lunes, 19 de octubre de 2009

CUBA Y LA POSICION COMUN LATINOAMERICANA


Todo parece indicar que América Latina pretende inaugurar en fecha próxima  una Política Común hacia Cuba, algo similar a la que la Unión Europea estableció en 1996 y que tiene como fundamento promover un cambio pacifico hacia la democracia en la isla.

La mayoría de los países de Europa Occidental, durante el periodo de la Guerra Fría, fueron críticos del régimen totalitario cubano. Posteriormente, y después de la caída del Muro de Berlín, las repúblicas que en su momento estuvieron sometidas a Moscú asumieron un papel contrario al sistema imperante en la isla. Vale la pena destacar que los rivales más fuertes de La Habana en la UE, son aquellos gobiernos integrados por hombres y mujeres que padecieron los rigores del totalitarismo.

Por otra parte los países europeos han tenido históricamente una posición mas criticas hacia el régimen de La Habana que sus pares latinoamericanos. Algunos podrán argüir que en la década de los 60 la totalidad de las naciones del hemisferio, con la excepción de México y Canadá, rompieron relaciones con el régimen de los Castro y que la isla fue separada de la Organización de Estados Americanos, OEA.

Pero tal argumento pierde relevancia ante la evidencia de que La Habana en aquellas décadas promovía la desestabilización de los gobiernos del hemisferio. Cuba fue un sofisticado centro de subversión y preparación de guerrillas rurales y urbanas. Todos los países estaban amenazados por los cruzados del castrismo, y la reacción de muchos de aquellos gobiernos, salvo contadas excepciones,  fue consecuencia de las crisis internas que enfrentaban.

La resolución de la OEA, Punta del Este, Uruguay, que excluyó al régimen de Fidel Castro de la organización, fue adoptada por el voto favorable de catorce gobiernos, Cuba en contra y las abstenciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México. La abstención no eximió a esos países de la subversión desestabilizadora que auspició La Habana.

No obstante la política ingerencista Sudamérica empezó a restablecer relaciones diplomáticas y comerciales con Cuba antes de 1975, cuando el organismo regional por medio de otra resolución dejó a los países miembros en plena libertad al respecto. Chile bajo Salvador Allende, fue el primer país que reanudó relaciones con Cuba, 1970, le siguió Perú, 1972 y posteriormente Argentina, 1973.

Bueno Aires le concedió a La Habana, 1973, un préstamo inicial de 200 millones de dólares que alcanzó en seis años los 1200 millones. Deuda que Cuba no ha pagado todavía. Fue el gobierno de Nixon el que aceptó que las automotrices estadounidenses por medio de un acta especial fabricaran autos para ser vendidos en Cuba con crédito argentino.

Pero la asociación de la dictadura militar de Argentina con  su par de La Habana es la mas difícil de entender. Ambas dictaduras, a pesar de sus profundas diferencias ideológicas, se pusieron de acuerdo para meter bajos sus respectivas alfombras a los desaparecidos y a los fusilados.Se asociaron en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra para protegerse mutuamente.

La mayoría de los gobiernos que sucedieron a los que firmaron la Resolución de Punta del Este han reclamado en numerosas ocasiones la reincorporación de Cuba al sistema interamericano y el cese del embargo de Estados Unidos. También han calificado aquella resolución como una impedimenta para los países del hemisferio.

Brasil reinició los vínculos diplomáticos en 1986, porque según afirmaba su cancillería el peligro del Guevarismo había desparecido. Con anterioridad las relaciones culturales y comerciales entre ambos países se habían fortalecido.

El gigante del Sur, tipifica en cierta medida la postura de América Latina hacia el régimen de Fidel Castro, que nunca se ha caracterizado por una posición doctrinal contra el totalitarismo insular. Rió de Janeiro rompió relaciones con Cuba en 1964, después del golpe de estado contra Joa Goulart. Recordemos que el presidente Janios Cuadro en 1960 viajó a Cuba para interceder entre La Habana y Washington, muy similar a lo que realiza Luiz Inacio Lula da Silva en la actualidad, sin dudas, según indican sus actos, el mejor aliado político de los Castro en el continente.

Centroamérica fue la región del hemisferio que mas dilató la reanudación de relaciones con Cuba. El primer país en hacerlo del área fue Panamá, 1974, bajo el general Omar Torrijos. Nicaragua con las hordas comandadas por Ortega en 1979.Guatemala en 1998. Honduras en enero de 2002.Costa Rica en marzo de 2009.El Salvador ha prometido reanudarlas cuando asuma posesión el presidente electo Mauricio Funes.

El reconocimiento diplomático al gobierno de Cuba después de la ruptura de los años 60, ha sido usado por algunos gobiernos de la zona como un instrumento para lograr cierto liderazgo regional al marcar distancia con Estados Unidos y a la vez como una especie de seguro contra la subversión en décadas atrás, y para la desestabilización que puede originarse en La Habana gracias al patrocino de Hugo Chávez, en el presente.

