martes, 1 de septiembre de 2009

NO FUIMOS NOSOTROS, PERO FIDEL CASTRO MATÓ GUATEMALTECOS.


 Las excusas del mandatario guatemalteco Álvaro Colom porque su país fue usado para preparar la expedición de la Brigada 2506 que desembarcó en Cuba una madrugada de abril de 1961, es un hecho que confirma la crisis histórica del liderazgo político latinoamericano.

 

Un viaje innecesario. Una orden que no pudo entregar a su destinatario y la justificación  absurda de Raúl Castro de que no visitó a la deidad viviente porque no era una dama, como sus pares de Argentina y Chile. Todo un circo y para vergüenza de Guatemala, uno de los mayores payasos del espectáculo que se desarrolló en Cuba, fue su presidente.

 

Colom, expreso, "Quiero pedirle disculpas a Cuba por haber prestado nuestro país, nuestro territorio, para haber preparado la invasión a Cuba. No fuimos nosotros, pero fue nuestro territorio".

 

Si por décadas América Latina, salvo contadas excepciones, ha cerrado los ojos y encerados los oídos ante la situación cubana, lo que sucede en el presente rebasa la imaginación más desbordante. Colom pidió disculpas por algo que no hizo, y olvidó reclamarle a sus anfitriones excusas por los miles de muertes que la política del foco guerrillero guevarista ocasionó en su país.

 

Viajes aparte, obviar que Fidel Castro enlutó miles de hogares de América Latina como consecuencia de una política de subversión y desestabilización en el hemisferio, es como pedirle a los pueblos del Cono Sur dejar de lado los muertos y desaparecidos que causaron los militares cuando se hicieron del poder.

 

Pocos meses después del triunfo revolucionario las embajadas cubanas en todas las capitales del continente se convirtieron en santuarios donde los futuros guerrilleros y subversivos, iban a recoger armas y recibir instrucciones para imponer el socialismo a sangre y fuego.

 

Por décadas Cuba fue la metrópoli de la subversión totalitaria y Fidel Castro, el mentor de todos los grupos que habían asumido la violencia extrema como receta de los males que todavía continúan asolando el continente.

 

De Cuba para América y en particular hacia Guatemala se exportó el dolor. La tierra del Quetzal fue uno de los países que más sufrió por la subversión castrista. En la isla se entrenaron guerrilleros de ese país y de Cuba recibieron todo tipo de apoyo.

 

El 13 de noviembre de 1960 un grupo de militares entre los que se encontraban los tenientes Antonio Yon Sosa y Luís Augusto Turcio Limas, protagonizaron una intentona golpista contra el régimen de Miguel Idígoras Fuentes que aunque fracasó, fue el núcleo que originó una guerra que se extendió por 36 años y que en todo momento contó con el respaldo de la Revolución cubana.

 

La Guerra Civil de Guatemala causó según diferentes fuentes más de 120,000 muertos. Fue una guerra feroz donde tanto las fuerzas armadas como las guerrillas comunistas, actuaron con extrema crueldad.  

 

Tanto los comunistas del Partido Guatemalteco del Trabajo con su filial de la Juventud Patriótica del Trabajo, que dirigía Cesar Macías, que posteriormente tomó el sobrenombre de Montes; como el Movimiento Revolucionario 13 de Noviembre de Yon Sosa y su escisión Fuerzas Armadas Rebeldes, que comandaban Turcio Limas y el ya mencionado Montes, estaban equipados con todos los pertrechos necesarios para hacer la guerra por La Habana y contaban también  con el respaldo logístico que les proveía el castrismo.

 

En 1962 miembros de la Juventud Patriótica del Trabajo y del MR-13 viajaron a Cuba para recibir entrenamiento militar y se entrevistaron con el ex presidente Jacobo Arbenz, que residía en la isla y con Ernesto Guevara. Este fue uno de los muchos viajes que guerrilleros y dirigentes de la extrema izquierda guatemalteca realizaron a la isla para recibir la ayuda que hiciera posible el triunfo de la insurrección en ese país.

 

A pesar del apoyo de Castro que en esos momentos respaldaba otras fuerzas insurgentes en América Central, las guerrillas guatemaltecas fueron prácticamente aniquiladas en 1968, como consecuencia de la intensa ofensiva de las Fuerzas Armadas y los serios conflictos internos que padecía; no obstante un comando guerrillero urbano asesinó al embajador de Estados Unidos, Jhon Gordon Mein.

 

Durante los primeros años de la década del 70 la insurgencia derrotada en su expresión guerrillera generó nuevas estrategias como las huelgas y manifestaciones de carácter popular que denunciaba las irregularidades y  abusos de las autoridades guatemaltecas. En esa época todavía se entrenaban en Cuba ciudadanos guatemaltecos en combate urbano, trabajos de inteligencia y el uso de armas y explosivos.

 

En 1976, remanentes de las diferentes fuerzas guerrilleras lograron reagruparse en el Ejército Guerrillero de los Pobres. Posteriormente, 1982, de la unión de otras pequeñas agrupaciones insurgentes se constituyó la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca.

 

El propio Manuel Piñeiro, conocido con el mote de Barba Roja, expresó en agosto de 1997 en una entrevista concedida a la revista Tricontinental que Ernesto Guevara había asesorado, por eso fracasaron, a todos los líderes de las guerrillas  latinoamericanas, desde los peruanos Luís de la Puente Uceda y Héctor Bejar, hasta los guatemaltecos Turcio Limas, Jon Sosa y Rolando Ramírez.

 

Señor Colom, los cubanos pedimos disculpas por los muertos que su admirado Fidel Castro provocó en su país y en la América entera.

 

Pedro Corzo

Febrero 2009.