No es de dudar que en algún momento de su tempestuosa juventud, particularmente en sus tiempos de mafioso en
El poder de Castro trasciende el de un Papa, rey o cualquier otro gobernante terrenal. A pesar de haber abdicado, no ha abandonado el cetro. Sigue siendo el rey de la iglesia cubana, la fuente de su utopía y cual Salomón, el árbitro perfecto en todos los diferendos.
Castro, al igual que el Santo Padre, es infalible, pero no solo en cuestiones de la fe como el que ocupa el trono de San Pedro, ya que la certidumbre de Fidel no solo lo hace Guardián de
Fidel Castro también designa a quienes podrían ser sus cardenales, los generales y ministros, y ha sido enfático en aseverar que solo se retirará con la muerte, a la que sin dudas está convencido que vencerá porque ha logrado filtrar su maldad en el corazón de muchos cubanos.
La iglesia-estado castrista tiene una Basílica Mayor,
En sus creencias hay un enemigo natural, los Estados Unidos, no Lucifer. La liturgia totalitaria inicia todas las reuniones con un voto de sumisión al Máximo Líder y otro de austeridad que nunca es cumplido, pero que solo es apreciado en falta cuando el sometido deja de ser leal. Por supuesto que los ritos y el lenguaje de las ceremonias pueden cambiar según lo indique el Supremo.
El castrolicismo tiene una propia Navidad en 26 de Julio; un Monte de Sinaí en el Cuartel Moncada; un Pentecostés, el primero de enero y una Semana Santa de Muerte y Resurrección que se ajusta en el calendario a la expedición de Playa Girón.
La enseñanza de
El Mesías antillano ha procurado establecer en la conciencia colectiva del Pueblo Cubano la idea de que el acoso y la persecución provienen de los herejes. La certeza de que los bloqueos y las persecuciones de que son objetos por quienes no ven
Como colofón, esta parodia de Moisés le está regalando a la nación cubana un período especial que ya pasa de los cincuenta años, más de lo que se extendió la búsqueda de
Pedro Corzo