jueves, 17 de septiembre de 2009

LOS CUBANOS Y SUS TRIBÚ


 

Hace unos días me comentaba  mi amigo, el novelista José Antonio Albertini, que los cubanos teníamos una fuerte tendencia a encasillar como Generación  cualquier corriente de opinión, y hasta de actitudes, ante determinada circunstancia.

 

Ese decir de Albertini me condujo a advertir una realidad que se me había escapado, como otras muchas, de que era cierto que los cubanos somos pródigos en  denominar como Generación la coincidencia de ciertos elementos y factores, que las mas de las veces, no tienen trascendencia mas allá que la afectación que causó en un grupo de individuos.

 

Recordé que hay un grupo de jóvenes que se denominan como la Generación Ñ., otros se consideran la Generación Sándwich, en una época se habló de los Yucas como otra generación, hay quienes hablan de la generación del Presidio,  no pocos se autodenominan como la  Generación de El  Mariel y recientemente, me acotó Albertini, se había creado una nueva generación, la del Mikimbin y no dudo que falten muchas, porque  lo mas probable es que tanto en Cuba como aquí, porque en eso de pensarnos Elegidos somos los mismos, existan otros grupos que se identifican como una generación, por el simple hecho de coincidir en algunos eventos y opiniones.

 

El señalar como factor de identidad de una Generación agentes y hechos particulares vinculados a un grupo de personas es una vieja tendencia nacional. Si eso se hace, con el  propósito de establecer una nueva corriente de identidad dentro de la gran corriente del pensamiento nacional cubano no me parece perjudicial, sino enriquecedor, pero si se promueve  con  intención facciosa, de ruptura, o de justificación de omisiones o acciones pasadas, entonces  es un nuevo elemento de fricción y discordia en una Nación a la que le sobran problemas.

 

Particularmente no tengo duda sobre el derecho que tiene cada corriente de opinión o de actitud,  de identificarse, en broma o en serio,  como mejor le parezca pero creo que  de no estar definidas sus motivaciones podría ser  una manera de ir creando una propia Tribu dentro de lo que realmente es una generación. Una tribu de elegidos, históricamente ha sido así, que por los motivos que guste sustanciar, no solo se cree diferente, sino que también se considera más genuina y representativa.

 

 

 

Los cubanos,  repito, hemos sido profusos  y difusos en eso de las Generaciones. Recordemos que la llamada  Generación del 33 identificaba al grupo de individuos que luchó contra la dictadura del general Gerardo Machado y Morales y que la posteriormente denominada Generación del Centenario, mas que agrupar a los que habían luchado contra el régimen de Fulgencio Batista y Záldivar, era la sombrilla mágica que marcaba a quienes habían participado en el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba y en el posterior mal llamado desembarco, naufragio, del Granma. Las dos denominaciones excluían a los mayoritarios sectores nacionales que no cumplieron ningún rol en esos acontecimientos históricos, estableciendo una discriminación que tomaba como referencia la actuación política y no una suma de elementos que son los que debe identificar a una generación como tal.

 

Aparentemente en la actualidad la tendencia a la  segmentación no solo se ha acentuado sino que ha sumado nuevos componentes, y es que junto a nuestra fuerte inclinación a la atomización para satisfacer el protagonismo se agrega, en contradicción con el pasado, la voluntad de concretar  nuestra identidad sobre los espacios públicos mas reducidos posible para así poder disminuir los compromisos con el presente y futuro de la sociedad. Al pasado no hacemos referencia porque para los individuos que identifican una generación por factores coyunturales, el Día Antes solo tiene significado en la dimensión de las oportunidades a las que accedió y no a las obligaciones o deudas que contrajo.

 

En el presente somos mas proclives a saltar lo que los estudiosos del tema califican como generaciones biológicas y/o  generaciones culturales, que por su creatividad unas veces y conducta otras, impusieron su impronta a la sociedad de su tiempo. Para un número considerable de los llamados intelectuales la edad,  la formación, el aporte y otros factores son elementos secundarios en la denominación de una generación. El coincidir en un espacio y en un tiempo con una conducta común son en la actualidad las bases para la calificación.

 

Si esta nueva actitud es producto de la ultima experiencia nacional del pueblo cubano es un asunto que corresponde dirimir en el futuro, pero no cabe duda que es apreciable que el alto nivel de individualismo del presente contrasta con la voluntad del Poder Totalitario de continuar con el control de una sociedad que rechaza la colectivización de la conducta y de la consciencia social.

 

Mayo 2004


Pedro Corzo