martes, 18 de agosto de 2009

CARLOS ANDRES PEREZ: ¿JUSTICIA O CIRCO?


 

Durante casi once años residí en Venezuela. Quiero sinceramente esa tierra y la mucha gente buena que allí conocí. Me sentí bien en la Patria del Libertador, y me preocupa especialmente su destino.

 

Venezuela es, sin lugar a dudas, una de las naciones más ricas de América. Allí un extranjero encuentra pronto abrigo y los cubanos en especial, salvo las excepciones que quieran titularse, tuvimos la oportunidad de progresar social y económicamente, considerando que salimos de Cuba no a pie pero si casi descalzos.

 

 Cuando América Latina y Estados Unidos restringían visados a los cubanos ese país nos acogió por millares sin

exigir calificaciones especiales o títulos. Podíamos trabajar libremente y nuestros hijos asistir a escuelas públicas con los ajustes que prescribía el sistema educativo nacional y, lo más importante, nos entrenábamos en una sociedad libre, plural, que aunque no perfecta era en Derecho muy superior a la cubana.

 

De Venezuela me gustaron muchas cosas. Me chocaron otras. Como las buenas son más no es preciso enumerarlas. Pero entre las negativas hay una que no quiero obviar: La Corrupción política, empresarial, judicial, sindical, etc.

 

En casi todos los aspectos de la vida pública nacional se vivía la corrosión de la corrupción. Y no digo ésto en base a informaciones particulares a las que nunca he tenido acceso, sino porque son de conocimiento público los escándalos de cientos de millones que los medios de comunicación social divulgaban con tanta frecuencia que un escándalo hacía olvidar el precedente.

 

Recuerdo algunos: El Banco de los Trabajadores de Venezuela, Bandagro, Cantv, Corpomercadeo, Recadi, los famosos jeeps de un Ministro del Interior, las acusaciones a una secretaria de la presidencia, el Banco de Comercio, una carretera en el oriente del país, en fin, mucha bulla, muchos millones desviados y muy pocas responsabilidades hechas pública y aún menos involucrados condenados.

 

Por eso lo del enjuiciamiento al presidente Carlos Andrés Pérez es una grata sorpresa, y en esta segunda parte está incluida mi condición de cubano y el repudio a quien ha favorecido la dictadura isleña aún en detrimento posible de

los intereses de su propio país.

 

El presidente Pérez, es un hombre capaz, valiente, carismático y con un vivo sentido de la oportunidad. El populismo económico de su primer mandato ha ido desapareciendo ante el golpe de timón de su recién estrenado liberalismo. Su vocación a un liderazgo extrafrontera le ha hecho cometer serios errores y sus dos caras, como el místico Dios Jano, lo obligan a contradicciones que al parecer han posibilitado su funeral político.

 

Carlos Andrés Pérez, en su primera magistratura fue primer actor de un gran escándalo que la crónica lo refleja como el "caso Sierra Nevada". Un barco. En esa ocasión la diferencia de un voto le salvó del proceso. Pero también, el país estaba en pleno auge económico. Era fácil identificar su gobierno con la bonanza, las vacas gordas o la Venezuela Saudita como es costumbre decir en el país.

 

Los tiempos han cambiado. El Bolívar se ha devaluado de 4.30 por un dólar a 87. Los subsidios se han ido eliminando. Muchas empresas públicas han sido vendidas y aunque los índices económicos reflejan que la economía nacional ha crecido el pueblo está más pobre, se consume menos y todo es más costoso. En fin, los quebrantos económicos le han restado popularidad a Pérez, han creado un serio clima de inestabilidad, dos intentos de golpes militares y tal vez el vacío político en su entorno ha posibilitado el enjuiciamiento.

 

La diferente conducta ante situaciones parecidas me provoca reflexiones que considero razonable. Si el proceso a Pérez está sustentado en aspectos legales y no políticos es indudable que la acción judicial favorecerá a la nación sudamericana; si la crisis es expresión de que los problemas de América Latina se resuelven institucionalmente y que los pueblos reclaman más transparencia y honestidad a sus dirigentes es para sentirnos satisfechos.

 

Ahora bien si... en todo esto subyace una decisión política independiente a la eventual inocencia o culpabilidad del Presidente, si la crisis es producto de una vendetta, si el drama constitucional es provocado por el evidente descrédito de los partidos políticos junto a los serios problemas económicos de la nación que pueden repetir las revueltas de Febrero de 1989 o nuevas intentonas golpistas, en una palabra, si el juicio a Carlos Andrés Pérez no es una genuina acción para hacer justicia por la cabeza más

s visible de la sociedad con el propósito de destruir el pulpo de la corrupción; el país corre serios peligros y los intentos chapuceros de salvar el sistema pueden producir un completo naufragio.

 

Justicia, pero jugar al circo sería nefasto. Un proceso fraudulento, un mero espectáculo de carpa sería severamente rechazado por el pueblo. El venezolano tiene hoy más conciencia de sus derechos que en ningún otro período y no dudo que va a exigir que el "pabellón con barandas" quede bien cocinado en el Congreso Nacional.

 

Noviembre de 1994

 



Pedro Corzo