jueves, 17 de septiembre de 2009

Las vilezas del Totalitarismo


 

Es doloroso pero real.  La crisis moral del pueblo cubano es la consecuencia más nefasta de la dictadura.  El oportunismo, la mentira, el hacer de la vida diaria una práctica carnavalesca y de la simulación una ciencia para vivir mejor o simplemente sobrevivir, ha corroído varios de los fundamentos más sólidos de nuestra sociedad.

Cerrar los ojos ante la angustia del vecino, ser cómplice en silencio o en activo, repudiar al que hace lo que uno desea realizar para recoger las migajas que aquel pierde, es un juego criminal que degrada a quien lo practica.  Una persona que violenta la dignidad de otra no está defendiendo una causa sino sus intereses. El envilecimiento es potestativo de quien lo ejecuta. El acto de repudio, el abucheo, la golpiza, el hostigamiento son acciones voluntarias que practica el sujeto activo por su conveniencia y no por convicciones.

El envilecimiento ha contaminado vasta y profundamente la nación. Innumerables familias se separaron por la política y no pocas llegaron a odiarse por igual motivo.  El fanatismo primero y la crónica miseria después, sacaron a relucir lo más miserable de muchas personas y paradójicamente, el arribo de maletas extranjeras ha provocado más discordia que concordia.

La crisis es raigal y se comprueba con una frecuencia desesperante.  El ansia de consumo producido por una persistente y aguda escasez va más allá de la satisfacción de una necesidad. 

Muchas personas solicitan a familiares en el extranjero artículos de "marca" que estos desconocen, adornados con precios que se escapan a su presupuesto.  Miles de viajeros a Cuba venden la capacidad en libra de sus valijas, haciendo buena zafra, a quienes no confían en las agencias de envíos.  Las agencias que remiten paquetes a Cuba se han multiplicado significando esto que comerciar con la dictadura o los socios de esta, es substancialmente beneficioso.  Hay más agencias de viaje que nunca antes, tramitadores de visas que obtienen pingües ganancias; oficinas que envían dinero a Cuba oficializando la especulación cómplice con el régimen de La Habana cuando publicitan que un dólar representa varias decenas de pesos cubanos.

En Cuba, el campesino vende su cosecha a precios prohibitivos.  En el mercado negro, actualmente dolarizado, se venden innumerables objetos y comestibles que en ocasiones supera los mauores salarios de la isla.  Evadir el trabajo es para muchos una acción política de bajo riesgo pero para no pocos es la simple evasión de un compromiso en una sociedad que se desmorona y de ahí a la vagancia,  no hay frontera perceptible. 

La estafa, la venta fraudulenta y la prostitución se están escapando del submundo al que pertenecen y son acciones de los "vivos" en un mundo que cada día se hace más cruel e insolidario.  La norma, para muchos, es tomar la ruta más breve y fácil a cualquier parte sin importar los valores morales que haya que otorgar.

El régimen cubano es el principal culpable de esta corrosión moral que amenaza toda la nación.  Desde el primer día inoculó el odio y oficializó la venganza.  Acabó con la riqueza de los ricos para distribuir mejor la miseria.  Siempre, no hoy,  el extranjero fue primer ciudadano en un país extraño. 

En los inicios el privilegio se sustentaba en la política, hoy en los dólares, o ambos atributos. Una nomenclatura gubernamental ha disfrutado sin interrupción no solo del poder sino de toda la riqueza que de este se derivan. Se instituyó una aristocracia artística, deportiva e intelectual en la que se conjugaban aparentemente cualidades notables siempre supeditadas a las convicciones políticas. 

Las Fuerzas Armadas rendían tributo a un ejército y nación extranjera.  El movimiento obrero mutó a empresa del estado.  La delación se institucionalizó.  En fin, la república mutó a coto privado de un hábil mayoral gracias a la maldad, envilecimiento, complicidad e ingenuidad culposa de unos y a pesar del valor, la entrega y desinterés de otros.

La nación está en riesgo y hay que enfrentar la esclerosis del tejido social con valentía.  No debemos esconder la cabeza en la arena como si el peligro que acecha la república no fuese el más serio en toda su historia.

La dictadura lo vende todo pero hay cubanos prestos a imitarla.  En las dos orillas hay quienes miran con avidez la bandera de las barras y las estrellas y quienes anhelan un cambio para entrar a bolsa sin fondo en la nueva república.  Sobran los que solo se preocupan por su proyecto personal y le sabe a hiel todo lo que no le produzca beneficios directos; pero en las dos orillas hay millares que honran el gentilicio y de nuevo, o por primera vez, se dan con satisfacción inmensurables al servicio de la tierra.

La experiencia ha sido cruel, traumática en extremo.  La recuperación será dolorosa y lenta pero sin lugar a dudas lo lograremos si nos convencemos que hay que exorcizar el Castro que todos tenemos dentro.

 

Pedro Corzo

Mayo 2005