lunes, 28 de septiembre de 2009

LA DOBLE MORAL EN LA PROBLEMATICA CUBANA

 

 


 

La solidaridad en sus diversas instancias es una acción que el exilio cubano ha practicado intensamente. Este exilio fue solidario en las luchas políticas contra las dictaduras marxistoides de Nicaragua, Angola, El Congo y Afganistán por solo mencionar las participaciones más notables.

 

Fueron considerables algunas de las ayudas económicas o en equipo que recaudó para apoyar a los combatientes de esos países, y lo más trascendente, varios cubanos perecieron en tierras extranjeras, como suprema constancia de solidaridad.

 

Como si lo anterior no fuese suficiente, una agrupación de médicos y asistentes, bajo el nombre de Miami Medical Team, trabajaron en hospitales de campaña arriesgando su seguridad por curar heridos de guerra y sanear la retaguardia. Es posible que no exista en América un pueblo que sin apoyo gubernamental haya manifestado más consistentemente su solidaridad en situaciones tan complejas.

 

Durante la dictadura de Noriega, cuando el régimen del istmo reprimía fieramente a Endara y sus partidarios; los cubanos del destierro no callaron ante el atropello. También actuaron cuando los nueve comandantes sandinistas amenazaron la democracia costarricense. Las acciones cívicas contra Ortega y Noriega no se hicieron esperar.

 

La solidaridad estrictamente humana tampoco ha dejado de manifestarse. Ante cualquier desastre el destierro ha hecho su aporte. Sintetizando, ante el internacionalismo totalitario del régimen cubano, el exilio ha respondido coherente y eficientemente a pesar de su diversidad.

 

Sin embargo, la solidaridad cubana no ha encontrado eco en aquellos a quienes ayudó. Los gobiernos de Endara y la señora Chamorro procuran repotenciar sus relaciones con La Habana. Particularmente en Panamá hay decenas de empresas del gobierno cubano que violan sistemáticamente el embargo estadounidense con conocimiento del gobierno de ese país.

 

El gobierno nicaragüense de la señora Violeta Chamorro nunca ha repudiado la ayuda que la dictadura cubana dio a los sandinistas. En los foros internacionales estos países no han desarrollado la acción que de ellos podía esperarse contra la dictadura isleña. El señor Sabimbi, líder de UNITA, que en múltiples ocasiones fue agasajado y apoyado por los cubanos del exterior; hasta en transmisiones radiales a las fuerzas cubanas destacadas en Angola, ignora la solidaridad que se le expresó, cuando fue repudiado por casi todos en un mundo que llegó a creer que la pesadilla comunista era realizable.

 

La soledad en que se encuentran los que luchan por la democratización de Cuba es agobiante. La mayor parte de los gobiernos de América muestran una doble moral en sus relaciones con el régimen isleño. Con suma premura condenaban los abusos de Pinochet y callaban ante los de Castro.

 

Hoy, la problemática haitiana revive la doble moral. Todos claman por endurecer el embargo a Haití y reclaman el levantamiento del embargo de E.E.U.U. a Cuba. No pocos gobiernos están de acuerdo con una intervención militar en Haití. Pero ante simples maniobras estadounidense cerca de Cuba exponen su descontento. Las democracias latinoamericanas son ágiles en aislar a Cedras pero no menos prestas en abstenerse de criticar a Castro en los foros internacionales, a pesar de haber cometido muchos más crímenes que el militar haitiano.

 

Ante tanta complicidad contra un pueblo que ha sido solidario con otras naciones de América, queda preguntarse ¿Le temen a la dictadura? ¿Creen que de nuevo el castrismo puede llevar la subversión tras sus fronteras? O, es que  el egoísmo de algunos es tan grande que prefieren la depauperación de una nación ante el resurgir de un nuevo competidor en estos tiempos de naciones prescindibles.

 

 Piensan que la caída de Castro va a producir una desestabilización tan grande en Cuba que sus intereses nacionales pueden verse afectados por lo que ocurra en Cuba. O, simplemente, ¿Sus coqueteos con la dictadura cubana son mensajes subliminales a Washington para advertirle que lo de Cuba puede repetirse si no son complacientes con los reclamos que ellos consideren pertinentes?

 

Pero en fin, el por qué no es lo más importante sino el resultado. El pueblo cubano vive en represión continua, y en una miseria galopante que cada día se hace más crítica por la continua incapacidad del régimen para que el pueblo produzca sus propias riquezas. Cuba está abocada a una  seria crisis, y mientras más larga sea la agonía más impactante será el final. Epílogo en el que también tendrán responsabilidades los gobiernos de América por sus complicidades.

 

Nov.2003