domingo, 30 de agosto de 2009

TERRORISMO, TERRORISTAS.

 

El acto terrorista se caracteriza por la acción violenta de un grupo de personas sobre las vidas y los bienes de otra persona o grupo de personas, que no tienen relación directa con un conflicto determinado.

 

La acción terrorista no tiene entre sus prioridades objetivos militares, sino civiles, porque lo que pretenden es infundir pánico y a través de este obligar a la sociedad y al gobierno a que cambien sus conceptos  y formas de vida.

 

La medida del éxito de una acción terrorista esta determinada por la destrucción del objetivo, el pánico infundido y en la proporción que el gobierno y la comunidad atacada modifiquen sus valores existenciales.

 

La respuesta por parte de las autoridades a la acción terrorista es un índice del impacto que esta provoco en la comunidad. El cese de los derechos ciudadanos y una acción militar o paramilitar indiscriminada como respuesta,  tiende a disminuir las repercusiones éticas de la acción criminal, e incentiva al terrorista a continuar su escalada de destrucción.

 

Si cuando los atentados personales en Suecia contra Olof Palme, 1986, y en Israel contra Yitzak Rabin, 1995, los gobiernos de esos países hubiesen tomado medidas contra los derechos civiles o procesado inocentes, el éxito de la acción terrorista se habría magnificado.

 

El nivel de peligrosidad de una acción terrorista esta fundamentado en los resultados pero también en la capacidad que tenga para sistematizar las  operaciones el grupo promotor. El terrorismo como sistema y como parte de un programa posee sin duda alguna una capacidad devastadora.

 

El terrorismo al igual que la subversión tiene su mejor caldo de cultivo en  las sociedades abiertas. Un acto de terror o subversivo en sociedades totalitarias o autoritarias enfrenta adversidades muy difíciles de superar y en esto esta incluido el control que sobre la prensa ejerce el aparato gubernamental.

 

La capacidad que tiene la prensa para difundir un  acontecimiento es particularmente  valorado por quienes  cometen este tipo de crimen. La divulgación de los hechos lo considera fundamental para sus propósitos.

 

No siempre el terrorista esta alentado por el deseo de acceder al poder político por cualquier medio y menos aun en el disfrute personal del mismo. Su intención puede estar basada en un afán de crear un clima de desestabilización, difundir el miedo y apreciar lo que son capaces de provocar con sus acciones.

 

Un acto terrorista puede expresarse  a través de  acciones individuales y colectivas. Un terrorista puede o no incluir su vida en la acción que va a perpetrar, por lo que hay  terroristas dispuestos a la inmolación y otros que rechazan firmemente ese sacrificio.

 

El acto terrorista ejecutado por un solo individuo por lo regular se manifiesta a través del atentado personal. En esta forma el homicida puede querer preservar su vida como en los casos de Abraham Lincoln, Estados Unidos, 1865, o inmolarse como en el atentado personal que sufrió  Rajiv, hijo de Indira Ghandi, también asesinada, quien fuera primer ministro de la India, 1991.

 

Por supuestos que estas acciones terroristas contra mandatarios o alto funcionarios gubernamentales también pueden ser realizadas por colectivos que se conciertan para ese fin y un ejemplo de gran trascendencia histórica fue el atentado contra  Anuar el-Sadat, 1981, presidente de Egipto, quien fue asesinado durante un desfile militar por integristas musulmanes.

 

Los atentados terroristas que por lo regular se ejecutan en occidente no tienen el componente suicida. Las acciones de la ETA en España o de las  Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en ese país, se caracterizan por un fuerte deseo de sobrevivencia por parte de sus ejecutantes.

 

Por lo regular el terrorismo que responde a motivaciones políticas excluye la inmolación. El terrorista político e ideológico quiere trascender a sus acciones y espera que estas en alguna medida le faciliten sus ambiciones.

 

Sin embargo es prudente apreciar que las  acciones terroristas en el Medio Oriente y el Lejano Oriente, se  ejecuten individual o colectivamente, incluyen por lo regular el sacrificio de sus autores y es que prácticamente

la totalidad de estos elementos responden a fundamentalismos de inspiración religiosa.

 

 

El terrorismo no es un fenómeno nuevo en el devenir de la humanidad.

 

Durante toda la historia se han producido actos de terror provenientes de gobiernos, o de fuerzas que aspiran a tomar el poder político, y paradójicamente de grupos religiosos que ofrecen a sus feligreses una utopía por su sacrificio.

 

El acto terrorista se puede producir aun en el marco de un conflicto bélico, porque aunque parezca contradictorio en las guerras deben cumplirse normas de respeto al enemigo que de no ser acatadas pueden convertir en terrorista al autor de los hechos.

 

El terrorismo se expresa de diversas maneras y recurre a armas y medios presentes en toda la sociedad y las motivaciones de los terroristas pueden estar inspiradas en frustraciones y anhelos de un amplio espectro.

 

Por lo regular los promotores y actores de una acción terrorista rechazan que los califiquen como tales. Ellos tienden a justificar el ataque a personas ajenas al diferendo aduciendo motivaciones de carácter ético-político  que  posiblemente subyacen en sus actos, pero no por eso deja de ser  una acción criminal.

 

La misma actitud asumen los gobiernos que practican el terrorismo de Estado. En esos actos terroristas el estado justifica sus atropellos aduciendo doctrinas de seguridad nacional y motivaciones patrióticas que no tienen nada que ver con las acciones policiales ejecutadas por verdugos.

 

El terrorismo es un acto que concita el repudio por la impunidad en que se ejecuta. No importa que el individuo o individuos decidan convertirse en mártires por  sus acciones, ese tipo de operación es rechazada por la ausencia de valores morales en ella misma.

 

 

Pedro Corzo

Julio 2002