martes, 1 de septiembre de 2009

PODER Y OPOSICION


 

Sin dudas que el propósito de un gobierno es procurar la satisfacción y el equilibrio de la sociedad que dirige, pero el régimen cubano en su singularidad pretende demostrar que el uso del Poder que deviene del gobierno es un fin en si mismo y que no tiene otro objetivo que el de expresar esa autoridad de manera perpetua.

 

A pesar de la naturaleza subversiva, absorbente y totalizante el propósito de permanencia por parte del gobierno nunca ha dejado de confrontar una oposición y es que un régimen de corte absoluto provoca la existencia de contrarios naturales que a la vez que le pone en peligro le facilita establecer y desarrollar una política de estado de sitio que le es altamente beneficiosa.

 

A esta oposición que llamamos natural estos regímenes son capaces de agregar otra de su propia creación, incentivarla y dirigirla. Hay que considerar que la naturaleza provocadora de estos gobiernos requiere una práctica constante de ofensiva política para así poder desarrollar crisis a su conveniencia.

 

La clave fundamental para estos gobiernos es manejar el concepto de nación; exacerbar el sentimiento nacional hasta el paroxismo e identificar los cambios políticos con amenazas a la sociedad en su conjunto.

 

El régimen  gusta y requiere conformar una especie de caldo de cultivo de prohibiciones y conjuras. De persecución e inseguridad que son ideales para que el temor y la duda impidan la identificación de las partes que le adversan. Le favorece la alienación del individuo para impedir que los núcleos potencialmente activos de la sociedad expresen su voluntad y otra realidad.

 

Las autoridades son realmente reacias a un clima de concordia y de relajamiento de tensiones, ya sea en el ámbito nacional o internacional. La dictadura considera que un ambiente de tolerancia, apertura política y respeto a la opinión ajena significaría no solo un incentivo a sus propias contradicciones sino también una quiebra en la resistencia y fe de sus defensores.

 

Es de creer que de cierta manera un régimen autocrático como el cubano, particularmente en el mundo actual, es muy vulnerable a formas de penetración no violenta; a intento de soluciones negociadas que excluyan métodos extremos y como tal vez el gobierno cubano tenga conciencia de esa posibilidad mientras le sea viable evitará que se vertebre una oposición con tales características.

 

Si el régimen considera que su talón de Aquiles es una oposición abierta, no clandestina, que procure ensanchar las fisuras de la estructura del poder sin violentarlas pero que en realidad lo que pretende es quebrarla; hará lo imposible por penetrarla, desestabilizarla con el propósito de influenciar o controlar esa oposición con la intención de llevarla a una arena de confrontación que le sea más favorable.

 

Históricamente el gobierno ha disfrutado de influencia en la oposición política y es porque ha dedicado cuantiosos recursos materiales y humanos para infiltrarla con el propósito de estar al tanto de sus planes para poder destruir este si pueden perjudicarle.

 

Las autoridades cubanas, aunque ofrecen la imagen pública de menospreciar la oposición ridiculizándola y vinculándola a intereses mezquinos, está convencida de que no hay enemigo pequeño y en esa consideración actúan, siempre para destruir la oposición.

 

La paranoia de la dictadura es cruel, pero también efectiva en lo que a conservar el poder respecta. Ha sido hábil en desarrollar su política de sobrevivencia y exitosa en los propósitos que la animan: están en el poder y tienen una presencia propia en el escenario político mundial que ningún país, por poderoso que sea puede ignorar.

 

Tal parece que los dignatarios del jerarca cubano han desarrollado una tesis de penetración y desestabilización partiendo del libro "1984", del autor George Orwell; o que han creado un "laboratorio" de ideas, similar al que describe el film norteamericano "Las Tres Noches del Cóndor".

 

Rechazo la idea de que el gobierno cubano mantiene el control de la sociedad solo por su capacidad represora. Ese ingrediente está, al igual que la capacidad de seducción mágica que ejerce el Dictador sobre ciertas personas y gobiernos; junto a la huella histórica de una Revolución que, aunque fracasó en su lirismo justiciero y libertario, todavía alimenta un proyecto de redención.

 

Tampoco ignoro la década de los 60, la Guerra Fría, la dependencia vergonzante de la extinta Unión Soviética que hacen del proceso político cubano un fenómeno suis géneris en la historia americana.

 

Pero aunque todo eso se conjugue con efectividad, a mi entender, hoy más que ayer, los ingredientes manifestados no pueden constituir una argamasa que pueda sostener un absolutismo de corte oriental en América en un período en que las dictaduras más modestas están en extinción.

 

Creo, y regreso al "laboratorio", que la dictadura cubana dedica cuantiosos recursos humanos y materiales a un equipo de inteligencia que se dedica exclusivamente a explorar, potenciar y especular sobre la sociedad cubana y el mundo exterior. La política de "garrote y zanahorias" y de crisis que el régimen ha practicado con frecuencia no es caótica y menos aún anárquica.

 

Hay, sí, una voluntad imperial, omnímoda, tal vez, pero bien informada y con un asesoramiento digno de mejor causa.

 

Las crisis nacionales e internacionales que el régimen provoca, aunque en ocasiones le sean adversas, le favorecen las más de las veces porque la naturaleza del sistema puede digerir las mayores contradicciones mientras el principio de autoridad se mantenga inconmovible.

 

Realmente considero que en pocas ocasiones el liderazgo cubano ha actuado histéricamente ante ciertas circunstancias nacionales o internacionales; no creo en la omnisciencia del Máximo Depredador, o en la magia de una suerte anunciada que favorece sempiternamente los designios maléficos del Ungido.

 

No, en verdad, prefiero creer en la existencia de profesionales en la investigación y el análisis. De individuos que no cesan en la especulación política y en la creación de los escenarios políticos más inverosímiles. De personas que combinan experiencia, conocimiento, realidad e imaginación. De individuos que son capaces de conjugar factores históricos, sociales, políticos y personales en el desarrollo de una estrategia de un sólo propósito: conservar el Poder.

 

Prefiero creer, tal vez me engañe, más en un equipo que en un iluminado del desastre. Tampoco considero válido el aserto de que los 37 años del régimen se han sustentado sólo en la represión, en el subsidio soviético, en la capacidad de "creer" del cubano, o en la magia del Faraón.

 

Creo que detrás del Máximo, sin negar las cualidades que distinguen a éste, ha habido ciencia, estudio y técnicas que han hecho posible tan longevo mandato.

 

Por eso seria prudente el estudio a fondo de nuestra historia, de nuestro carácter, de la realidad circundante. Pensar y expresar lo que concluyamos. Considerar sí, hay que recrear nuestras estrategias y tácticas. Replantearnos el conflicto en términos dinámicos; asumiendo un protagonismo ofensivo en el debate que desestabilice al contrario; procurar formas que nos posibiliten la iniciativa, la creación de coyunturas que nos favorezcan, que no continuemos actuando por reacción, por contragolpes, sino que actuemos a la ofensiva de una forma metódica, coherente y persistente; habilidades que el enemigo ha demostrado poseer.

 

Pedro Corzo

Julio 1995