martes, 18 de agosto de 2009

Bolivia, entre el Populismo y la Subversión.


 

 

Es evidente que uno de los países mas pobres del continente, menos de 1000 dólares de renta per cápita, es la nueva víctima del populismo y de las campañas demagógicas de la extrema izquierda. La exhortación al odio y la violencia contra reformas económicas mas que necesarias en ese país, sumado al rechazo a exportar gas natural a través de Chile lograron  aglutinar a sectores que se oponen al progreso y que tradicionalmente han estado divididos.

 

El partido socialista e indigenista  Movimiento al Socialismo, MAS, que dirige el líder de los cosechadores de coca y representante al congreso Evo Morales, y Felipe Quispe, también líder indígena y  diputado que comanda la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesino de Bolivia y el minero Jaime Solares, que encabeza la Central Obrera Boliviana, calificada como trotskista, fueron, a pesar de sus grandes diferencias,  los factores claves en el derrocamiento de un presidente que había sido  elegido democráticamente en agosto del pasado año.

 

Evo Morales, para muchos el líder boliviano mas conspicuo, perdió frente a Sánchez de Losada los comicios presidenciales del 2002. Dirige unas 30,000 familias quechuas que cultivan coca, lo que le posibilita una base política poderosa identificada con el proyecto que dice defender. El pasado año recibió de parte del dictador libio Muammar al Gadaffi un denominado premio de la Paz, que contaba con 50, 000 dólares en efectivo, y es posiblemente el indígena americano que más atención internacional ha recibido hasta el momento. Morales tiene un discurso incendiario y es aliado de todos los dirigentes del hemisferio que patrocinan un modelo estatista y antiglobalizador.

 

Por otra parte su acérrimo enemigo, Felipe Quispe, quien estuvo en prisión varios años después que dirigió el Ejercito Guerrillero Tupac Katari promueve la autodeterminación de la nación indígena, asegurando que los indios bolivianos no tiene problemas con Chile y que la lengua aymará no tiene fronteras. El discurso de Quispe, mezcla con virulencia la lucha de clases y el racismo, un cóctel que le  aproxima al odio que caracteriza a todos los fundamentalistas.

 

Pero aunque el derrocamiento del presidente boliviano Sánchez de Losada, tiene varias lectura  hay una que no puede ser pasada por alto, y es que las necesidades de los pueblos indígenas de América no han recibido por parte de los dirigentes políticos nacionales la atención requerida, incluso en aquellos países donde los indios son mayoría, o se aproximan a serlo.

 

En este  injustificado descuido hay que incluir a los lideres tradicionales de la izquierda continental, porque salvo contadas excepciones, Víctor Raúl Haya de la Torre entre ellas, nunca asociaron su gestión política a la solución de los problemas de los primeros pueblos americanos.

 

El liderazgo político, sin importar la corriente de pensamiento que le caracterizaba,  se orientó hacia la formación de movimientos sindicales urbanos poderosos  donde por lo menos se practicaba una democracia formal, igual atención recibieron  la clase empresarial y otros sectores de la sociedad, sin embargo el ámbito rural era por lo regular poco atendido, siendo mas aguda esta situación en lo que se refería a los pueblos  indígenas.

 

Vale destacar que en esta discriminación también incurrió el totalitarismo cubano porque nunca le propició a los pueblos indígenas un rol importante en las actividades subversivas que patrocinó por varias décadas en el continente. Un ejemplo es Ernesto Guevara, que en la propia Bolivia se asocio a un partido Comunista urbano, que apenas tenia una base agraria. Algo similar ocurrió con Haití, que salvo la incursión del verano de 1959, no organizó ni proyectó focos subversivos en ese país. Racismo u Oportunismo?.

 

Los líderes del hemisferio, militares o civiles, que  se han caracterizado por orientar la gestión administrativa hacia sus pares, otros blancos criollos en su mayoría, centraron sus actividades en los desarrollos urbanos. Muchos de estos dirigentes, verdaderos aristócratas por educación y fortuna, y que eran la contrapartida étnica y económica de la mayoría de sus gobernados no valoraron correctamente

que un número considerable de los ciudadanos  que dirigían habitaban zonas rurales, vivían miserablemente y eran de una etnia en particular que al ser discriminada sistemáticamente podía generar un sentimiento de rechazo uniforme a los poderes  constituidos.

 

Esta situación de indefensión y abandono se hace mas evidente en la actualidad  cuando los mas discriminados de nuestras sociedades pueden atisbar las precarias, aunque mejores condiciones de vida,  en la que subsisten otras personas. Agréguese a esto que aunque todos no tienen acceso a los  progresos materiales del siglo XX1, los que se encuentran en mejor situación si pueden conocer de los mismo, lo que genera un justo espíritu reivindicativo que es fácil de manipular por  lideres emergentes de la propia etnia, o ajena a esta.

 

Es conveniente destacar también que el incremento de las comunicaciones, la proliferación de organizaciones no gubernamentales que cumplen actividades humanitarias y el intenso proselitismo de algunas religiones en el continente, entre otros factores,  han posibilitado el conocimiento y el contacto entre los diferentes pueblos indígenas, resultado que podría generar en principio en una campaña de reivindicaciones que traspase las fronteras nacionales y que posteriormente, hábilmente conducida por extremistas, derive en demandas de cambios políticos y económicos substantivos capaces de generar una desestabilización de proporciones imprevisibles.

 

Los sucesos de Bolivia, Ecuador y Argentina en menor grado, demuestran que existe el caldo de cultivo propicio para que dirigentes populistas, demagogos de ocasión y la izquierda irredenta que no admite el fracaso del modelo marxista que impusieron en alguno países y auspiciaron en otros,  pretendan manipular a los que menos poseen -preferentemente a los pueblos indígenas- para generar desestabilización en el hemisferio con el fin de provocar los cambios estructurales a los que siempre han aspirado. 

 

Estos subversivos que recurren como primera herramienta de cambio a la protesta cívica, y a la rebelión popular, cuando consideran esta necesaria para sus propósitos,  no descartan el uso de otros métodos mas expeditivos cuando lo ameritan las circunstancias, y aunque la mayoría de ellos tienen un discurso que cumple las pautas establecida por la izquierda marxista: control total de la economía, rechazo de las inversiones extranjeras, y por extensión  condena y repudio de la Globalización, todo aderezado con un fuerte odio a los Estados Unidos y lo que ese país representa,  no están necesariamente afiliados a una corriente política en particular aunque puedan satisfacer las pautas por éstas establecidas.

 

La caída de Sánchez de Losada, Bolivia, como en su momento las de Fernando de la Rua, Argentina, y la de Jamil Mahuad, Ecuador, son  en parte jugada en el mismo tablero y con iguales piezas: Injusticias sociales que desde hace mucho tiempo demanda rápidas y profundas soluciones, y el uso que de estas hacen  los Iluminados que pretenden imponer un estilo de gobierno autocrático y todavía mas injusto que el que buscan  destruir.

 

 

Pedro Corzo

Agosto 2006