La situación de los Derechos Humanos en Cuba, la permanencia de un régimen dictatorial que ha pretendido imponer su modelo de gestión en el resto del hemisferio no ha sido una preocupación para la gran mayoría de los gobiernos latinoamericanos ni para un amplio sector de su clase dirigente, que solo se percata de los riesgos que han estado corriendo cuando la realidad, personificada en los Chávez y Morales, les aplasta.

La desidia y la falta de solidaridad han sido constantes. Considerar que la dictadura de Cuba es consecuencia de la conducta de un vecino poderoso es ignorar el verdadero escenario, pero es indiscutible que ser comprensivo con el totalitarismo insular ha servido para aparentar independencia.

Donde mejor se ha apreciado la actitud de los estados latinoamericanos con el pueblo de Cuba ha sido en los foros internacionales, y en particular en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y en el Consejo de Derechos Humanos que le sustituyó. Paradójicamente los países europeos y Estados Unidos han estado más prestos a culpar al gobierno de Cuba de sus abusos, que nuestros hermanos del hemisferio.

No es prudente ser optimista ante una eventual Posición Común de América Latina hacia Cuba. La conducta de los Mesías populistas del cesarismo electoral es compartida abiertamente por la denominada derecha inteligente que simbolizan Felipe Calderón y Álvaro Uribe, mandatarios de México y Colombia respectivamente.

Es evidente y vale la pena repetirlo una vez mas, desde la desaparición de Rómulo Betancourt, Raúl Leoni, Luís Alberto Muñoz Marín y otros pocos mandatarios latinoamericanos, el gobierno de Cuba ha sido una piedra en el zapato de los lideres latinoamericanos que solo incomoda cuando sus intereses directos son afectados. La fraternidad de América Latina es una ilusión. Los valores están en quiebra, los ideales en bancarrota. El hombre nuevo está en todas partes.

 Pedro Corzo

Abril 2009






CUBA: MEDIACION O NUEVA TRAICION


 

 

Las crisis políticas cubanas tienen una fuerte tendencia a la internacionalización y no es difícil establecer cuales son los determinismos históricos y geográficos que compulsan esa situación por muy domésticos que sean los conflictos.

 

Las oposiciones políticas cubanas a los distintos regímenes de fuerza que se han producido en la Isla, sin excluir la dictadura de los Castro, han sufrido históricamente el ingerencismo de factores extranacionales que se han abrogado la facultad de negociar con el "Poder" reivindicaciones que satisfagan sus intereses; ignorando y hasta rechazando los reclamos de la parte de la nación que se encuentra sojuzgada. Los factores internacionales que han participado en la crisis siempre han procurado un entendimiento, un ajuste de cuenta sin mayores trascendencias, en desmedro de los verdaderos intereses de la nación caribeña.

 

La historia de Cuba compila una serie de intervención-mediación que no han solucionado problema alguno, sino que sólo los han aletargado, para que con el curso de los años resurjan con energías más destructoras y avasallantes. Ejemplo de estas situaciones fue el desconocimiento por parte de EEUU. y España del derecho de los independentistas cubanos a participar en la firma de los Tratados de París con las consecuencias sicológicas y políticas que de esto derivaba y la política de mediación de EE.UU. en los finales de la lucha contra la dictadura de Gerardo Machado en 1933, de donde saldría todopoderoso el dictador Fulgencio Batista, padre político del tirano Fidel Castro.

 

Es innegable que este mediacionismo ha creado en ciertos sectores políticos cubanos históricos y actuantes, una clara o nebulosa dependencia y un sentimiento subyacente de que tarde o temprano alguien le apoyará en los compromisos políticos que ha asumido, por lo que consideramos indudable la responsabilidad de esos mismos sectores en la constitución de una espiral mediacionista de intereses foráneos en conjunción con factores nacionales.

 

Este apoyo externo le posibilita, según el caso, evadir compromisos, catapultarse en la lucha por el poder o mantenimiento del mismo, al sostenerse en un aliado poderoso, y esto lo ejemplifica el dictador Castro con su sumisa actitud de dependencia de la extinta Unión Soviética, mientras ésta le garantizó un omnímodo poder; y también el de ciertos sectores de la oposición política cubana, que sustentan aún su estrategia en las consideraciones de Washington y no son capaces de desarrollar proyectos propios, independientes a poderes extranjeros.

 

La internacionalización del conflicto cubano preocupa, no porque otras naciones colaboren en la búsqueda de soluciones, sino porque cada vez que el pueblo de la Isla se aboca a la solución de sus tragedias se producen mediaciones o intervenciones que tienden a procurar un entendimiento con el Poder, desconociendo las genuinas aspiraciones de la nación y lamentablemente, hemos podido percibir que la historia tiende a repetirse en este caso, pues los EE.UU. están deseosos de arrancar del dictador antillano la promesa de democratizar al régimen; ya que en la óptica política estadounidense, al parecer, solo el castrismo puede garantizar una cierta estabilidad política; de cierta manera Rusia, heredera política de la URSS, conserva con La Habana cierta relación especial, la base de Lourdes es una reminiscencia imperial, y algunos de nuestros "hermanos" latinoamericanos procuran mantener a Castro en el poder, porque les sirve como vector de amenazas interpuestas contra EE.UU. y símbolo de los extremos a que puede llegar América Latina si Washington no es más justo en su política exterior.

