viernes, 1 de enero de 2010

DE LA TRICONTINENTAL AL ALBA

Las pretensiones de Hugo Chávez y Fidel Castro, a pesar de los fracasos que por décadas el dictador cubano cosechó en su proyecto imperialista  de instaurar regimenes despóticos con sustentación ideológica en el continente americano, se mantiene vigente. Las estrategias han sido remozadas, adecuadas a los tiempos. Los  colores y discursos corresponden al Siglo XXI, pero  los fines son los mismos  que impulsaron a José Stalin y Adolfo Hitler.

 

La Primera Conferencia Tri continental de los Pueblos de Asia, África  y América  Latina que se celebró en La Habana en enero de 1966, reunió a mas de 70 países con unos 500 delegados que representaban en su mayoría partidos políticos, movimientos violentos que actuaban en la clandestinidad, grupos guerrilleros y unos pocos gobiernos que usaban el discurso de la justicia social para exterminar los derechos sociales y políticos de sus ciudadanos.

 

De este encuentro de organizaciones que se oponían claramente al capitalismo y a la democracia representativa, que en su mayoría estaban identificados con alguna modalidad del pensamiento marxista surgió la Organización de Solidaridad de los Pueblos de África, Asia y América Latina, OSPAAAL.

 

El principal arquitecto de aquel encuentro y su mayor beneficiario fue Fidel Castro, aunque en la organización de un evento que no tenía precedentes en este continente, participó de manera notable Mehdi Ben Barka, un dirigente marroquí asesinado en París un mes antes del encuentro en La Habana,  en condiciones nunca esclarecidas.

 

Los objetivos de los promotores de la Conferencia eran entre otros prestar ayuda a los denominados movimientos de liberación nacional, con particular énfasis en el movimiento palestino, incrementar la lucha armada en los tres continentes, prestar un irrestricto apoyo al régimen cubano, entre otras causas, porque era el principal santuario y patrocinador del Movimiento. El plan incluía luchar contra las bases militares extranjeras y la política de segregación racial.

 

Una de las muchas propuestas de la Conferencia que mostraba la imposibilidad de conciliar el discurso con las acciones, fue el hecho de que mientras se condenaba el uso de la armas nucleares, el país sede de la reunión, Cuba, cuatro años antes había sido el principal promotor de que la Unión Soviética instalara por primera vez armas nucleares en un país del tercer mundo.

 
En realidad los organizadores pretendían imponer en sus respectivos países un estado autoritario identificado con una ideología común. Proceder en nombre de la nación, actuar en nombre del pueblo, era la forma más productiva para imponer un populismo de Estado a perpetuidad.
 
Según los artífices de la Conferencia el proyecto no estaba influencia- do por los soviéticos, a la vez que afirmaban que tampoco respondía al maoísmo. Decían que pretendían actuar con autonomía y buscar puntos de  cooperación y equilibrio entre Moscú y Pekín.
 
Ben Barka, diez meses antes de la conferencia en La Habana, declaró durante un encuentro preparatorio "las dos corrientes de la revolución mundial estarán allí representadas: la corriente surgida con la Revolución de Octubre y la de la Revolución Nacional Liberadora". El modelo de la titulada revolución nacionalista era Cuba y el arquetipo del líder de ese tipo de proceso eran individuos como Fidel Castro. 
 
Cuarenta y tres años después, La Habana vuelve a ser sede de un foro que con estrategias diferentes y menos pretensiones persigue los mismos objetivos que la Tri continental: instaurar regimenes contrarios a la democracia y a los derechos humanos.
 
La  VIII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra America, es otro engendro castro chavista  que busca la desestabilización y la toma del poder con formulas que no son  nuevas pero que han sido remozadas tomando como fundamento el fracaso de las estrategias del pasado.
 
En los encuentros de la Tricontinental no se trataban temas como el comercio, no se abordaban proyectos económicos ni se discutían planes sociales de cooperación. En aquellos encuentros se era más claro y preciso, se hablaba y discutían los objetivos,  no es que dijeran toda la verdad pero eran sinceros en exhortar a la toma del poder para imponer la dictadura del proletariado.
 
El indigenismo ha sustituido en gran medida la lucha de clase, la violencia guerrillera o terrorista ha sido relevada por el caos y la desestabilización que generan  manifestaciones publicas que practican una violencia de intensidad variable que puede acentuarse o disminuir según los progresos del proyecto.
 
Una de las estrategias del presente, facilitada por los multimillonarios ingresos petroleros de Venezuela, es satisfacer las necesidades de países en problemas y por medio de la satisfacción de éstas concertar alianzas internacionales que apoyen el proyecto del Eje Totalitario.
 
Contar con un bloque de naciones comprometidas y agradecidas, en realidad dependientes de las regalías del chavismo, le facilitan al déspota venezolano y por extensión al cubano, una herramienta política poderosa para usar en los encuentros internacionales. Una clientela política lista a complacer a su mecenas en foros como Naciones Unidas o la Organización de Estados Americanos, neutraliza en gran medida los ataques que puedan provenir de los factores nacionales e internacionales que afectan las gestiones del Gran Protector, que al fin de cuentas es quien llena la despensa de quienes les defienden. En otras palabras los petrodólares de Hugo Chávez han sido mas efectivos que las promesas de construir el Hombre Nuevo que en su momento los gatilleros del castrismo difundieron por el mundo.

Ya no se trata de llegar al poder por medio de la insurrección, cuyo uso no esta descartado por principios, sino por conveniencia. El método actual es provocar la anarquía. Programar el caos, la desestabilización social para dar oportunidad a que surjan salvadores que ofrezcan tranquilidad al pueblo y seguridad a la clase dirigente, que con el tiempo, pero tarde, se percatara que fue usada para la toma del poder pero que son prescindibles en la práctica del mismo.

 
El desconcierto del pueblo y la clase dirigente facilita el acceso de un líder que aparentara gobernar en comunión con el resto de los poderes públicos y que respetara aquellas libertades que no afecten su autoridad. Un Cesar que gusta de elecciones controladas, de leyes hechas a su voluntad y del baño de la multitud que respalda su proyecto. En fin, un Chávez.
 
Pedro Corzo
Diciembre  2009