domingo, 20 de diciembre de 2009

El Infortunio de Castro

No es de dudar que en algún momento de su tempestuosa juventud, particularmente en sus tiempos de mafioso en la Universidad de La Habana,  Fidel Castro hubiera considerado hacerse sacerdote con el propósito de escalar hasta el Pontificado, pero como nunca fue tonto,  se percató a tiempo que como Vicario de Cristo su autoridad estaría limitada por el Poder de Dios, por lo que renunció a la posibilidad de esa investidura para no reconocer límites a su mando.

El poder de Castro trasciende el de un Papa, rey o cualquier otro gobernante terrenal. A pesar de haber abdicado, no ha abandonado el cetro. Sigue siendo el rey de la iglesia cubana, la fuente de su utopía y cual Salomón, el árbitro perfecto en todos los diferendos.

Castro, al igual que el Santo Padre, es infalible, pero no solo en cuestiones de la fe como el que ocupa el trono de San Pedro, ya que la certidumbre de Fidel no solo lo hace Guardián de la Verdad e intérprete de la voluntad de los fieles, sino porque Él es su propia Trinidad (Castro, la Nación y la Revolución).

Fidel Castro también designa a quienes podrían ser  sus cardenales,  los generales y ministros, y  ha sido enfático en aseverar que solo se retirará con la muerte, a la que sin dudas está convencido que vencerá porque ha logrado filtrar su maldad en el corazón de muchos cubanos.

La iglesia-estado castrista tiene una Basílica Mayor, la Plaza de la Revolución, y objetos sagrados de su Vía Crucis como el yate Granma y mecas para la meditación como el mausoleo de Guevara en Santa Clara. En su momento se quedó con 12 apóstoles y sus creencias cuentan con predicadores como su hermano Raúl y Ramiro Valdés, y por supuestos judas como Roberto Robaina, Carlos Lage y Felipe Pérez Roque. En su iglesia hay mártires como Ernesto Guevara y Camilo Cienfuegos que murieron por la fe y en consecuencia integran el santoral castrista. Solo una mujer ocupa un lugar prominente en la tierra prometida y en el castrolicismo: Celia Sánchez.

En sus creencias hay un enemigo natural, los Estados Unidos, no Lucifer. La liturgia totalitaria inicia todas las reuniones con un voto de sumisión al Máximo Líder y otro de austeridad que nunca es cumplido, pero que solo es apreciado en falta  cuando el sometido deja de ser leal. Por supuesto que los ritos y el lenguaje de las ceremonias pueden cambiar según lo indique el Supremo.

El castrolicismo tiene una propia Navidad en 26 de Julio; un Monte de Sinaí en el Cuartel Moncada; un Pentecostés, el primero de enero y una Semana Santa de Muerte y Resurrección que se ajusta en el calendario a la expedición de Playa Girón.

La enseñanza de la Palabra que se forjó en la Sierra Maestra expone que todos podemos ser salvados si cumplimos los mandatos de la Fe y que el futuro, mucho más alentador que el presente, será pródigo en riquezas en esta vida y no en la próxima. Las miserias de hoy, afirma el Apóstol, serán las abundancias de mañana.

El Mesías antillano ha procurado establecer en la conciencia colectiva del Pueblo Cubano la idea de que el acoso y la persecución provienen de los herejes. La certeza de que los bloqueos y las persecuciones de que son objetos por quienes no ven la Verdad, los salvara a todos, y que la libertad y los derechos individuales son tan peligrosos que es mejor que solo Él este capacitado para dispensarlos a su voluntad.

Como colofón, esta parodia de Moisés le está regalando a la nación cubana un período especial que ya pasa de los cincuenta años, más de lo que se extendió la búsqueda de la Tierra Prometida. Sin duda alguna los cubanos son un pueblo elegido, no por Dios sino por Fidel, Él es el dueño de la casa de todos, el que no quería armas ni elecciones porque solo Él puede elegirse a si mismo


Pedro Corzo