 

Preocupa que muy pocos factores internacionales tomen en cuenta, en sus propuestas de una democratización de Cuba, a la oposición democrática cubana que se encuentra en la Isla agrupada en diversos movimientos contestatarios que sufren la criminal represión de la dictadura o las fuerzas opositoras del destierro, y por eso nos alarmamos ante los nuevos mediacionistas que solo quieren ver a través de los ojos de Castro los cambios que deben producirse en la Isla.

 

Pedro Corzo

Enero 2002






DE DICTADURA UNIPERSONAL A COLEGIADA


 

 

La renuncia de Fidel Castro a las posiciones de Presidente del Consejo de Estado y Jefe de Gobierno generará en Cuba espacios insospechados pero no de inmediato. Sería ingenuo pensar que el cambio de manager, por importante que éste haya sido,  trocaría las reglas  fundamentales que se establecieron en la isla en 1959.

 

Cierto que Cuba ha estado sometida por casi medio siglo a un totalitarismo carismático y la desaparición de esa condición tendrá sus consecuencias,  pero el  régimen está estructurado sobre un andamiaje de intereses y complicidades en el que Castro fue la pieza principal pero no la única. La capacidad represiva del gobierno no disminuye por su ausencia y las condiciones para que el ciudadano recobre su soberanía personal no se generan de inmediato y menos si el régimen continúa asfixiando a la sociedad.

 

La ausencia de Fidel, en caso de que sea extrema o total,  pone en falta  su carisma, la habilidad para seducir partidarios y adversarios y su innegable don para manipular situaciones. Se notará la carencia de su talento político y su aguzado sentido de la oportunidad,  lo que evidentemente afectará al gobierno, pero no es una decisión que implique por si misma poner en juego la estabilidad de la dictadura.

 

Su  intervención estará presente mientras respire y sea capaz de trasmitir una idea, pero evidentemente la gobernabilidad debe propiciar infinidad de oportunidades para que esa influencia vaya disminuyendo a una celeridad que le agudizará la amargura de no haber podido gobernar hasta el último suspiro y el postrero carajo.

 

La decisión de Fidel Castro marca el fin de la Sucesión y la reafirmación de que Cuba ha estado gobernada por décadas por una aristocracia política con muchos visos dinásticos. Los vástagos de la dirigencia gestan familias entre ellos y los hijos de los líderes de primer nivel pueden, a la sombra de sus progenitores,  aspirar a ser Alto Ejecutivo de la empresa que es el gobierno de Cuba.

 

Raúl Castro ha compartido el poder con Fidel todo este tiempo. Es corresponsable de lo que ha ocurrido en la isla, tanto de los fracasos como de los éxitos que algunos ciegos ven. Ha sido la sombra de su hermano, aún, en el periodo que estuvo al frente de la Sucesión. Durante ese mandato, de poco más de año y medio, no tomó ninguna decisión clave, fue más de lo mismo y la única diferencia apreciable fue su bajo perfil, tanto en  instancias  nacionales como extranjeras. Otra diferencia fue su ausencia en la escena internacional. Contrario a lo que se podía suponer, el hermano menor no ambicionaba montar su propio show y lo que más parece gustarle es estar fuera del escenario aunque con la batuta para dirigir la orquesta.

 

Por otra parte, es de  creer que los Castro y algunos elegidos del alto gobierno, conocen desde hace meses que nunca el "Máximo"  podría regresar al gobierno,  pero que esperaron  hacer  pública esa situación  cuando se llegó al convencimiento de que toda la maquinaria gubernamental estaba debidamente aceitada, con sus tornillos bien ajustados. Para ellos el Proceso de Sucesión fue un éxito y aunque deben tener programadas algunas concesiones, están convencidos que ninguna de éstas va a afectar la columna vertebral del sistema. La soberbia de la nomenclatura descarta sus propias contradicciones y  la emergencia de una corriente de reivindicación de derechos que ponga en peligro el sistema.

 

La dictadura unipersonal en Cuba termina con la renuncia del Comandante a seguir dirigiendo los destinos del país,  para iniciar así  un proceso de Transición dentro del sistema, lo que tal vez fue el sueño de Francisco Franco. Esto podría ser inmediato o a corto plazo, pero es evidente que desde la carta de Fidel Castro donde informaba su alejamiento del poder por razones de salud, hay una voluntad de establecer en Cuba un gobierno colegiado con un eje central que se supone sea Raúl Castro.

