Los centros universitarios fueron escenarios de protestas pacíficas contra el comunismo. Pedro Luis Boitel intentó mantener la independencia de
Las credenciales cívicas, entre otros, de José Ignacio Rasco, Antonio José Varona, Roberto Agramonte, Luis Conte Agüero y José Miró Cardona, los primeros dirigentes de la oposición en 1959, son indiscutibles, y si en un momento decidieron asumir otro método de lucha fue consecuencia de que el espacio para el tipo de confrontación que preferían, la electoral, había sido eliminado.
El régimen, según transcurría el tiempo, estableció un control sobre toda la sociedad que impidió cualquier acción política y social independiente. La violencia ejercida por el Estado impulsó a la oposición a la violencia. La sociedad se asfixiaba y como supremo derecho, señalado en el preámbulo de
Un aspecto marginal, pero a tener en cuenta, era que entre las tradiciones cubanas más lamentables estaba la lucha armada. La primera reacción de la oposición, incluyendo la de los partidos políticos al golpe militar del general Fulgencio Batista, fueron los atentados personales, sabotajes y la lucha guerrillera y terrorista que dirigió Fidel Castro. Un epítome de esa tradición.
La lucha fue dura y cruenta. Murieron cubanos de ambas vertientes ideológicas. Montañas y llanos conocieron, como nunca antes en nuestra historia republicana, la confrontación armada. La lucha en la clandestinidad fue dolorosa. El paredón, los atentados personales, muertos en combate, desaparecidos, la cárcel y el exilio.
El régimen logró imponer su voluntad a sangre y fuego. El país se dividió. El ciudadano se convenció de que el nuevo orden era inmutable. La percepción de un estado omnipotente y omnipresente impregnó la conciencia individual y colectiva. El fatalismo de que todo estaba preescrito y diseñado caló muchas mentes.
La intensidad de la confrontación disminuyó y aunque la pax castrista extendió su sombra por todo el país, nunca pudo extirpar de raíz la voluntad de cambio de un grupo de irredentos, que dentro o fuera de la isla, continuó luchando de diferentes formas, aunque siempre primó la violenta, particularmente desde el exterior.
A partir de finales de la década de los 70 en Cuba surgió y se fortaleció con los años un activismo que en principio se identificó con el respeto a los derechos humanos pero que ha evolucionado hasta reclamar reivindicaciones políticas que se fueron radicalizando en el marco de la no violencia.
Por otra parte en el exterior, aunque hay organizaciones que favorecen la confrontación armada, siempre han operado otras agrupaciones que rechazan la violencia y creen en otras vías para resolver el drama nacional.
Por todo lo antes expuesto se puede afirmar que la oposición al castrismo es plural ideológica y políticamente, diversa en sus orígenes, diferentes las estrategias y distinta la historia personal de cada uno de sus actores que aunque genera muchas contradicciones coinciden en el más importante objetivo: derrocar el totalitarismo
Pedro Corzo