidarios a la muerte para satisfacer su voluntad imperial, destruyo la economía  del país, pero el daño mas devastador se ha producido en los valores mores y espirituales de la nación en su conjunto.

Nuestro ser nacional ha quedado profundamente afectado y la recuperación va a demandar el mayor de los esfuerzos, mucha solidaridad y comprensión. La tarea será ardua, difícil, pero no queda otra alternativa que aceptar el reto y andar juntos con nuestras respectivas culpas y errores si queremos reconstruir una Cuba en la que todos tengamos el espacio que podamos merecer.

Pedro Corzo





viernes, 1 de enero de 2010

DE LA TRICONTINENTAL AL ALBA

Las pretensiones de Hugo Chávez y Fidel Castro, a pesar de los fracasos que por décadas el dictador cubano cosechó en su proyecto imperialista  de instaurar regimenes despóticos con sustentación ideológica en el continente americano, se mantiene vigente. Las estrategias han sido remozadas, adecuadas a los tiempos. Los  colores y discursos corresponden al Siglo XXI, pero  los fines son los mismos  que impulsaron a José Stalin y Adolfo Hitler.

 

La Primera Conferencia Tri continental de los Pueblos de Asia, África  y América  Latina que se celebró en La Habana en enero de 1966, reunió a mas de 70 países con unos 500 delegados que representaban en su mayoría partidos políticos, movimientos violentos que actuaban en la clandestinidad, grupos guerrilleros y unos pocos gobiernos que usaban el discurso de la justicia social para exterminar los derechos sociales y políticos de sus ciudadanos.

 

De este encuentro de organizaciones que se oponían claramente al capitalismo y a la democracia representativa, que en su mayoría estaban identificados con alguna modalidad del pensamiento marxista surgió la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, OSPAAAL.

 

El principal arquitecto de aquel encuentro y su mayor beneficiario fue Fidel Castro, aunque en la organización de un evento que no tenía precedentes en este continente, participó de manera notable Mehdi Ben Barka, un dirigente marroquí asesinado en París un mes antes del encuentro en La Habana,  en condiciones nunca esclarecidas.

 

Los objetivos de los promotores de la Conferencia eran entre otros prestar ayuda a los denominados movimientos de liberación nacional, con particular énfasis en el movimiento palestino, incrementar la lucha armada en los tres continentes, prestar un irrestricto apoyo al régimen cubano, entre otras causas, porque era el principal santuario y patrocinador del Movimiento. El plan incluía luchar contra las bases militares extranjeras y la política de segregación racial.

 

Una de las muchas propuestas de la Conferencia que mostraba la imposibilidad de conciliar el discurso con las acciones, fue el hecho de que mientras se condenaba el uso de la armas nucleares, el país sede de la reunión, Cuba, cuatro años antes había sido el principal promotor de que la Unión Soviética instalara por primera vez armas nucleares en un país del tercer mundo.

 
En realidad los organizadores pretendían imponer en sus respectivos países un estado autoritario identificado con una ideología común. Proceder en nombre de la nación, actuar en nombre del pueblo, era la forma más productiva para imponer un populismo de Estado a perpetuidad.
 
Según los artífices de la Conferencia el proyecto no estaba influencia- do por los soviéticos, a la vez que afirmaban que tampoco respondía al maoísmo. Decían que pretendían actuar con autonomía y buscar puntos de  cooperación y equilibrio entre Moscú y Pekín.
 
Ben Barka, diez meses antes de la conferencia en La Habana, declaró durante un encuentro preparatorio "las dos corrientes de la revolución mundial estarán allí representadas: la corriente surgida con la Revolución de Octubre y la de la Revolución Nacional Liberadora". El modelo de la titulada revolución nacionalista era Cuba y el arquetipo del líder de ese tipo de proceso eran individuos como Fidel Castro. 
 
Cuarenta y tres años después, La Habana vuelve a ser sede de un foro que con estrategias diferentes y menos pretensiones persigue los mismos objetivos que la Tri continental: instaurar regimenes contrarios a la democracia y a los derechos humanos.
 
La  VIII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra America, es otro engendro castro chavista  que busca la desestabilización y la toma del poder con formulas que no son  nuevas pero que han sido remozadas tomando como fundamento el fracaso de las estrategias del pasado.
 
En los encuentros de la Tricontinental no se trataban temas como el comercio, no se abordaban proyectos económicos ni se discutían planes sociales de cooperación. En aquellos encuentros se era más claro y preciso, se hablaba y discutían los objetivos,  no es que dijeran toda la verdad pero eran sinceros en exhortar a la toma del poder para imponer la dictadura del proletariado.
 
El indigenismo ha sustituido en gran medida la lucha de clase, la violencia guerrillera o terrorista ha sido relevada por el caos y la desestabilización que generan  manifestaciones publicas que practican una violencia de intensidad variable que puede acentuarse o disminuir según los progresos del proyecto.
 
Una de las estrategias del presente, facilitada por los multimillonarios ingresos petroleros de Venezuela, es satisfacer las necesidades de países en problemas y por medio de la satisfacción de éstas concertar alianzas internacionales que apoyen el proyecto del Eje Totalitario.
 
Contar con un bloque de naciones comprometidas y agradecidas, en realidad dependientes de las regalías del chavismo, le facilitan al déspota venezolano y por extensión al cubano, una herramienta política poderosa para usar en los encuentros internacionales. Una clientela política lista a complacer a su mecenas en foros como Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos, neutraliza en gran medida los ataques que puedan provenir de los factores nacionales e internacionales que afectan las gestiones del Gran Protector, que al fin de cuentas es quien llena la despensa de quienes les defienden. En otras palabras los petrodólares de Hugo Chávez han sido mas efectivos que las promesas de construir el Hombre Nuevo que en su momento los gatilleros del castrismo difundieron por el mundo.

Ya no se trata de llegar al poder por medio de la insurrección, cuyo uso no esta descartado por principios, sino por conveniencia. El método actual es provocar la anarquía. Programar el caos, la desestabilización social para dar oportunidad a que surjan salvadores que ofrezcan tranquilidad al pueblo y seguridad a la clase dirigente, que con el tiempo, pero tarde, se percatara que fue usada para la toma del poder pero que son prescindibles en la práctica del mismo.

 
El desconcierto del pueblo y la clase dirigente facilita el acceso de un líder que aparentara gobernar en comunión con el resto de los poderes públicos y que respetara aquellas libertades que no afecten su autoridad. Un Cesar que gusta de elecciones controladas, de leyes hechas a su voluntad y del baño de la multitud que respalda su proyecto. En fin, un Chávez.
 
Pedro Corzo
Diciembre  2009