 

La Sucesión ha terminado y se inicia un proceso de Transición en la continuidad. La renuncia de Castro legitima el control sobre el poder central  que sus partidarios ostentan desde hace varios meses. El poder absoluto no puede permitirse una provisionalidad indefinida. Eso quebranta la férrea jerarquización que ayuda a conservar el control.

 

Cuba esta en la ruta de la sovietización. Tengamos presente que el primer Heredero era un ferviente admirador de la Unión Soviética. Los poderes del estado  no estarán concentrados en una sola persona. Varios serán los jerarcas que se habrán de sostener teóricamente sobre un Partido Comunista, a cuya secretaria general, Fidel Castro no ha renunciado todavía, aunque sin descartar que lo haga en un eventual congreso del organismo partidario o en cualquier momento, si razones ajenas a su voluntad lo demandan.

 

No se deben esperar concesiones voluntarias. Fidel Castro proclamó que  en  Cuba no hay posibilidad de reformas sustanciales. La sombra de su despotismo y los intereses de sus partidarios todavía no permiten avizorar un futuro de libertad personal y democracia para la isla..

 

Darán migajas. Concederán perdones, pero la naturaleza del sistema no habrá de cambiar. Este, como siempre ha sido, es un momento para actuar y no para esperar.

 

 

Febrero 2008



Pedro Corzo



De las Balas de Castro a los Petrodólares de Chávez


 

Hugo Chávez ha logrado establecer cabezas de playa para su proyecto en Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Tiene excelentes posibilidades de penetración y por consiguiente de desestabilización en varios países del hemisferio que le adversa ideológicamente, como Colombia. Sin embargo, Fidel Castro,  a pesar de la violencia que patrocinó, solo logró, y eso gracias a la ayuda de más de un país democrático del continente, establecer un régimen  de su gusto en Managua.

 

Es evidente que Chávez,  aunque comparte la misma vocación totalitaria e imperialista de Fidel Castro,  ha usado métodos distintos a su mentor y logrado mas éxitos. Parece que  sabe que  sus partidarios nacionales y extranjeros tienen el dinero constante y sonante muy asociado a la ideología,  por lo que ha descartado el discurso guevarista de los estímulos morales y le facilita a su gente fabulosas maletas como la que encontraron en un aeropuerto argentino recientemente.

 

Castro auspició la bomba, el atentado y la guerrilla. La violencia que instauró en Cuba, aún antes del triunfo revolucionario, la exportó a toda América y a otros países del mundo, incluyendo varias naciones africanas. En Cuba se crearon escuelas para la subversión y entrenamiento militar, se establecieron aparatos propagandísticos y  espionaje de grandes dimensiones  al exclusivo servicio del Máximo Líder y se organizó  un cuerpo diplomático del nivel de una potencia mundial.

 

Chávez  no es un insurrecto, es un golpista, pero tuvo el instinto de decir, cuando le permitieron hablar por la televisión  el mismo día de la intentona militar "lamentablemente por ahora". Según una encuesta de la época tenía  un amplio apoyo popular y se ganó un padrino inesperado en el ex mandatario y senador, Rafael Caldera.

 

Unos meses más tarde se produce otro intento de golpe que también fracasa y el presidente Carlos Andrés Pérez, que nunca le procesó, es destituido de su cargo. Caldera es el primer beneficiado del golpe porque le eligen  a la primera magistratura por segunda vez. En el poder pone a Chávez en libertad como consecuencia de un acuerdo con sectores de la izquierda, el MAS y el PCV.

 

Violento, con los muertos del golpe a sus espaldas, recorre el país. Pocos ven la sangre. Menos aun sospechan que un Benito Mussolini, pero con bufonería tropical, está engendrando un movimiento populista, que con la brutalidad de las masas enfurecidas va a destruir la democracia.  Visita a Cuba,  Castro le recibe y continúa  una campaña electoral en la que plantea que hay que refundar la República,  convocando a una Asamblea Constituyente originaria.

 

La crisis de los partidos, el desencanto popular  por los múltiples problemas sin solución que enfrentaba la perfectible democracia venezolana, sin que su clase política se hubiera percatado de la necesidad de las reformas, mas el oportunismo de ciertos dirigentes políticos y empresariales que  le aportaron a Hugo Chávez recursos y fórmulas políticas, le permite ganar   las elecciones de 1998.

 

No engañó en ese aspecto. Dijo que había que cambiar el país, que iba a buscar una herramienta para la reconstrucción y la encontró en una constituyente que le facilitó los instrumentos necesarios para cumplir la primera etapa de su designio.

 

Pero ese componente ya no se presta a sus planes, es cierto que podría hacer lo que otros gobernantes, incluyendo su mentor Fidel Castro,  violar la Carta Magna por la que se supone que gobierna, pero Chávez no es así, tal parece que tiene una debilidad por las constituciones a pesar de que  violó con las armas la de 1961.

 

Chávez, independientemente a sus habilidades, capacidad de conducción y sentido de la oportunidad, ha sido un hombre con gran suerte. No se encontró con una Guerra Fría y una Unión Soviética lista a buscarse una base en Sudamérica pero tropezó con un barril de petróleo a  $ 94.00 y un Fidel Castro en fase final como dirigente hemisférico.

