domingo, 27 de septiembre de 2009

LA HERENCIA TOTALITARIA


 

 

No tengo dudas que entre los factores que más han perjudicado a la oposición política cubana en su confrontación con la dictadura totalitaria está la proximidad geográfica y cultural, con todo lo que esto implica a  Estados Unidos de América y el que también   un gran sector de la oposición, a pesar de una cubana ejemplar, siempre confió en la ayuda yanqui y un por ciento de ésta, en la intervención abierta de unos revividos Rough Riders.

 

Pero también  es cierto que esa particularidad no fue impedimento para que con ayuda o en soledad, cientos de miles se enfrentaran al gobierno y millares fueran fusilados y no menos de medio millón pasara entre unas horas y 30 años en las prisiones del régimen porque  con ayuda extranjera o sin ella, la oposición, de cara al sol, rechazó la sovietización de Cuba en un período en que se practicaba la represión más feroz y un hombre podía ser fusilado sumariamente en 48 horas.

 

En Cuba y en el mundo, se concreto un  opresivo silencio sobre los presos y los muertos que gestaba el castrismo. Sobre la  discriminación, vejámenes y ofensa a la familia de quienes se oponían al sistema. Un silencio cómplice por parte de una sociedad que entregaba parcelas de libertad sin percatarse de ello y de un continente que por anos prefirió esconder bajo la alfombra las angustias de una nación.

 

La sociedad civil fue quebrada. El miedo sustituyo en muchos el amor a la libertad. La masa asumió al individuo y los reductos de resistencia disminuyeron a niveles imperceptibles pero con suficiente energía como para aflorar en el momento  oportuno porque estaban sustentados en  convicciones firmes que son comunes tanto a las generaciones emergentes como a las que habían dejado sus huellas en la historia nacional.

 

Una vez más  pinos viejos y nuevos entrecruzaron  ramas para seguir confrontando la opresión, y también, por qué no decirlo, antiguos enemigos en una revalorización de la realidad nacional   se han sumado a la causa que en su día combatieron.

 

La toma de   conciencia de ellos la suponemos dolorosa, angustiante, pero les dignifica el coraje de reconocer los pasos perdidos en un régimen criminal. En las dos orillas, en la dimensión que posibilitan circunstancias y conciencias continúa el bregar sin que el abultamiento de calendarios pasados disminuya la confianza en el mañana.

 

Sin embargo, a pesar de la constancia, de la fe, y una clara consciencia de compromiso con la nación hay un sector del país nacional que actúa con un individualismo feroz y  que practicando el cinismo mas ramplón conforma una masa coloidal que se adapta al modelo social que menos esfuerzo le exija con el propósito  de que la comunidad nacional continué sirviendo los intereses  de minorías  privilegiadas en existencia o en formación. Estos elementos trascienden las ideologías, la política y crecen en todos los campos sin excepción.

 

Ese hombre "nuevo", muchos o pocos,  es atemporal, siempre ha estado entre nosotros, pero se revitaliza y multiplica en las sociedades que fracasan.  Su caldo de cultivo ideal es la mentira mutada a verdad y la vuelta a la mentira. El fraude, la estafa de los sueños, la pérdida del decoro lo estimula. Es carcelero y preso de cualquier barbarie.  Avariciosa rata de todos los mercados. Expoliador del hombre justo y vil instrumento de cualquier amo.  Este cubano existe aunque no queramos verlo y es el resultado más genuino del experimento castrista. Es lo opuesto al hombre generoso y virtuoso que el Gran Brujo prometió.

 

Simultáneo al crecimiento del oficio de rata y de los hombres que llevan en si "el decoro de muchos" se multiplica con fecundidad pasmosa un ciudadano desencantado. Un hombre sin fe, ni esperanza en la sociedad.  No importa en la frontera que haya estado, los sacrificios aportados o en la orilla que vegete, nada le interesa, la frustración es su compañía más fiel.  No hace daño pero tampoco el bien al no ser que este pase por su meridiano.  Desconfía hasta de su sombra dormida.  Considera que el mundo le obsequió todas las angustias y vive para si y sus intereses más preciados.  Acata la autoridad pero no la respeta.  Se cree merecedor pero nunca es dador.  En fin, en su corral o en su concha, se encierra para no participar en el funeral o nacimiento de un nuevo proyecto nacional

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A estas realidades individuales y colectivas presentes en la sociedad cubana en la que cada uno expresa las variantes que la infinita condición humana sea capaz de realizar se suma la terrible herencia de la dependencia política.  Hoy, la influencia estadounidense en nuestra vida nacional, sin importar el asentamiento geográfico del individuo, es más determinante que en ningún otro período de nuestra historia porque al transterritorializarse nuestra nación, varias han sido las causas, (éxodo masivo, fracaso del proyecto castrista, las comunicaciones, etc.) es mas fácil que nuestros valores culturales y éticos sea penetrados  o influidos por otros,  pudiendo afectar esto  nuestra autóctona. 

 

El rata, el depredador creado por el experimento social castrista, no tiene patria y  es sin duda el espécimen mas peligroso para la sociedad futura de la isla. Estas alimañas están fuera y dentro de la isla, con el gobierno o fingiendo hacer una oposición que les provea una legitimidad a futuro.

 

A otros, la frustración les ha agotado el sentimiento de nación y en unos terceros el fin de la utopía y privilegios  les ha causado una epidemia de apostasía tan febril que han cambiado el Kremlin por la Casa Blanca sin cargos de consciencia de ninguna especie.

 

Sin embargo,  y esta es la paradoja, en la vieja y nueva oposición el sabor por lo nuestro se ha fortalecido, muchos  confían en Cuba y su futuro y aún en algunos de aquellos que en los tiempos pasados confiaron en el Potomac o en Moscú la certeza de que la casa hay que reconstruirla con ladrillo y cemento propio es más firme que nunca antes en la historia.

 

 

Mayo 2002

Pedro Corzo