martes, 1 de septiembre de 2009

PERU, UNA CRISIS AMERICANA


 

No por casualidad el Perú es la cuna de una de las civilizaciones más importantes de la América precolombina que jugó un papel clave durante la colonización como virreinato y posteriormente un valioso rol en nuestro desarrollo republicano a nivel hemisférico.

 

El Perú, tal vez como consecuencia de esas tradiciones históricas sea el país americano que con mayor autenticidad muestra las contradicciones que sumen a nuestras repúblicas en conflictos periódicos que le impiden avanzar a las posiciones de desarrollo, justicia y democracia que nuestros Pueblos merecen.

 

Sin profundizar en la historia fue en Perú donde surgió el primer movimiento hemisférico con características autóctonas que reclamara espacios políticos y sociales más allá de las fronteras naturales del país: Escribo sobre el APRA y Víctor Raúl Haya de la Torre.

 

Después fueron los militares peruanos, encabezados por Velasco Alvarado, los que tomaron el poder político con un discurso y hacer opuesto a lo que las tradiciones castrenses del hemisferio nos tenían habituados.

 

Más tarde, es en ese país, que lo que podemos considerar el Anti-partido, se hace con el poder político en unas elecciones que expresan el descontento popular con los políticos tradicionalistas que no promovían los cambios necesarios: Escribo sobre el presidente Fujimori y su movimiento electoral.

 

Al poco tiempo este Presidente, violentando la democracia que había jurado respetar provoca un golpe palaciego y desconoce los poderes legislativos electos por la voluntad popular y muestra un afán de continuismo político que no es novedoso en los líderes políticos del continente.

 

Como contrapartida del juego legal, o por lo menos no violento, se gestan dos grupos guerrilleros, vinculados al terror y más tarde al narcotráfico pero que curiosamente a pesar de coincidir en su voluntad por destruir la actual sociedad peruana son hasta el momento presente enemigos irreconciliables: El Movimiento Sendero Luminoso y el Movimiento Túpac Amaru.

 

Los primeros de inspiración Maoísta, mejor aún, fieles creyentes de la Revolución Cultural de Mao y mejores practicantes de la política de exterminio del Khmer Rouge camboyano; son un grupo de fanáticos iluminados que solo están tranquilos cuando su enemigo muere.

 

Los Túpac Amaru, protagonistas del momento, según se dice de inspiración castro-guevarista, asumen la violencia como medio de intimidación, chantaje y terror, pero aparentemente no son remisos a negociar en eventos que puedan ofrecerle ventajas políticas.

 

La nación andina en el momento de escribir estas líneas está en una seria crisis provocada por la ocupación de la embajada japonesa en Lima por el movimiento guerrillero Túpac Amaru.

 

Estos reclaman la libertad de cientos de sus compañeros de terror por la vida de decenas de rehenes. El gobierno rechaza la excarcelación de los detenidos y declara un estado de emergencia que aumenta sus poderes discrecionales.

 

Los terroristas han liberado a cientos de rehenes y que se sepa el gobierno no ha hecho concesiones. El pueblo, según se dice, los grupos de poderes en el Perú y la casi totalidad de los gobiernos del mundo, incluyendo el privilegiado grupo de los Siete del que Japón forma parte, respalda la decisión de Fujimori de no ceder a los reclamos de excarcelación.

 

En fin, la situación es harto delicada: Si el movimiento Túpac Amaru se rinde sin recibir nada a cambio su prestigio cimentado en la violencia se quebraría pero si el presidente Fujimori cede a los reclamos su imagen de hombre fuerte, de exterminador del terror desaparecería por completo y si ataca a la embajada la muerte de los rehenes será más estigma para él que para los terroristas que provocaron la catástrofe.

 

Sería nefasto en los albores del siglo XXI la muerte de rehenes por motivos políticos en América. Lo prudente sería negociar, buscar una salida racional a la crisis, sin que esto implique que los acuerdos suscritos incentiven la impunidad del terrorismo y que por faltar al estado de derecho todos, de una manera u otra, nos hagamos cómplice y reos de la violencia indiscriminada de los Iluminados y Justicieros de turno.

 

Pero lo angustiante de todo esto es que si para el presidente Alberto Fujimori y para los terroristas de Túpac Amaru está en juego el prestigio político y el futuro en ese campo; para los rehenes lo que está en juego es la vida y no una manera de continuarla. ¿Qué sucederá?

 

Pedro Corzo