 

El dinero le ha servido  para ganar adeptos dentro y fuera del país. Es fácil triunfar en elecciones cuando los indecisos son seducidos con préstamos o sinecuras y los partidarios encumbrados a posiciones dónde la  vanidad satisfecha se adorna con joyas, carros de lujo y dólares en los bancos.

 

Por otra parte, la explotación del nacionalismo siempre confunde  al enemigo interno  y galvaniza  a los aliados. Ha hecho trampas. Ha proyectado  internacionalmente  a Venezuela  en un conflicto con Estados Unidos  que sabe no pasará de la retórica. Provoca a Washington,  pero le vende la mayor parte del petróleo que produce y le compra la mayoría  de los artículos  que consume.

 

La  riqueza que ha despilfarrado le ha permitido aliados de lujo en naciones importantes. La diplomacia del petróleo barato a cambio de lealtad política esta asociada a compra de deudas, préstamos escritos en el hielo y constitución de bancos de crédito sufragados con los bienes de todos los venezolanos, por lo que  conforma un tipo moderno de corrupción que no excluye probablemente jugosas cuentas bancarias o un fondo especial del Presidente, que puede ser tan  cuantioso como el que maneja el Banco Central de Venezuela, por lo que se confirma que es el cash lo más importante en estos tiempos del Socialismo del siglo XXI, sin el petróleo en las nubes Chávez no habría traspasado las fronteras venezolanas y tal vez no estaría gobernando el país.

 

Noviembre 2007



Pedro Corzo



DEL TOTALITARISMO CARISMATICO AL TOTALITARISMO BUROCRATICO.

 

Por mas de cuatro décadas Cuba ha estado sometida a un régimen totalitario muy singular y es que Fidel Castro aunque le impuso  a su gobierno las características de su personalidad agresiva e intolerante también  vinculo estrechamente  su gestión  a su capacidad de atracción, eso que algunos erradamente llamamos carisma.

 

Fidel Castro, como hubiese escrito Anatole France es un demiurgo a toda ley. Un seductor por excelencia como habría dicho Shakepeare si le hubiese tocado escribir este periodo de la historia de Cuba. Y  sin dudas Houdini, le habría calificado como un ilusionista excepcional si hubiese sido testigo de su capacidad para conservar la confianza de sus partidarios a pesar de fracasos, mentiras y  traiciones.

 

El liderazgo de Fidel Castro ha estado sostenido sobre las bayonetas y su talento, pero también, y quizás en una dimensión superior, a su habilidad para inspirar confianza y ayudar a olvidar aun en muchas de aquellas personas que le conocieron en su turbulenta juventud mafiosa, la textura recia y violenta de sus agallas.

 

El Faraón insular genero desde el periodo insurreccional un discreto culto a su persona y cuando llego al poder fue capaz de que la masa y cierto sector de la clase dirigente se convenciesen que estaban frente a un hombre que sintetizaba en su persona los mejores intereses de Cuba y los cubanos. De la noche a la mañana una humilde isla del Caribe tenía su propio Dios, que a la vez era profeta y espada de una religión que tenia su propio Satán en la tierra: Estados Unidos. Y esta fue su principal carta de triunfo ante una opinión pública mundial que no era exactamente pro norteamericana.

 

Como si todo esto fuera poco el faraón logro extender su influencia mas allá de las fronteras de su reino y no pocos fariseos y gentiles le apoyaron para que iniciara una cruzada en busca de una utopía en la que un hombre nuevo haría avergonzar por sus virtudes al mas integro de sus antepasados.

 

En estos 47 años  Fidel ha tenido la oportunidad de escribir sus propias realizaciones, actuó como mayoral de una finca de mas 100,000 kilómetros cuadrados, involucró en los conflictos cubanos a las potencias atómicas  y llevó a miles de sus partidarios a morir en tierras extranjeras para cumplir  su sueño de catequizar a los herejes pero con tanto ajetreo se le olvido que  no era Dios, que el tiempo se le acababa, y lo que es peor, que a pesar de lo mucho que había bregado iba a morir en la misma orilla del poder que había asumido en 1959, con el agravante que dejaba el templo sin paredes ni techos y a los fieles sin fe pero listos para fingir ante cualquier predicador que profesaban su doctrina.

 

La era épica, la lírica revolucionaria la personificó Fidel Castro. Hizo creer en la epopeya de la Sierra Maestra y en la pureza ideológica de Revolución, fue el estandarte de su propio proyecto, el caballero andante que con mas suerte que virtudes defendió su utopía en numerosos escenarios pero toda esa tramoya se sostenía sobre una fina y a la vez ruda carpintería, una labor lenta, minuciosa, de hormiga o abeja  como se dice comúnmente,  que no llama la atención pero que cuando uno se da cuenta ha construido un andamiaje.

