lunes, 31 de agosto de 2009

SANTOS Y TRAFICANTES

No me refiero al conocido gangster que pasó a una supuesta mejor vida hace varios años. Escribo sobre aquellos que con ropajes humanistas o patrios defienden causas y posiciones políticas que coinciden directa o indirectamente con sus intereses más sensibles.

 

Para algunos, estas breves reflexiones pueden estar dirigidas a personas en particular; pero puedo afirmar que no es cierto. Son consideraciones extraídas de lo que escucho y leo. Criterios sujetos a cambios si las personalidades que los han motivado en su momento crítico demuestran que realmente tienen la Nación en su conjunto, por encima de su provecho como institución o individuos.

 

Tampoco pretendo generalizar. Estoy convencido de que entre los Santos y Traficantes hay quienes tienen consciencia de nación. Que algunos de los personajes más conspicuos tienen convicciones políticas e ideológicas tan arraigadas que no han dudado vincular éstas a su gestión profesional y social; independientemente de los eventuales riesgos que tal cóctel pudiera acarrearle.

 

Muchos pudieron proyectar sus genios y habilidades a actividades más productivas y decidieron no hacerlo; prefirieron estar envueltos en los asuntos de la tribu o de la causa. Otros, no tuvieron mas alternativas. Su forma de crecer estaba vinculada a la isla. Su genio solo podía sacar provechos de la crisis de la nación que los parió... pero todos, sin excepción, han obtenido pingues beneficios, algunos, muchos beneficios de la mezcla de política y profesión y por eso es posible la pregunta, ¿qué hay más, santos o traficantes?

 

Ajenas a estas meditaciones están los hombres y mujeres que creen en lo que piensan y hacen. No importa en que campo político o estratégico se encuentren. Sus convicciones y acciones no las combinan con otros intereses. Son capaces de dar sin recibir. Ellos no caben aquí, están fuera de esta serie.

 

Tampoco escribo sobre los traficantes a secas. De los que medran siempre. De los que roban en el poder y negocian en la oposición. No escribo sobre los que impúdicamente confiesan que "Cuba no les importa", que lo suyo es el "business y el cash". Estos traficantes son verdaderamente detestables. Ellos explotan las necesidades de sus compatriotas a través de la venta de visados, o viajando a la Isla con el solo propósito de vender las libras de su equipaje o llevando dólares por encargo con gabelas usureras. Aquí se encuentran los que viajan a Cuba con el propósito de adquirir objetos y artículos a precios irrisorios para venderlos en el exterior en cifras ampliamente multiplicadas.

 

Solo escribo sobre los Santos y Traficantes. Donde, por supuesto, no todos merecen ambos adjetivos y en los que el término traficante solo se usa en su acepción de comercio. No hay otra intención.

 

Durante estas casi cinco décadas de dictadura las convicciones de algunas personas han sufrido cambios. En ocasiones este trueque ha favorecido el estatuto económico o profesional del individuo, en otras, la situación económica es tan plana como el encefalograma de un cadáver. En el primer caso podemos permitirnos la interrogante; en los segundos no hace falta.

 

En estos tiempos de trabajo intenso llama la atención saber de qué viven ciertas personas. Uno se pregunta en qué trabajan; si tienen negocios en qué consisten y en qué tiempo los atienden porque viajan, (La Habana-Washington-Europa-América Latina) visten bien, dictan conferencias y los encontramos en restaurantes, o están en la televisión o la radio. Entre ellos los hay tirios (a favor de las medidas más severas en contra de la dictadura insular) y troyanos (los que consideran que primero tienen que cambiar los tirios y después veremos).

 

Pero definitivamente vamos a contemplar más de cerca a los que titulan esta meditación. Y nos preguntamos dónde ubicar a los que están a favor del embargo y poseen oficinas de exportación, agencias de envíos de paquetes y dinero que solo tienen un cliente: el pueblo cubano  o aquellos que promueven vuelos a la isla en líneas charter o comerciales que solo ofertan boletos para La Habana. Cuál es el lugar de los que defienden la tesis del gobierno cubano de más viajes, contactos familiares e inversiones extranjeras, y que cuando la dictadura, durante 34 años, no menos, impedía y racionaba esas actividades nunca cuestionaron o criticaron al régimen por el auto-aislamiento. Dónde colocar a los que reclaman libertad de comercio e inversión en la isla y tienen intereses en ese campo; a los profesionales que abogan por conveniencias para el régimen y reciben pagos a cambio, o los que a través de medios rentados o propios (también pueden estar pagados por fundaciones extranjeras), defienden posiciones que cuadran con sus medios de vida.

 

Por el lado de los tirios las interrogantes no son menores. Hay quienes están a favor de acciones más severas contra la dictadura pero no tienen un antecedente de entrega personal por la causa que defienden. Sus medios de vida; radial, televisivo o escrito están relacionados con su posición política. El quehacer artístico algunos lo vinculan a un decir político en la certeza de que esto es rentable, sin embargo, el sacrificio personal ajeno al arte que produce dividendo, pocas veces se hace presente en estos individuos. Otros claman por intervenciones extranjeras confiando en sus buenas relaciones con el Gran Hermano; también hay quienes colocan todos los dados en la fuerza económica, en la relación estrecha de intereses varios que no siempre son legítimos ni tienen que ser beneficiosos para Cuba y no faltan los que claman por una guerra que no hacen porque el Hermano de marras no quiere que la hagan.

 

En este contar no pueden faltar, aunque sabemos que algunos personajes se nos escapan, los que en sueño oportuno olvidaron la isla y después de tener profesión y fortuna redescubrieron sus raíces; los que después del retiro, en tiempo sobrado y vida segura pretenden hacer fuego donde ya no quedan cenizas y... los que después del "Muro", cuando la esperanza recobró verdor, sacaron del clóset el chaleco de combate, la flor de la concordia o el mensaje oportunista.

 

Lo expuesto no es grato; pero es la verdad que contemplo. Una verdad humana, porque los que no son humanos son los muchos que se han dado sin fronteras y sin medida por una Cuba mejor; a ellos, mi gratitud.

 

Pedro Corzo

1993