 

Pero un día Fidel tropezó con su mortalidad y le llegó la penumbra. Su cuerpo o su mente se metieron en las sombras que a todos nos esperan y le tocó el turno a la hormiga laboriosa, Raúl, el insecto de fuerte picada que al igual que su hermano puede matar de un aguijonazo.

 

Raúl no es Fidel Castro, lo hemos visto a través de los años. Es un hombre discreto que no ama el espectáculo pero que no duda en hacer lo necesario para que la "colonia" este bajo control. No es ingenioso ni capaz de seducir a su interlocutor pero si puede como eficiente  burócrata conducir el totalitarismo todo el tiempo que el pueblo sometido sea capaz de soportar.

 

Al parecer llegaron al poder los que hicieron posible que Fidel, mas allá de sus peculiares atributos, gobernara por casi medio siglo. Los discursos agresivos, las marchas fastuosas y las declaraciones imperiales desaparecerán ante una riada de circulares y disposiciones que determinaran la vida de cada ciudadano. Será una especie de retorno al mundo soviético previo a la perestroika, una forma de agotamiento del fidelocastrismo que tal vez genere espacios para una transición dentro de la sucesión mas allá de la voluntad del nuevo Jefe.

 

La conducta de Raúl no hace que lo imaginemos como un iluminado marcando el paso de millares de fieles seguidores siempre dispuestos a fingir una suprema lealtad o al frente de una mesa de caballeros de la doctrina que luchan por demostrar quien es mas leal a la sabia decisión del nuevo director de una pieza teatral que fracaso desde su primera puesta en escena.

 

Esperar que Raúl promueva libertades que traspasen las de los animales de corral tiene mucho de quimera, porque los burócratas siempre piensan y proyectan en el marco de lo que conocen y el ignora lo que es la libertad. Quizás busque vías para alimentar mejor a corderos y lobos pero bajo su égida es de creer que Cuba continuará siendo un gigantesco campo de concentración, que aunque posiblemente mas confortable, siempre estará bajo el control  de  severos guardianes que tendrán un garrote a  mano para aplastar a los herejes.

 

Diciembre 2006



Pedro Corzo



LAS DOS CARAS DE LULA


Luis Inacio Lula de Silva, es sin dudas un hombre admirable. De origen humilde y sin academia, accedió a la presidencia de un país que tiene toda la capacidad y la posibilidad de convertirse en una potencia mundial.
La historia del mandatario brasileño tiene mucho del Príncipe y Mendigo. De limpiabotas, obrero industrial, dirigente sindical,  pasó a fundar el Partido dos Trabalhadores (PT), 1980,  un grupo muy complejo compuesto por dirigentes gremiales,  ex guerrilleros,  intelectuales de izquierda y hasta personalidades provenientes de la Teología de la Liberación.

El Partido se identificó con el socialismo, y aunque ponía reparos a ciertos aspectos del denominado socialismo real que imperaba en los países del este de Europa, esa posición crítica no le impidió una estrecha relación con la dictadura de Fidel Castro, acercamiento que han protagonizado el propio Lula de Silva y uno de sus más estrechos colaboradores, José Dirceu, quien recibió entrenamiento guerrillero en Cuba en los años sesentas.

Por su intensa actividad se aprecia que da Silva es un trabajador incansable. Fundó una central de trabajadores en 1986, más tarde, diputado federal y tres años después fue el segundo candidato mas votado en los comicios presidenciales.

En 1990 junto a Fidel Castro organizó el Foro de Sao Paulo que pretende y lo ha logrado con éxito, reorganizar los partidos políticos y movimientos de la izquierda latinoamericana que habían resultado  muy afectados con el derrumbe del bloque comunista europeo.

El Foro, -es un aparato de múltiples colores políticos que  reúne organizaciones democráticas como el Partido de la Revolución Mexicana y el Frente Amplio de Uruguay, dirigentes políticos como Hugo Chávez y Evo Morales, también organizaciones de  narcoguerrilleros y terroristas como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -,  tiene como fin tomar el poder político en todos los países del hemisferio y refundar las naciones en base a los proyectos que auspicien  los dirigentes nacionales, sin perder de vista una solidaridad activa que les facilite la continuidad en el poder.

La organización ha logrado progresos indiscutibles. Venezuela, Brasil,  Argentina, Nicaragua, Paraguay, Uruguay,  Bolivia, Chile y  Ecuador  están bajo su influencia, o gobernadas directamente por los miembros del Foro, que no ceja en su labor proselitista y en el fortalecimiento  de sus proyectos.  

Si la gestión política de Lula da Silva ha sorprendido por una orientación económica que respeta las normas capitalistas, mayor asombro ha causado que con sus credenciales socialistas y en un periodo en el que América sufre una epidemia de reformas constitucionales que legitiman el despotismo electoral haya rechazado, a pesar de contar  con un amplio apoyo popular, la posibilidad de una segunda reelección.

Lula que heredó la exitosa tarea que cumplió durante su mandato  Fernando Enrique Cardoso, esta consciente del papel hegemónico de Brasil en el continente, particularmente en el Sur, y que el coloso del área, Estados Unidos, no puede tomar una decisión sin entrar a considerar la opinión que tenga sobre el asunto Brasilia, que se ha convertido en una especie de arbitro interesado  en el resultado que tengan los diferendos que se produzcan en el hemisferio.

 

Lula da Silva, sin el histerismo de sus aliados,  ha confrontado con éxito a los  Estados Unidos,  y le ha hecho conocer  cuales son sus intereses y que no cejara en su empeño porque estos se concreten. Ha buscado aliado fuera del continente y en los foros internacionales enfatiza sus diferencias con Washington, a la vez que insiste en lograr un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y fortalecer la moneda nacional en detrimento del debilitado dólar. Hasta aquí un nacionalismo valido y respetable.

Su labor internacional ha sido intensa. Ha participado en los foros internacionales más importantes y gracias al peso específico ascendente de su país, tanto en política como en  economía, se ha ganado la consideración y el respeto de los gobiernos más poderosos del orbe y su nivel de influencia en el panorama  mundial ha llegado a niveles sin precedentes en toda  la historia de la nación sudamericana.

Pero el  mandatario brasileño tiene dos caras. Ha practicado la política de la manzana, blanco por dentro y rojo por fuera, en lo que respecta a su actitud ante los gobiernos populistas de izquierda que padece el continente.

Es una realidad que impulsa para Brasil el progreso, con libertades públicas y propiedad privada, pero es totalmente indulgente con sus camaradas del Foro de Sao Paulo,  que no cesan de tomar las medidas necesarias para instaurar dictaduras unipersonales con el misticismo del inexplicable socialismo del Siglo XXI.

Su silencio cómplice  ante los abusos de poder en que ha incurrido Hugo Chávez, los desmanes del presidente boliviano Evo Morales, el despotismo del ecuatoriano Rafael Correa y las manipulaciones de Daniel Ortega en Nicaragua, no se corresponde con la imagen de hombre tolerante y respetuoso de las ideas ajenas, que muestra a los gobiernos de los países mas desarrollados.  Lula solo enfrenta a sus aliados ideológicos, cuando estos afectan los intereses de Brasil, mientras tanto acepta sin protestar  las depredaciones contra los demócratas que en el marco de sus fronteras realizan sus homólogos de la Alianza Bolivariana de Las Américas

Otro ejemplo de la doble moral de da Silva, es  su intensa labor personal a favor del ingreso de Cuba al Grupo de Rió y sus esfuerzo porque la Organización de Estados Americanos suspendiera las sanciones impuestas a La Habana en 1962. El presidente brasileño que ha viajado a Cuba en varias ocasiones,  nunca se ha interesado en promover una transición a la democracia en la isla.

Pero si dudas en lo que Lula da Silva ha mostrado a plena luz su "socialismo real" ha sido en el caso hondureño. El protagonismo de su gobierno ha sustituido el que en su momento asumió Hugo Chávez cuando envió a su canciller a la frontera de Honduras con Nicaragua.

En las últimas semanas ha sido el gobierno de Brasil el aliado mas firme del depuesto mandatario Manuel Zelaya, un compromiso con la democracia que no manifestó cuando Zelaya intentó imponer un referendo en su país para buscar una reelección a semejanza de Chávez, Correa y Morales. Su labor de a favor de severas sanciones contra el gobierno provisional de Honduras contrarresta con su política de puertas abiertas a favor del gobierno de los Castro en Cuba.

Fue Brasil y no Venezuela, aunque Caracas fue quien orquestó la operación, que permitió el ingreso a la sede diplomática en Tegucigalpa a Zelaya. Es un hecho sin precedentes, porque el asilo en América Latina esta consagrado cuando se procura refugio dentro del país, no cuando se viaja del exterior para entrar subrepticiamente a una embajada, pero como si fuera poco el derrocado presidente ha usado la protección de Brasilia, para instigar a la violencia y la insurrección, lo que ha ocasionado perdidas de vida, daños a la propiedad pública y privada, e inseguridad ciudadana

Por su parte el Lula da Silva, que no reconoce el gobierno de Honduras y que en justicia no tiene derecho a proteger a ninguna personas que haya ingresado a un edificio propiedad de su gobierno de la forma que lo hizo Zelaya, ha contestado con soberbia imperial, tal vez ni el emperador brasileño Pedro I,  lo habría dicho,  "que el depuesto mandatario se quedará en la embajada el tiempo que sea necesario para garantizar su seguridad", a lo que agregó, "Lo que no es normal no es que Zelaya haya vuelto, sino que el tal Roberto Micheletti se haya quedado".

Lula ha actuado con extremo cinismo en sus relaciones con los demócratas del continente, por lo que tienen todo el derecho a considerar que ha estado fungiendo como el policía "bueno" de la izquierda política del hemisferio, mientras Chávez y comparsa,  cumplen con el rol de "malo", pero que a fin de cuentas todos quieren lo mismos: El poder para imponer sus convicciones.

 

 

Pedro Corzo

Octubre 2009.






DEMOCRACIA Y TOTALITARISMO


 

Es evidente que ambos términos y lo que significan, trasciende lo político para inspirar, y de cierta manera conducir, la vida individual y colectiva de una sociedad.

 

En la democracia se infiere que existe tolerancia, respeto a las minorías, libertades plenas y sin restricciones salvo en aquello que afecte los intereses naturales de otro individuo y la comunidad.

 

Democracia es aceptar la opinión ajena con la comprensión y el respeto que reclamamos para la nuestra. También implica cambios, diferencias y críticas sin que para esto tenga que practicarse la violencia por ninguna de las partes que integran el conflicto.

 

La democracia se sustenta en un estado de derecho. Leyes públicas. Cabildo abierto. Capacidad legal para defendernos y atacar sin que el poder constituido pueda valerse de la fuerza para lograr el sometimiento.

 

Democracia es ley con justicia y puede ser tan amplia en su acción como mínima la base de restricciones sobre la que se sustenta.

 

Dictadura y totalitarismo son sinónimos de la fuerza arbitraria, del orden por medio de las bayonetas; práctica constante de la autoridad sobre la comunidad y dispersión de la individualidad para que se conforme una masa informe que responda a consignas y esquemas que dimanan del poder.

 

Dictadura es prohibición. Regla en movimiento que pretenda establecer un rígido control sobre la acción y el pensamiento.

 

Totalitarismo es la extinción de la capacidad de creación libre del individuo. El cese del derecho. Fin de la autonomía del ciudadano en su relación con el estado.

 

El derecho en esos casos no es fundamento del gobierno. Su práctica es arbitraria y solo responde a los intereses de sobrevivencia del conductor. La opinión no se sustenta en el número de personas que la emiten sino en la fuerza del que la impone.

 

El "genio" de la democracia no tiene que estar en el poder para expresarse porque la conducta democrática es válida aún en la oposición aunque sin dudas se reproduce en esencia en los gobiernos que la practican.

 

Más aún, por la conducta de un opositor calificado como demócrata en el período que procuró el cambio se puede colegir cuál va a ser su actuación en el gobierno.

 

En los sectores oposicionista con inclinación totalitaria sucede algo similar; porque el "duende" del absolutismo se manifiesta ampliamente durante el proceso que antagoniza con el grupo dominante. Por las formas de hacer oposición se puede inferir como será la conducta del grupo cuando acceda al poder.

 

Lo anteriormente expresado precisa un cuestionamiento. ¿Se puede luchar contra una dictadura con métodos democráticos y con convicciones de ese tenor? ¿Es posible enfrentar la violencia gubernamental con la sola persuasión? ¿Se puede dialogar con quienes se hacen sordos ante los reclamos de una sociedad en crisis?

 

Si los regímenes de fuerza se valen de la ausencia de escrúpulos para impedir los cambios naturales en una sociedad; ¿es razonable y prudente por parte de una oposición democrática callar los suyos y entonces confrontar con cualquier método al grupo que controla la sociedad? De hacer esto ¿no se están socavando las bases democráticas de la sociedad que se desea crear al usar técnicas contrarias al espíritu de la democracia? De no hacerlo ¿no incurre la corriente democrática en el vicio de la autocomplacencia estéril o, lo que es peor, de complicidad criminal con la dictadura?

 

¿Se debe ser tolerante con quien no lo es? ¿Escuchar al que censura cada vez que tiene una oportunidad? ¿Darle espacio a la manifestación y a la querella legal a los que reprimen ese derecho? ¿Se debe respetar al que victimiza, comprender al verdugo y luchar por el derecho a oprimir de los opresores?

 

Realmente la confrontación entre dictadura y democracia es altamente crítica porque no solo ambas responden a concepciones políticas y a la educación ético-moral de los actores sino que también subyace en la naturaleza específica de quienes tienen uno u otro concepto sobre las formas de vivir la humanidad.

 

Es fácil suponer, el desarrollo del individuo así lo expresa, que el espíritu democrático tiende a imponerse a pesar de las contradicciones en que el hombre y su tribu pueden incurrir. La sociedad humana en términos generales ha progresado en sus relaciones aunque persistan innumerables atrocidades. El hombre es menos animal cada día aunque hoy, por los adelantos tecnológicos, es más peligroso como bestia o jauría como nunca antes en la historia.

 

Las contradicciones entre democracia y dictadura son de cierta manera una expresión social de nuestros conflictos de personalidad que se debaten y afloran socialmente.

 

Es muy posible que no exista un solo ser humano que no albergue en su espíritu un dominador, un controlador, un verdugo junto a su otra mitad justa, comprensiva y tolerante: porque lo que es difícil concebir son seres de un solo hemisferio en conducta y pensamiento, porque de existir serían Santos o Azotes, condición que deja pálido a los héroes y los tiranos.

 

Pedro Corzo

 

Mayo 2004